Si la noche fue dura, la mañana fue todavía peor

Los relojes de posesión se pusieron en huelga de números caídos y el humo fue su mejor argumento.
photo_camera Los relojes de posesión se pusieron en huelga de números caídos y el humo fue su mejor argumento.

La sesión vermú en el Pazo no le sentó nada bien a un COB sin argumentos ni calidad para imponerse en una “final”

Entró el COB al partido como si un trasnochador profesional de sábado se tratase. Caminando por la calle rumbo a casa, con el amanecer encima, pero las farolas aún encendidas y una gafas de sol puestas para una claridad que molesta después de horas moviéndose en la oscuridad. El equipo parecía pensar que los domingos por la mañana son para dormir o, en todo caso, para el vermú. Pero lo que marcaba el calendario era un partido ante un Cantabria necesitado. ¿Querer? Seguro que se quiso, pero no lució. Especialmente en la puesta en escena. Fue un COB de boca pastosa, movimientos lentos, muchos suspiros y pocas acciones. Todo sumado a la ausencia del único jugador que tiene fuegos artificiales en las manos: Justin Turner. El de Detroit, de corto (veraniego, no deportivo), se perdió la cita por lesión y bueno sería que fuese eso, en singular “la cita” y pueda estar recuperado para el próximo encuentro.

Fue un “todo mal” de manual. En el calentamiento, los relojes de posesión “titulares”, como si se viesen venir el panorama, hicieron huelga de bocinas caídas. Tocó sustituirlos por el método más “vieja escuela”, con los problemas puntuales que ello conlleva. Al ceño fruncido ayudaron los árbitros. Palanca e Ibáñez tienen nombre que pega bien para un dúo cómico. Al primero de ellos algo le debió hacer Samu Rodríguez que, sin que la cosa fuese con él, le mandó al vestuario antes de tiempo con una segunda técnica de ofendidito que le valió el abucheo del respetable. La tercera de la terna fue Paula Lema, con mando en plaza además, que cada vez que llega al Pazo parece que cobre por falta pitada. ¿Muchas “pijaditas”, no? Este es el nivel de una LEB Oro que, si se mira al arbitraje, es de pocos quilates. Alguien le tendrá que dar una vuelta, pero, atención spoiler, nadie hará nada.

Más en lo negativo. Sobre el 3 de 26 en triples hay poco más que añadir. Los números hablan más que las letras. De la mano puede ir el 10 de 21 en tiros libres, mal endémico del COB durante esta temporada. 

Así que, sin Turner como referente ofensivo, los cobistas se quedaron en ocho puntos en un primer cuarto que fue un polvorón difícil de digerir. Mal augurio.  En los siguientes parciales, las cifras no fueron tan malas, pero faltaba algo. Llámese picante, llámese calidad. Aun conociendo las limitaciones de la plantilla, hay mimbres para competir mejor de los que se estaba haciendo ante el Cantabria. Y el argumento irrefutable es que ya se ha hecho y ante equipos mejores.

Amagos e intentos

Ya por detrás en el marcador, a contracorriente. Acordándose de Santa Bárbara cuando truena y buscando enganchar varias acciones positivas para meterse en partido. Hubo un par de momentos que pareció que sí, con un Romaro Gill activo a base de tapones y canastas. Pero fue pura efervescencia. Volvió la sensación de que faltaba algo más que el cuadro ourensano no tenía.Y con esa mezcla de cabreo por lo propio (el equipo) y lo ajeno (los árbitros), el final del partido se precipitó para poner negro sobre blanco la victoria del Cantabria, que celebró sobre la pista con sus fieles desplazados.

Caras largas en un COB que se queda corto en demasiados aspectos para opositar a los play off. Le falta demasiado temario por estudiar. Aún encima, sin el alumno aplicado disponible, la tarea pasa a ser muy complicada. Tendrá que seguir peleando con un ojo en la pista y otro en la enfermería mientras tratar de aprender y olvidar a la vez la mala mañana de domingo que les tocó vivir. Hay días en los que es mejor no levantarse.

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