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Venían a cubrir la falta de relevo generacional en el sector del transporte ourensano, pero chocaron con una barrera burocrática. El primer grupo de veinte conductores que llegó de Perú a Baños de Molgas, y al que pertenecen Victorino Ruiz y Franklin Arquínigo, dejó poco a poco la provincia. Doce de ellos están trabajando en distintas empresas de otras provincias gallegas; otros cuatro dejaron de colaborar con Nukloo, la empresa que les captó en Perú y esperan sus permisos de trabajo en Maceda y Baños de Molgas; dos más regresaron a casa y otros 2 consiguieron finalizar todos los trámites, pero no llegaron a incorporarse a sus empresas. Distintas experiencias que coinciden en un punto común: un atasco de sus expedientes en la oficina de Extranjería.
El proyecto iniciado en agosto de 2023 parece haber entrado en vía muerta, y eso afecta tanto a la empresa de captación -que no puede cumplir con sus compromisos ante las compañías ourensanas-, a las propias empresas que siguen necesitando una mano de obra que aún no pueden incorporar y, sobre todo, a los chóferes. Estos sufragaron el viaje, la formación y la estancia con unos ahorros que van menguando. Algunos de ellos, creyendo que en tres meses estarían ya en la carretera, prepararon el viaje de sus familias a España, y se han reunido aquí sin tener aún sus permisos en regla. Quienes optaron por dejar Ourense han vuelto a emprezar a tramitar su permiso de trabajo en otras provincias, y quienes se quedaron esperan el final de los trámites.
Victorino Ruiz es uno de los pocos a los que sonrió la fortuna. “Vinimos con el visado de estudiantes. Hicimos las 130 horas del CAP (formación para conductores profesionales) y 10 horas de prácticas. El examen fue en diciembre, y en febrero salió la resolución”, cuenta Ruiz, que esperaba empezar a trabajar en una empresa de autobuses de Lalín. Hizo con ellos un viaje de prueba hasta Bilbao y vuelta, tras el cual le comunicaron que no contaban con él. “Me dolió mucho que me desvincularan. Ocurrió en un momento muy inoportuno”, recuerda. “Ahora estoy con una empresa de Almería, que conocí a través de una gestora. Me cambiaron el expediente y estoy esperando que salga la nueva resolución, porque la anterior quedó invalidada”, explica.
Un tiempo que corre en su contra, pues había organizado el viaje de su familia incluso antes de trasladarse él mismo a Ourense. Ahora residen en Pobla de Lillet, en la provincia de Barcelona, donde se encuentra esperando la resolución de su expediente. De Nukloo, la empresa con la que vino a España, solo tiene buenas palabras. “La empresa me ayudó con los gastos cuando los ahorros se fueron acabando, sobre todo con la comida y la estancia. De su parte no me han dejado de lado en ningún momento. Les estoy totalmente agradecido”, asegura Victorino, quien ha gastado desde que llegó a Ourense 20.000 soles peruanos que tenía ahorrados. Al cambio, en torno a 5.000 euros. De ellos salieron el coste del vuelo, la alimentación y la estancia el tiempo que permaneció en Baños de Molgas.
Aunque ya no reside en Baños de Molgas, sigue en contacto con quienes iban a ser sus compañeros, y reconoce que “están incómodos y esperando. Son cosas que se dan con las entidades públicas, que no son como uno piensa. Todo depende del tiempo de demora. En mi caso, el documento se presentó el 20 de diciembre (de 2023) y recibimos el okey para trabajar el 8 de febrero aproximadamente”, relata Victorino Ruiz, reconociendo que su caso fue muy rápido. Al final, su oportunidad en Galicia no salió, y reconocía que “estoy esperando, estoy contento. Ha pasado bastante tiempo. No veo la hora de salir a trabajar ya a la carretera”.
Mientras ese momento llega, Ruiz se ha desplazado hasta la localidad catalana de Pobla de Lillet para reunirse con los suyos.
Franklin Arquínigo acabó abandonando la colaboración con Nukloo, la firma que lo trajo a Ourense, junto a otros tres compañeros. Y también el hotel de Baños de Molgas. Se trajo a España a sus hijos, pero sigue varado en un vacío legal mientras no reciba el permiso de trabajo. Cuando se solucione, comenzará a trabajar con Expediciones Galaicas, una empresa de Allariz.
“Veníamos con el condicionante de sacarnos los permisos acá. El curso, los documentos, la homologación del permiso de conducir, el tacógrafo… nos dieron 3 o 4 meses. Estamos en abril de 2024 y todavía no hemos podido tener la ansiada resolución de Extranjería. No sé si tenían previsto esto, pero parece que no. La empresa con la que estamos ahora tramita la documentación que le requieren, y seguimos esperando”, relata Arquínigo. “En mi caso y el de mis compañeros, los trámites los hicieron las empresas. Muchas no saben de temas de Extranjería, y es la primera vez que contratan extranjeros. En el camino han tenido que presentar documentos que no esperaban presentar. Nos hemos visto en un obstáculo donde no confluyen la necesidad de los trabajadores, la de las empresas y la de la Administración. Si nos hubiéramos complementado, todo sería más rápido” añade.
Entre los motivos que argumenta para explicar su cambio se encuentran las expectativas. “No estábamos de acuerdo sobre todo con las condiciones salariales. Creyeron que íbamos a aceptar ofertas por debajo del promedio, y no es así. Vamos a trabajar en una empresa que genera beneficios y buenas pagas. En Perú se nos dijo que los sueldos iban a ser de entre 2.500 y 3.000 euros. Las empresas acá nos ofrecieron entre 1.800 y 2.000. Quisimos buscar empresas que nos ofrecieran mejores condiciones”, relata. “Además, con el sueldo vino una rebaja disimulada. Nos dijeron que había que firmar una carta de compromiso que tenía ciertos descuentos, pero no se nos especificó por qué eran”. Ese fue el detonante de que buscaran otra alternativa.
Desde que llegó a España, Arquínigo calcula haberse gastado unos 8.000 euros en su formación, alojamiento y manutención. Además, acaban de llegar sus hijos, con quienes se ha trasladado a un piso de Maceda. “Llegaron en la segunda quincena de marzo. Esperaba estar ya trabajando en el camión”, comenta el chófer.
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