“No es que quiera dañarte, es que es algo muy mio”.
“No me toques” dijo el agua mientras se deslizaba entre la tierra, “Ni es que lo hiciera adrede” dijo la contaminación al agua astuta; escabulléndose hacia el río, caprichoso y monótono, que usaba la ciudad de Ourense como sus venas, pues no las usa sino las siente como suyas. “No es que quiera dañarte, es que es algo muy mio”.