PASO DE PEATONES
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ENTREVISTA
Durante esos meses en la Franja de Gaza, Raúl Incertis Jarillo (Madrid, 1982) atendió a innumerables civiles palestinos tiroteados, mutilados o heridos por los ataques del ejército de Israel, pero también víctimas de la hambruna y de la falta de medicamentos.
A su regreso, Incertis elaboró un informe sobre la situación sanitaria con testimonios gráficos y forenses de su día a día, y lo puso en manos del Gobierno y de los partidos de la oposición.
El facultativo valenciano, que también fue voluntario en misiones en Afganistán, Líbano o Yemen, intervendrá este sábado por videoconferencia en el acto “21.000 nenos asasinados: Stop á barbarie en Gaza”, que organiza el colectivo Persoas en el claustro barroco de Celanova, desde las 17,00 horas.
Pregunta.¿Cómo ha cambiado Gaza desde que estuvo en 2023?
Está prácticamente arrasada. El paisaje es infernal, postapocalíptico, lleno de edificios derruidos tras caer más de 80.000 toneladas de bombas, como seis bombas atómicas. El 90% de Gaza es ahora “zona roja”, por lo que la población se apretuja en el otro 10%, en la costa. Hay kilómetros y kilómetros de campos de desplazados, donde viven hacinados en chabolas, sin recogida de basura ni saneamiento.
P.¿Cómo subsisten los gazatíes?
Respuesta.La harina no se encuentra y es muy cara, lo demás está prohibitivo. Una lata de atún puede valer 8 dólares, un kilo de azúcar, 200. No hay vitamina A ni proteína animal, y muy poca de origen vegetal. Deben recorrer muchos kilómetros con garrafas para obtener agua potable de los camiones, donde hacen colas larguísimas. También hay gazatíes que se resisten a abandonar por décima vez sus casas, y que están siendo bombardeados, sobre todo en la Ciudad de Gaza. A pesar de un paro rampante y del bloqueo que les impedía salir, para Oriente Medio estaban en un nivel medio: había restaurantes, centros comerciales, universidades, parques, etc. Ahora ya no queda nada de eso.
P.¿Y cuál es el paisaje humano?
R.El gazatí está en modo supervivencia, agotado, deprimido y desesperanzado, ya no puede más. Los niños llevan dos años sin escolarizar, están exasperados. Han aumentado los suicidios, los ataques maníacos, psicóticos. Les bombardean donde les dijeron que no serían bombardeados, todos han perdido a familiares de primer y segundo grado. Son conscientes de que los están exterminando poco a poco, están esperando el momento en que van a morir. El plan está muy claro e Israel lo está llevando a cabo. Pero no saben qué hacer con ellos, aparte de bombardearlos.
P.¿En qué condiciones trabajó?
R.Inhumanas. No hay materiales suficientes, faltan el 70% de los fármacos esenciales, hay muy pocos anestésicos locales, para el dolor posoperatorio ponemos ampollas de ibuprofeno. Faltan gasas, compresas, reutilizamos jeringuillas, limpiamos cosas que aquí se tiran a la basura. No hay leche de fórmula porque Israel no permite su entrada. Se calcula que entre 60.000 y 100.000 gazatíes ya han muerto a causa de no tener asistencia sanitaria: enfermos crónicos, de corazón, diálisis, las quimioterapias ya no se ponen. No hay ventiladores mecánicos suficientes, por lo que tienes que escoger a quién dejas morir, incluidos niños. Mis colegas gazatíes llevan trabajando así 23 meses, con turnos de hasta 70 horas, y al salir no vuelven a su casa, sino a una tienda.
P.¿Cuál es el paciente tipo que trató?
R.Mutilados de las formas más abyectas a causa de los bombardeo, muchos de ellos mujeres y niños. Desde que arrancó la Fundación Humanitaria de Gaza, orquestada por los Estados Unidos e Israel para el reparto de comida, empezamos a recibir eventos de múltiples víctimas varias veces al día. Estamos hablando de más de 50, 70, un día recibimos 200. En esos repartos también los tirotean a propósito, sobre todo en la cabeza y el tórax. No lo digo yo, muchos médicos hemos determinado que no son patrones de balas perdidas cuando se repiten de manera continuada. Tampoco se libran las zonas humanitarias, Israel tiene una doctrina llamada “¿Está papá en casa?”, por la que cuando se fijan un objetivo, esperan a que esté reunido con cuantos más familiares, mejor, y bombardean tiendas de campaña lanzando granadas desde sus drones. Así mataron a nuestro enfermero de quirófano, Ahmed, junto a sus tres hijos pequeños, mientras su mujer estaba embarazada en el hospital.
P.¿Sintió miedo allí?
R.La estructura del hospital temblaba decenas de veces al día por las ondas expansivas, a veces bombardeaban a 150 metros, recibimos amenazas del ejército. Pero te acabas acostumbrando a esa normalidad “anormal”, con niños jugando por la calle. Como no hay ningún lugar seguro en Gaza, no pueden esconderse y hacen vida normal. No permiten la entrada a periodistas extranjeros y somos una decena los médicos foráneos, pero nuestra presencia les da seguridad a los compañeros gazatíes de que no van a entrar las tropas israelíes, aunque allí somos todos lo mismo, no tienen miramentos.
P.Hay quien sigue sin ver un genocidio en lo que relata.
R.Israel ya ha sido acusado de genocidio por violar dos principios de la Convención de Ginebra: distinción y proporcionalidad. Pero hay una economía del genocidio que está enriqueciendo a empresas europeas, también españolas: constructoras, de vehículos o de armamento.
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