OurenSanos

Sin castañas no hay magosto

Magosto
photo_camera Magosto

El magosto es algo que tenemos en la sangre los ourensanos. Vale que es una fiesta tradicional que se realiza en algunas regiones del norte de España, pero no dudo en que Ourense tiene más magosto que nadie.

“Por San Martiño faise o magosto con castañas asadas e viño ou mosto”; la llegada del día del patrón de la ciudad el 11 de noviembre marca el cenit de la tradición. Aunque la castaña en Galicia aún está en infinidad de pueblos, esta tradición, está más aferrada a la ciudad de Ourense y al sur de la provincia de Lugo, lugares en los que se concentran hoy en día, grandes extensiones de soutos.

La castaña existe en nuestros montes desde hace miles de años. Existen análisis polínicos en los que se encontró polen de castaña el los finales del período Pleistoceno (hace 12 mil años…). Pero no fue hasta la romanización cuando los soutos comenzaron a multiplicarse, gracias a una variedad de castaño más fuerte y productivo, como al protagonismo vital y económico de las tierras que adquiere este manjar el los siguientes siglos de nuestra historia. Tanto los terratenientes, monasterios y nobles como sus arrendados, exigían la plantación de soutos en las tierras y unas rentas altas, que podían pagar en parte gracias a la entrega de castañas.

La castaña tenía tal protagonismo que con la llegada de la patata después del descubrimiento de América, se llegó a llamar a ésta última, “a castaña da terra”.

En el siglo XIX tuvo una gran crisis por culpa de enfermedades arbóreas y eso dio paso a mayores cultivos de patata y maíz, cosa que no pasó en gran parte de los soutos ourensanos y lucenses.

La tradición de los magostos para mí, es la que me representa. Por los recuerdos que me traen desde la infancia, adolescencia y juventud. Aunque se puede celebrar en espacios mágicos como las lareiras o casas del pueblo, la tradición más popular para los más jóvenes es la de subir al monte a asar castañas, chorizos, churrascos y lo que se nos ocurra en una hoguera que de calor a los amigos y familia.

Mis consejos para dicha celebración son muchos. Ir bien abrigados (sobre todo con esas sudaderas zarrapastrosas y chándales que los tenemos en el armario “para los magostos”), comer con alegría y si se bebe, que sea con moderación. Si se canta, que se escuche desde Montealegre hasta Vistahermosa. Reír, hablar, sonreír y abrazar. Pero lo más importante, ser lo más cuidadosos posible con el monte. Pedir los permisos necesarios para realizar fuego. Ubicar la hoguera y cercarla con seguridad para que lo que se queme, solo sea en ese espacio. Y una de las cosas que tiene que imperar es que, si subimos cargados al monte con envases, latas y bolsas varias, seamos nosotros los que bajemos toda la basura que generemos. El monte merece nuestros respetos y cuidados, y si así lo hacemos, él nos cuidará y nos respetará.

Por último, y aunque resulte obvia mi apreciación, si subimos al monte, no os olvideis de llevar las castañas, que allí más de alguno las cogerá, y no las de los árboles…

Te puede interesar