Los vecinos de San Vicente quieren acceder al pueblo sin infringir una dirección prohibida

Un pueblo de Vilamartín se resiste a estar sin carretera

Grietas surgidas en la carretera de San Vicente.
Los vecinos de San Vicente (Vilamartín) pretenden acceder al pueblo sin tener que saltarse una señal de dirección prohibida.
La carretera fue cortada hace una docena de años por la Deputación provincial, después del hundimiento del tramo comprendido entre los kilómetros 7,6 y 8,4 de la carretera OU-807. Desde entonces, los conductores de turismos, camiones, autobuses o ambulancias se ven obligados a infringir el Reglamento General de Circulación cuando visitan el pueblo. Hay otra carretera. Discurre por el pueblo de O Mazo, pero su estrecha calzada sólo permite el paso de turismos y, en invierno, ni estos pueden recorrerla. Las representaciones de todas las familias de San Vicente, un núcleo que posee 121 habitantes, acordaron por unanimidad dirigirse al organismo provincial para que ponga fechas al inicio de la resolución de un problema que se arrastra desde hace demasiado tiempo, según explicó el alcalde socialista, Enrique Álvarez Barreiro.

Ayer llovía, diluviaba, sobre San Vicente. Este agua, tan necesaria para las huertas es ahora recibida con recelo por los vecinos, que advierten a los visitantes de que detenerse en el tramo deteriorado puede ser peligroso. Temen que las filtraciones produzcan desprendimientos de tierra en las laderas sobre las que discurre la carretera.

El peligro de que la infraestructura se hunda no solo pesa sobre los conductores. En la vaguada hay una explotación de pizarra a cielo abierto de Canteras de Villamartín (Cavima) y vecinos y alcalde temen que los trabajadores también puedan ser víctimas de un desprendimiento. Eso sí, todos aseguran defender los 160 empleos de la citada cantera y de Pizarras Gallegas, cuya mina está situada por encima del acceso. 'Defendemos os postos de traballo, pero non que os obreiros se xoguen a vida', dijo Enrique Álvarez.

Un informe redactado por los técnicos de la Deputación estimó el porcentaje de riesgo de que se hunda un tramo de carretera en más de un 30 %. Este dato lo dio el alcalde. Inmediatamente, matizó que el estudio es antiguo por lo que precisa ser revisado y si es de forma periódica, pues mejor. Pese a ello, el organismo provincial alude a este riesgo, mayor o menor, cuando defiende el corte de la carretera. La opinión de la Dirección xeral de Industria, Enerxía e Minas es muy distinta. Tanto, que mantiene el permiso de la cantera.

Enrique Álvarez hace suya la reivindicación de los vecinos y pide un compromiso por escrito y con plazos del relleno de la vaguada, una actuación que sujetará las laderas y acabará con el peligro de hundimiento de la carretera. Apuntó que Deputación y Cavima llegaron a un acuerdo para ejecutarlo y que lo dejó en suspenso un reciente proyecto alternativo que la pizarrera que propone desviar la carretera. Los vecinos dicen que dañaría las huertas y que su coste muy parecido al del relleno, hoy en día estimado en unos seis millones de euros, muy por encima de los 4,1 de hace cuatro años. Los vecinos confían en que su petición será escuchada y no tendrán que movilizarse y exigir que se cumpla la prohibición.

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