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Rubén R.L, alias Rubens o Muñón, admitió este martes ante los magistrados de la Audiencia de Ourense que intentó matar a un agente de la Policía Nacional, que estaba fuera de servicio, el 9 de junio de 2020, en pleno ataque de celos y con un problema de adicción a las drogas que condiciona sus actos. Se mostró lacónico -en fase de instrucción incluso no declaró- y se limitó a aceptar los delitos imputados por las acusaciones.
La víctima salía en aquel momento con la expareja del inculpado y, cuando ocurrió el ataque, estaban tomando algo con ella y unos amigos en una terraza de Valle Inclán. También hubo amenazas, por lo que la condena será de cinco años y medio de cárcel, además de una indemnización de 3.500 euros. El inculpado ya pagó 2.000 y el resto lo abonará en plazos de 100 euros durante un año.
Su abogado defensor anunció que pedirá la suspensión de la pena de cárcel para seguir un tratamiento de deshabituación pero la sala que lo juzgó aún no se pronunció sobre este particular. Tendrá en cuenta los antecedentes del acusado, quien fue condenado a tres años de prisión el pasado año por tráfico de drogas. Precisamente, Rubén, en aquel juicio, atribuyó la imputación por drogas a una venganza policial por el apuñalamiento por el que fue juzgado ayer.
El inculpado, antes de la agresión, había enviado mensajes de audio por wuasap con amenazas tanto al policía como a su exnovia. El tono no era amable: “Me da igual que seas madero”; “te voy a matar”; “en cuanto te vea me voy a echar a tu cuello”; “te mato en cero coma”…
Veinte minutos después del último de los mensajes, sobre las dos y cuatro del mediodía, cogió un cuchillo de 19 centímetros y 9 centímetros de hoja y se desplazó en taxi a la calle Valle. Se apeó del coche y, sin mediar palabra, tal como admitió ayer, se dirigió al perjudicado, quien estaba de espaldas y se abalanzó sobre él .
Cuando este último trataba de levantarse y girarse, recibió dos puñaladas. Los acompañantes del herido lo defendieron y el acusado huyó, tirando el cuchillo bajo un coche. Las cuchilladas iban dirigidas a zonas vitales pero el forcejeo con el atacante y la ayuda prestada por los testigos que estaban con el agente evitó complicaciones.
El encausado, además, no podía acercarse a la mujer, ya que pasaba una medida cautelar de alejamiento que le impedía acercarse a ella a menos de 300 metros.
El policía tardó en curarse 30 días y le quedaron como secuelas dos cicatrices. La acusación por tentativa de homicidio responde a que hubo intencionalidad. “Fue un atentado contra la vida o la integridad física conscientemente y buscado por el investigado”, sostuvieron la Fiscalía y el letrado de la acusación particular.
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