Mar Ramón, el arte de saber mirar las cosas que te rodean
Ella es tutora de Bellas Artes, artista, investigadora y docente
Nació en Valencia, pero desde niña reside en Niñodaguia, Xunqueira de Espadanedo, lugar donde ubica su taller desde donde salen piezas inspiradas en lo cotidiano, en aquello que nos rodea y que nos pasa desapercibido. Pero si los sabemos observar, descubriremos sus colores, sus formas y ergonomía. Y Mar Ramón sabe mirarlos como nadie. Darle vida y hacer que nuestros ojos se paren a observarlos y los aprecien. Hoy leerá esta entrevista desde Nueva York. El jueves cogió un vuelo que la llevó a la Gran Manzana para, durante un año, formarse, trabajar e investigar por medio de una beca Fulbright.
¿Cómo fueron sus inicios relacionados con el mundo del arte?
Mi interés era hacer Arquitectura, pero mis notas de bachillerato no fueron lo suficientemente buenos. Aunque más que arquitectura, me gusta el diseño de interiores, creía que para llegar a ello tenía que hacer dicha carrera. Pero lo vi todo muy teórico, y yo necesitaba más libertad. Poder expandir mi creatividad sin tantos corsés. Así que acabé decantándome por Bellas Artes.
Bellas Artes con un interés muy especial por la cerámica, ¿a qué se debe?
Mi madre ya hacía cerámica. Así que es algo con lo que había crecido, que veía en casa y acabó dejando su poso. Una herencia, y eso que al principio lo rechacé muchísimo. Me resistía a hacer lo mismo que mi madre. Luego, siendo consciente y realista, tenía un taller, ¿cómo no aprovecharlo?
¡Y tan bien aprovechado! Tanto que en el 2020 unas piezas suyas fueron utilizadas para la portada y contraportada de la prestigiosa revista Architectural Digest España.
¡Todo un honor! Se trata de una publicación que acompañó el número de septiembre de la revista, y que repasa lo mejor en galerías, anticuarios, restaurantes o tiendas de diseño de toda España. Las piezas que aparecen son unos bolos rústicos y un salero-pimentero muy original, al que, entre amigos, llamo “salpipadre”. Los bolos forman parte de una instalación que se llama “desnudo” y hacen referencia al cuerpo, al juego, a la suerte acierto y error, a la fragilidad y a la inutilidad.
Y ahora, desde Xunqueira de Espadanedo, empieza un intenso año de formación y trabajo en Nueva York.
Sí, de hecho, leeré esta entrevista ya en la Gran Manzana (risas). Se trata de una Beca Fulbright en Estudios Artísticos que convoca la comisión homónima y por la Xunta de Galica. Son solo cinco becas para artistas de toda la Comunidad.
¿Qué sintió en ese momento que le comunican que es una de las seleccionadas?
Me lo dijeron en el Día das Letras Galegas. Fue un subidón. Mucha alegría… y también muchos nervios.
Nervios que, supongo, fueron en aumento hasta el día de coger el vuelo rumbo a Nueva York, el pasado jueves 1 de septiembre.
He tenido que hacer 250 millones de papeleos (risas), así que también he estado muy ocupada… Y muy contenta, nerviosa… pero según se acercaba el día hay también algo de tristeza y podría decir que ya de “morriña”. Sentimientos encontrados.
Va a ser un año que no solo profesionalmente, sino que también personalmente, supondrá un gran cambio para usted.
Sinceramente, siento una gran incertidumbre. Me gustaría llevar el mismo ritmo de trabajo que estaba haciendo, pero va a ser un gran choque. Hasta que sepa moverme, donde encontrar las cosas, desplazarme por la ciudad… Tengo que sacarme las castañas del fuego. Salir de mi zona de confort. Un reto. Y yo estaba muy cómoda… (risas).
¿Y en cuanto a expectativas?
Voy a estar en un grupo de investigación en la Parson School of Desing como investigadora visitante en un trabajo postdoctoral. Me gustaría compartir experiencias, conocer gente nueva, su trabajo y que ellos conozcan el mío. Me encantaría exponer todo lo que pueda de mi trabajo… al final estoy allí y quiero jugar a “ser artista en Nueva York” (risas).
