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Los vecinos de Xinzo y Teixugueiras, en el concello de Cartelle, hicieron justicia ayer con emérito, el “meco” protagonista del Entroido más anárquico y ancestral de cuantos se celebran en el rural ourensano.
No era un buen presagio que en el bautizo del ”meco” del lunes, después de toda una tarde de trabajo colaborativo en el monte, saliese elegido el nombre de Emérito, y así se demostró en la “Corrida do meco” de ayer. Sin piedad, pero sin salir del camino marcado, que para eso están los peliqueiros, el “meco” bajó por el Cótaro y subió por A Barreira, probando el asfalto y el barro más de la cuenta.
“Dalle aí!”, gritaban los jóvenes que tiraban del carro sobre el que desfilaba el emérito ourensano, quien no perdió la corbata ni la banda azul con las que fue engalanado, a pesar de las innumerables caídas y los golpes -contra una señal de tráfico incluida- recibidos. “Cambiádelle as zapatas ao carro”, bromeaban los testigos de un espectáculo donde no hay grandes disfraces, pero sí mucho sentimiento de arraigo a una tradición única en Galicia. Un ritual que, tal y como relatan los más mayores del lugar, se remonta a años atrás y al (mal)trato que sufrió un cobrador que asfixiaba con impuestos a los vecinos de la parroquia. Verdad o ficción, lo cierto es que los vecinos de Xinzo y As Teixugueiras viven el Entroido con emoción y, ante el grito de “Viva o meco”, el domingo conmemoraban el regreso del Entroido tras un año en blanco por la pandemia. La celebración ha incluido música, una cena vecinal y la también tradicional visita a las bodegas.
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