Obituario | Víctor Moro, político y servidor público

A los 95 años, que arrostró con su habitual carácter, aunque fuera perdiendo empuje, ayer falleció en su casa de Baíña, en Baiona, Víctor Moro. Es difícil resumir en pocas líneas el cuajado historial profesional y político de Víctor Moro. Licenciado en Económicas y Profesor Mercantil. Vinculado por oposición de manera destacada al Banco de España, donde fue director en Vigo y más tarde en Barcelona, con jurisdicción en todas las sucursales catalanas, en su biografía personal destaca haber sido consejero de diversas y prestigiosas corporaciones, o la dirección general en sus mejores tiempos de empresas como Pescanova, otra Pescanova, diríamos hoy. Pero fue en el ámbito pesquero, donde es un reconocido especialista, donde desempeñó varios cargos de creciente responsabilidad, incluida la Dirección de Pesca y la Subsecretaría de Pesca y Marina Mercante. Es famoso en este periodo (entre 1975 y 1980) en que llamaron la atención algunas decisiones que marcaron su impronta, como cuando hizo regresar a puerto la flota española que era acosada por injustos ataques por parte de la Comunidad Económica Europea en los mares tradicionales donde faenaba desde que se tiene memoria. En ese sentido, abanderó la política de renovación de las flotas españolas, en todas las escalas y del despliegue de los medios de apoyo y salvamento de que hoy se dispone. Diputado de las Cortes Constituyentes en 1977, fue un decidido defensor de los intereses de Galicia y a él se debe la iniciativa de no permitir que su propio partido pretendiera recortar la vía de acceso a la autonomía de Galicia, en un plano inferior a los de Cataluña y Euskadi, emparentándola con la de Andalucía. Los periodistas de aquellos días recordamos aquellas memorables jornadas y cuánto se debe a su figura. Retirado, como digo de la vida social, no lo ha sido de la actividad económica, de la que es cabecera de una saga familiar exitosa, de suerte que, entre otras responsabilidades es vicepresidente del consejo de administración de una importante sociedad de promoción regional integrada por la Xunta de Galicia y entidades bancarias de la región, desde el 2002 hasta la fecha. Como servidor público, a lo largo de su carrera, le fueron otorgadas diversas condecoraciones: la Generalitat de Cataluña le concedió la Cruz de San Jordi. Posee la Cruz al Mérito Naval y la Orden del Mérito Constitucional y la gran placa al Mérito Cooperativo del Mar que le ofreció Unión Nacional de Cooperativas del Mar de España. En un homenaje merecido que le fue rendido en 2008, destacaba en sus declaraciones: “Nunca fui un político profesional, aunque sí vocacional, porque siempre defendí un lugar al sol de España para el progreso de Galicia”. Por eso es justo reconocer que fue en 1979 el político más votado por esta ciudad. Muchos creemos que también hubiera sido de contar con un partido digno de su figura que lo respaldara un buen presidente de la Xunta, pero como él mismo decía nunca quiso disputar los sillones a los políticos profesionales, porque él no lo era. Hombre de fina pluma como analista y articulista, conservó su imagen, sentado ante la máquina de escribir, para redactar su último análisis en la redacción del Pueblo Gallego el día que este histórico periódico dejaba oficialmente de existir. En aquellas primeras elecciones municipales de 1979, Víctor Moro logró el 30,19 por ciento de los votos, en Vigo, al frente de las listas de UCD, lo que suponía 9 concejales, pero por esos misterios de la ley electoral, Manolo Soto, que encabezaba la candidatura de PSOE, con solo el 26,30 por ciento de los sufragios a su favor, obtuvo 8. O sea, que como pasa con frecuencia, el ganador de las elecciones que contaba con mayor respaldo no pudo ser el alcalde que miles de vigueses esperaban. Evidentemente, tras estos hechos, otras demandas y otras mayores responsabilidades lo requirieron y en poco tiempo abandonó el Ayuntamiento que tantos quisieran que hubiera dirigido.n