Los restos mortales del empresario Ángel Pérez Álvarez, fallecido el pasado lunes a la edad de 93 años, reposan desde ayer en el cementerio de O Barco de Valdeorras.
Hijo de emigrantes, nació en Cuba y llegó a la localidad de Viladequinta (Carballeda de Valdeorras) con solo un año de edad. Con un carácter inquieto y emprendedor, pronto mostró sus cualidades empresariales dedicándose a la comercialización del wólfram, reuniendo un capital que le permitiría abrir una de las tres primeras naves de producción de pizarra, en 1968. Lo recuerda su vecino e investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Isidro García Tato, poseedor de un sinfín de anécdotas que tienen a Ángel Pérez como el principal protagonista. “Foi unha persoa moi intelixente, moi esixente e xenerosa. Foi un home que se fixo a si mesmo. A súa biografía é case mítica”, comentó.
Impulsor de las empresas Ampeal y Emeritasa, también estuvo al frente de Pizarras Carucedo hasta su jubilación, hace algo más de una década. Su actividad prácticamente estuvo centrada en el llamado “oro negro”, denominación que los valdeorreses dan a la pizarra, y participó, entre otras numerosas actividadades empresariales, en la fundación de la Asociación Galega de Pizarristas y la Confederación de Empresarios de Ourense. Pero, también tuvo alguna que otra aventura en otros campos, como el del comercio, en el que fue introducido por los demás socios que impulsaron los supermercados “El Árbol”, en O Barco.
Su otra pasión fue la política, que posteriormente trasladaría a uno de sus cinco hijos, Tomás Pérez Vidal. “Me animó a meterme en política. Era una persona muy exigente y un emprendedor nato que mandaba mucho”, comentó el exconselleiro y hermano de Gelo, Fermín, Carolina y Elena.
