Crónica

Turistas en Ourense: "Que venga todo el mundo”

Turistas de múltiples puntos del país aprovecharon el puente para visitar Ourense, y se deleitaron con el termalismo de As Burgas, la gastronomía y los paisajes de la Ribeira Sacra

El puente del Pilar trajo a Ourense un clima casi veraniego, soleado y con altas temperaturas, y los turistas aprovecharon estas condiciones para recorrer la provincia, que tuvo en As Burgas su epicentro de visitantes, llegados de todos los puntos de la geografía española para conocer el termalismo, comer una ración de pulpo y disfrutar de los paisajes que ofrece la Ribeira Sacra.

A Rosario fue su marido quien le regaló un viaje a Ourense, y si bien tenía buenas expectativas, estas se vieron superadas en cuanto llegó a la ciudad y conoció de primera mano las virtudes del agua termal. “Es sorprendente, el agua caliente ya de por sí es un gusto, y que además tenga tantas propiedades… que venga todo el mundo a Ourense”, afirmó esta granadina después de una sesión de fotos para inmortalizar su paso por el Casco Vello. Después del recorrido mañanero el plan para la tarde es claro: “Degustar el pulpo, el vinito y a disfrutar de la gente que es muy buena y muy hospitalaria”.

Para Noé la visita está siendo toda una sorpresa, ya que encontró paisajes muy diferentes a los de su Tenerife natal. “La verdad es que estoy muy contento, todo es muy bonito, el río espectacular, las aguas termales brutales, y en Canarias no tenemos nada de esto”, dijo sorprendido. En su caso, el viaje cumple motivos turísticos y familiares, ya que en Ourense reside la familia de su novia, Paula, quien vivió durante ocho años en Santiago de Compostela y desde hace tres lo hace en las islas.  Lo que más impresionó a Noé fueron los verdes paisajes de la Ribeira Sacra, y en particular quedó fascinado con el monasterio de Santo Estevo, aunque lamentó que este no estuviera abierto al público para poder conocer su interior.

Desde Murcia llegaron Mercedes y Ana, atraídas también por la naturaleza y especialmente por los cañones de los ríos Miño y Sil, aunque decidieron hospedarse en el céntrico hotel Barceló para disfrutar de la vida social de la ciudad. “Me ha gustado mucho el casco antiguo”, destaca Mercedes, quien tiene previsto también visitar Allariz. A ellas les recomendó la visita su amiga Elia, una ourensana afincada en A Coruña que vivió 50 años en Madrid.  Elia está contenta de poder volver a su ciudad natal aunque echa de menos la actividad en la Plaza Abastos.  “Me da pena que el mercado esté tan destrozado, yo lo conocí aun cuando estaba bien”, lamenta, y cargó también contra la gestión que en esta materia está haciendo el alcalde, Gonzalo Pérez Jácome. “Hay que hacer campaña para que este señor no esté”, concluyó.

Cuando llega el mediodía, el calor se deja sentir más y los turistas buscan refugio en algún bar o restaurante, como hacen Iker y Raquel, quienes mapa en mano buscan un buen lugar para degustar pulpo en plena Rúa do Paseo. “A ver si encontramos una pulpeira hoy, que estamos buscándola”, asegura Iker, que llegó a Ourense “para ver algo que no sea costa y no esté tan masificado”. A esta pareja le sorprendió la vida nocturna que hay junto a su alojamiento, a escasos metros de la Catedral, aunque buscan otras salidas como Allariz o Ribadavia.

Problemas para encontrar habitación en los hoteles

Muchos turistas escaparon del calor en la Plaza Mayor (MARTIÑO PINAL).

Muchos turistas escaparon del calor en la Plaza Mayor.

La cara negativa de este turístico puente está en lo difícil que fue para muchos encontrar alojamiento en los hoteles de la ciudad, lo que en algunos casos entorpeció sus viajes y los hizo más caros. “No hay hoteles, hemos tenido que ir a seis kilómetros de la ciudad porque está todo cubierto, estuvimos buscando casi dos semanas y fue imposible, estaba todo completo, ni hoteles ni pensiones, no había nada”, dijo Rosario, y prometió volver pese a este inconveniente, aunque lanzó un mensaje a los empresarios de la zona: “Que apuesten por esto. El que venga en tren de muy lejos deja de venir porque no se puede mover”.

En el caso de Gabriel, que llegó desde Pontevedra para pasar una noche, tuvo que gastar mucho más de lo que pensaba. “Viñemos para gastar 50 euros e gastamos 110”, dijo.

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