El paseo se convierte en protagonista gracias a sus termas y jardines

El verano se mide en Ourense a través de las riberas del Miño

Una pareja con sus bicicletas descansa en uno de los tramos del paseo fluvial del Miño a su paso por Ourense. (Foto: Martiño Pinal)
Las riberas del río Miño a su paso por Ourense ofrecen un agradable paseo para visitantes y turistas. El concurrido paseo no sólo es utilizado en invierno sino que se coloca como protagonista del ocio veraniego, gracias a sus termas, sus jardines especializados y la ya conocida como ‘ruta del colesterol’.
La temporada estival es la estación idónea para ocupar el tiempo libre, que abunda considerablemente por estas fechas, y aprovecharlo de una manera saludable. Las altas temperaturas provocan la búsqueda de las refrescantes orillas del Miño y, aunque las zonas verdes de la ribera suelen estar repletas de bañistas en las horas que más aprieta el sol, el paseo fluvial del río Miño se reserva para el atardecer, donde decenas de ourensanos después de ponerse sus zapatillas deportivas o coger las bicicletas disfrutan de la tarde. Las riberas del río Miño, a su paso por la ciudad, se han convertido en una referencia tanto para los ourensanos como para los turistas, que cada día se lanzan a recorrer los 18 kilómetros del paseo fluvial. El trayecto está acondicionado tanto para viandantes como para ciclistas para que puedan disfrutar cómodamente del agradable recorrido que va desde el entorno de Oira hasta Outariz. La cercanía del río al paseo fluvial es uno de los atractivos ya que ofrece unas hermosas vistas del Miño.

Partiendo desde el aula de Naturaleza de Oira los visitantes descubren la historia natural y humana de este valle. Siguiendo este itinerario hay varias paradas de interés durante el recorrido por las orillas del río. Aguas abajo, por la margen derecha, se encuentran las termas de A Chavasqueira, un espacio completamente transformado para el disfrute al aire libre, que consta de unas pozas de agua que brotan a 64 grados de temperatura. Con menos éxito pero también interesante son los ‘espacios para pies’, donde se encuentran varios instrumentos para ejercitar los pies. El ambiente que se respira durante el trayecto es inmejorable, unos a cuestas con sus bicis, otros haciendo ‘footing’, en solitario o en pareja, incluso matrimonios con hijos paseando, y los más asiduos, los jubilados, que encuentran en este paseo la escapada del alboroto de la ciudad. Unos metros más abajo se llega a la Fuente del do Tinteiro, donde se puede observar a la gente con pequeñas tinajas dándose unos baños; precisamente estas aguas son apreciadas para las dolencias de la piel y heridas superficiales. Por la misma ribera, se localiza un antiguo molino muy característico, el Muiño das Veigas, también recuperado. A pie de éste, se ve un espacio a modo de piscinas en cuyo extremo brotan las aguas del suelo, una más de las sugerencias termales que se pueden encontrar a lo largo del río.

El trayecto de la margen derecha termina en Outariz donde las aguas brotan a 61 grados desde las propias rocas de granito. Una pasarela cruza el Miño en este punto hasta la otra orilla, que igualmente es transitada.

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