¡Eso suena muy bien!
¡A que sí! Y también tengo la intención de investigar sobre Ruth Matilda Anderson, la fotógrafa estadounidense que viajó a Galicia retratándola en imágenes como un auténtico trabajo de antropología de principios del siglo XX.
Una mujer icónica adelantada a su época y con un gran legado.
Totalmente. Es imposible no enamorarse un poco de su trabajo. Allí está la Hispanic Society y buscaré todo lo que pueda por si apareciesen más imágenes de Niñodaguia y de su entorno.
¿Se da cuenta que es como un “viaje a la inversa”? Ella viajó a Galicia para conocernos y usted viaja allí para ver si encuentra algo más de ese viaje.
Se podría decir que sí. Es más, estaba creando el proyecto del viaje, y tenía una foto de Niñodaguia de Ruth Matilda Anderson. Es un puente entre el lugar donde vivo y Nueva York. Y de ese vínculo hay que seguir tirando.
¿Nos podría desvelar como es su proceso de trabajo?
Puedo decir que trabajo “a churros”, de forma general… y de forma más conceptual, más artística, me interesan mucho los vínculos que general los cuerpos con los objetos. Según avanzo, van surgiendo ideas. Me gusta rodearme de muchas cosas y las voy juntando y veo lo que va tomando forma. Es un concepto muy escultórico también. Hay concepto, pero luego también visualmente tiene que transmitir.
¿En qué se inspira?
Me gustan las cosas cotidianas y domésticas, que normalmente pasan desapercibidas. Cuando te pones a observarlas detenidamente, empiezas a ver lo bonitos de los objetos, como son diseñados, su color, la ergonomía… me interesa mucho el objeto con respecto al cuerpo y también el material que es denostado porque nos rodea asiduamente.
¿Un ejemplo de ese objeto cotidiano que no sabemos mirar?
Vasos de cristal, el pomo de una puerta, una silla…
Es bonito mirar las cosas con otros ojos. Darle un valor. Y también que haya alguien como usted que te haga verlo.
Pero para eso es necesario detenerse a mirar y observar. Un ejercicio que deberíamos de hacer más a menudo. Yo como artista las descontextualizo, y así los ojos se paran a verla. Por eso una silla en un museo, la miras más. En la formación que voy hacer ahora, también voy a participar en un Laboratorio de Prácticas de la Observación, algo que me interesa mucho. Y volviendo a Ruth Matilda Anderson, ella estaba mirando Galicia como una investigación.
¿Cómo se definiría a usted misma como ceramista?
Más que ceramista, creo que soy una artista plástica. Hago cerámica, pero también foto, dibujo… un compendio de muchas cosas. Sí que me interesa mucho la cerámica por el contexto en que trabajo, pero los que se dedican a ella siguen más “reglas”, ciertas normas. Y los artistas nos las saltamos y vamos más por libre.
¿Cómo te sientes al realizar tus piezas?
No soy muy romántica yo… más bien analítica (risas). Por supuesto que me encanta, es un juego de combinaciones… pero me interesa más lo metafórico de la escultura, lo que cuentas con la obra. Y también el lenguaje metaescultórico de fragilidades, como un cristal se apoya en la cerámica y como funciona esa conexión, el textil que aguanta mucho con la cerámica que es dura, pero que se rompe enseguida…
Y con este año lleno de novedades, formación, investigación y trabajo, no sé si le queda tiempo para algún proyecto nuevo.
Tengo un par de exposiciones colectivas en Galicia mientras estoy en Nueva York. La idea es también exponer al regresar lo estudiado y creado en mi galería, Nordés, en Santiago.
Y quién sabe si nos traerá novedades de Ruth Matilda Anderson y su vínculo con Niñodaguia, Xunqueira de Espadanedo y la provincia en general…
¡Ojalá! La idea es investigar y traer también la sabiduría. La beca es un poco eso: formarse y devolver los conocimientos a mi tierra.
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