Con 41,36 hectáreas de superficie de viñedo dedicada al cultivo ecológico, la provincia de Ourense ocupa el primer lugar en este peculiar "ranking" gallego. Muy por detrás están las 19,33 hectáreas de Pontevedra, 8,87 de Lugo y 0,29 de A Coruña. En todo caso, los datos de la provincia, e incluso los gallegos, son sumamente discretos y distan mucho de las 61.260 hectáreas de Castilla-La Mancha o las 18.632 de Cataluña, según los datos ofrecidos por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) y que recogió el Observatorio Español del Mercado del Vino.
A nivel estatal, los seis productores ourensanos ocupan la antepenúltima posición. Las 69,85 hectáreas de viñas registradas en el Consello Regulador de Agricultura Ecolóxica de Galicia (Craega) solo superan a las 4,90 de Cantabria y las 0,52 de Asturias. Y es que este tipo viñedo solo abarca el 0,3 % de las hectáreas dedicadas a viñedo, en Galicia.
"Non hai espazo de venda de ecolóxico. Nas grandes superficies e nos restaurantes, salvo nos ecolóxicos, non hai deste viño. Temos algúns consumidores finais e moito do que se elabora vai a exportación, a Alemania ou Inglaterra", explicó Manuel Docampo, de Adega Docampo Gacio CB, en Rubiá. Este bodeguero valdeorrés también expuso que la crisis sanitaria del covid-19 solo favoreció la venta de vino barato. "A xente se empobreceu. A pandemia é un problema e non só pola hostalería", añadió, aunque también subrayó su apuesta por este tipo de bebida: "Creo que, co tempo, todo o viño terá que ser ecolóxico. Hai que quitar os pesticidas".
Desde su bodega de Ribadavia, Cume do Avia SCG, Diego Pérez también cree en estos caldos: "Confío máis nun futuro con viño ecolóxico que con plantacións masificadas. É unha carreira de fondo", dijo. Eso sí, para conseguirlo, cree preciso el apoyo de las Administraciones.
"Estamos no paraíso dos fungos. É un atranco moi grande e as potenciais perdas son superiores as dun cultivo normal", coincidió en señalar Diego Pérez. Esta mayor afección se traduce en un encarecimiento del precio que complica su introducción en el mercado.
Un problema añadido es la "dificultade de acceso ao uso da terra. O minifundismo non é un problema, é o acceso á propiedade e a Administración nunca se preocupou de que o uso da erra sexa accesible".
Otro aspecto a destacar es la actitud de los gallegos ante el producto ecológico. "En galicia hai resistencia á valorización do ecolóxico. Non existe esa posta en valor", explicó Diego Pérez. Esta situación se da a pesar de los beneficios de la producción ecológica, "para a saúde e o medio ambiente".
