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Raúl C.L., de 22 años, tenía los pimientos al fuego cuando lo fueron a detener. Llevaba una semana viviendo en una casa que no era la suya y la propietaria no se había dado cuenta ya que estaba en la de su madre porque se había hecho daño en una pierna. Fue un vecino quien, el pasado domingo, llamó a la Policía Nacional cuando vio al detenido. El joven había salido a tirar la basura y el vecino se acercó a él pensando que era hijo de la propietaria, le preguntó por su madre pero el “okupa” le contestó que no la conocía y que no sabía cómo estaba.
Los agentes llamaron a la moradora habitual para preguntarle si sabía lo que estaba pasando en su vivienda, pero ella señaló que no tenía ni idea. Les explicó que no había mandado a nadie a su domicilio, por lo que la Policía Nacional la acompañó hasta allí con ella para comprobar qué sucedía.
A su llegada se encontraron al joven. Tenía sus enseres dentro y la ropa tendida a secar. Los agentes lo invitaron a salir, pero este no solo se resistió, sino que, además, ofreció todo tipo de resistencia e intentó volver al interior, golpeó la puerta varias veces y consiguió lesionar a uno de los policías actuantes en una pierna. Así, fue detenido por tres delitos: allanamiento de morada, atentado y lesiones.
La denunciante realizó una inspección de su casa y comprobó que Raúl C.L. había estado viviendo en su domicilio y que le faltaban cosas. Según indicó a los agentes, le había desaparecido un neceser con joyas valoradas en 1.200 euros. Tras ser detenido pasó a disposición judicial y quedó en libertad.
El joven ofreció una exhaustiva resistencia cuando lo fueron a desalojar. La casa no estaba deshabitada, la propietaria había salido unos días, y por tanto entrar a vivir en ella no se considera una okupación -un delito penado con una multa de tres a seis meses-. En este caso, el detenido estaría cometiendo un delito de allanamiento de morada por el que, según el Código Penal, podría ser castigado con una pena de prisión de seis meses a dos años. Por ello, la Policía Nacional pudo sacarlo en contra de su voluntad.
El jueves de la misma semana, ocurrió un robo con fuerza en la avenida de Portugal. Un hombre saltó la valla de una casa apoyándose en el cuadro de contadores y accedió al interior. La puerta de la vivienda estaba abierta y la propietaria había salido a hacer unos recados al centro.“Un vecino lo vio y avisó a la policía. Los agentes nos vinieron a preguntar si nos faltaba algo y pensé que no, pero entonces me enseñaron mi propio DNI, explicó la afectada.
El hombre había dejado tirada toda la documentación detrás de la casa cuando huyó. “El vecino ya lo vio entrar y salir corriendo muy apurado, eso le extrañó”, comentó la moradora. Además, otros vecinos vieron como escondía una mochila en el contenedor. Se llevó con él 70 euros que había en una cartera y algunos relojes.
“Entró en casa y en un galpón que tenemos abajo, donde guardamos nuestras carteras”, asegura la denunciante. “Al llegar encontramos el cajón de nuestra mesilla debajo de la cama y todo revuelto”, añade.
La propietaria celebra no haber estado dentro cuando sucedió el robo. Reconoce que ahora “tenemos un poco de miedo y cerramos la puerta con llave”.
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