A veces también viene bien un toque de atención. Aunque duela por la contundencia del golpe, pero aprovechable si sirve para tomar nota. El COB salió de la plaza de Illumbe toreado por un rival que jugó la mayoría del partido a placer, pero con la cabeza alta porque nunca perdió ni las formas, ni las ganas ni el estilo. Aunque también humilde si acepta que saltó a la pista sin la intensidad de los partidos anteriores y asume que así no es rival para equipos con más potencial, como el que tenía enfrente.
Desequilibrado en ataque por jugar huérfano del juego interior y mejorable en defensa todos los cuartos. Así baja a la tierra y deja de ser un conjunto de sobresaliente para pelear solo por el aprobado. Cuando al otro lado está un equipo de ese nivel, no hay partido.
El Gipuzkoa no fue condescendiente con ese error. Castigó al COB por jugar “casi” a tope y lo hizo sin descanso. Mantuvo un ritmo lineal y también un nivel de acierto constante. El COB defendió, pero sin estar nunca al máximo. Insuficiente.
Adika Peter-McNeilly fue el mejor y se vio desde las primeras acciones. El más acertado en ataque era también el más intenso en defensa. La cruz eran los dos “cincos”. Ivica Radic salió blando en defensa y desesperante en ataque. Probó Félix Alonso con Romaro Gill y el jamaicano jugó con algo más de espíritu, pero todavía más perdido. El técnico cobista fue rotando entre un tuerto y un ciego sin encontrar nunca algo que aprovechar. Sin puntos en la zona y sin defensa el marcador empezó a ser cuestión de lógica.
El primer cuarto lo trampeó el equipo ourensano gracias al tiro exterior. Seis triples con grandes porcentajes para ir incluso varias veces por delante en el marcador. Bajó el acierto en el segundo cuarto, el Gipuzkoa jugaba a placer en ataque y poco a poco fue estirando la renta.
Alex Barcello acabó la primera mitad con 17 puntos fallando solo un tiro de campo y el primer aviso fue superar la renta de los 10 puntos. 52-39 a descanso.
En el tercer cuarto fueron apareciendo más “ayudantes” y el reto ya no era tener opciones de victoria, sino evitar el chaparrón. Palazuelos, Mendikote y Peter-McNeilly aguantaban el tipo, Llorente y Kacinas cumplían y el resto no estaba. De los diez a los veinte y de los veinte a los treinta. Sin mala actitud ni dejadez, simplemente por tener menos calidad y también falta de intensidad. Parecía el COB de otros días, pero no lo era. Faltó siempre ese poquito más en defensa que arrinconó al Menorca y que decantó la balanza ante el Betis.
Sobró todo el último cuarto, aunque sirvió para confirmar que el equipo tiene orgullo. Sin nada de lo que presumir, pero sin nada de lo que avergonzarse. A tomar nota y pasar página.