El COB es un alma en pena

El equipo ourensano sigue empeorando su juego y ante el Palencia no aguantó ni el primer cuarto confirmando que está totalmente hundido deportiva y anímicamente

Ni juega, ni compite y mucho menos puede ganarle a nadie. El COB confirmó en Palencia lo que se ve desde fuera y desgraciadamente parecen tener claro también dentro: es un equipo destrozado anímicamente y una desastre colectivo en el que ya es imposible saber quien miente y quien es válido para seguir adelante por actitud, intensidad y fortaleza mental. 

Los partidos para los ourensanos ha dejado ser competitivos porque ni ellos mismos creen que puedan ganarlos. Los rivales llegan con urgencias o incluso problemas y salen reforzados y con la sensación de ser infinitamente mejores de lo que parecían. Se frotan las manos ante un COB que está en la lona ya antes de encajar algún puñetazo, que se cae por miedo a recibirlo.

Esta vez perdió un balón, falló una bandeja en el segundo ataque del partido, un gancho cómodo en el tercero, recibió un parcial inicial de 9-0 y asunto resuelto. Quedaban 35 minutos y el partido ya estaba acabado. Penoso, por cruel y por esperado.

Controlando mejor o peor el rebote, haciendo todas las rotaciones y las combinaciones posibles fue un muñeco de trapo para un equipo que tampoco estaba para tirar cohetes, que no había ganado dos partidos seguidos, que tenía bajas importantes y en el que su mejor jugador fue uno al que le buscan equipo.

El COB iba perdiendo por 15 puntos de diferencia ya en el primer cuarto (21-6) y llegó a perder por 27 en el tercero (66-39), pero lo peor de todo es que ya lo ha asumido como parte de los partidos. En el Pazo y en los desplazamiento sabe que hay momentos en los que va a ser un simple "sparring" con el que los rivales recuperan la confianza que ellos ha perdido hace semanas. ¡El Palencia hizo jugar a un cadete!

El ataque ourensano se convierte en un sorteo para saber a quien le toca tirársela y la defensa vaguea por el campo engañándose si el rival falla los tiros o se relaja.
Gonzalo García de Vitoria lamentaba en la rueda de prensa el enorme acierto del Palencia, pero no valoraba si había tenido algo que ver que muchos de los tiros de dos fueron en contraataque sin defensores cerca, penetrando o jugando bajo el aro. O si muchos de los triples eran un entrenamiento sin oposición. Eso sí, esta vez que el rival tuviese tanto acierto le sirvió al COB para no volver a sonrojarse por el rebote defensivo. Mérito suyo, ninguno.

Massine Fall ha pagado los platos rotos y Arkeem Joseph sigue jugando porque no hay más pívots, pero la falta de decisión y el autoengaño interno entre el cuerpo técnico y el club ha hecho que ahora el problema se haya extendido. Adonys Henríquez ha desaparecido y el perímetro, al completo, corre el mismo peligro. Antes parecía que con un buen pívot podría tener arreglo tanto desorden, ahora da la sensación de que hace falta un equipo nuevo.

Inmovilismo

El COB ha tenido dos meses para tomar medidas cuando todavía solo había dudas. Ahora está acorralado por la clasificación y escondido debajo de la cama en los partidos.
Es imposible creer en un equipo que no compite con nadie desde el primer partido de la pretemporada, pero más determinante es que la desconfianza parece haberse generalizado entre todos ellos. Entre el equipo y también con el cuerpo técnico. O no confían o no se entienden. El COB es un alma en pena por la liga que en Palencia no hizo más que hundirse un poco más. 

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