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REPORTAJE
Llega la primavera y empieza una de las rutinas propias de esta estación, la esquila de las ovejas. De esta faena es un gran conocedor y maestro Adriano Borrás, más conocido como Atilano, un esquilador natural de Alcañiz, un municipio de la zona sur de Teruel."En mi pueblo había tres cuadrillas de unos 15 esquiladores, allí fue donde empecé, pero luego me vine a Galicia en el año 1999", rememora.
Atilano lleva desde los quince años practicando el arte de la rapa de ovejas por toda España, aunque desde hace algo más de veinticinco lo hace dentro de las fronteras gallegas. Acompañamos a Atilano y sus compañeros esquiladores en una intensa jornada de rapa en Vilariño de Conso.
La delicadeza y la técnica son clave para hacer un buen trabajo, para que el vellón de lana salga entero y no hacer cortes en la piel de las ovejas. Él mismo enseña a los jóvenes esquiladores que se van uniendo a su cuadrilla: "Empecé solo, pero poco a poco y por la gran demanda, empezamos a hacer cuadrillas más grandes". Gente de la montaña de Lugo, e incluso de la zona natal de Atilano y mismo de Andalucía, le ayudan en su desempeño por los pueblos gallegos y portugueses, librando a las ovejas del peso de la lana que les fue creciendo durante todo un año.
Un grupo de entre once y trece esquiladores, junto con sus correspondientes cogedores, se reparten la gran demanda de trabajo que comienza, generalmente, a finales del mes de marzo. "Cuando viene el buen tiempo todos quieren rapar, entonces ahora hay mucha faena. Luego ya sabemos que en agosto no hay nada", explica. Trabajan durante 100 días a destajo y, cuando la temporada de rapa en Galicia finaliza, algunos de sus esquiladores se van fuera de España: "Hay gente de la cuadrilla que se va a trabajar a Francia o a Escocia".
No hay duda de que con el paso de los años se ha avanzado en las herramientas que se utilizan para trasquilar ovejas, pasando de usar tijeras a afeitadores de gran potencia; pero este oficio mantiene su esencia tradicional. "Hacemos el sistema neozelandés, un sistema de rapa que inventaron los esclavos de Nueva Zelanda cuando los ingleses les llevaron las ovejas", muestra Atilano con sus herramientas en mano. De generación en generación, este maestro enseña las mejores técnicas de rapa que fue aprendiendo a lo largo de los años a los jóvenes esquiladores que se van uniendo a su grupo.
Hasta hace no mucho, a Galicia también venían esquiladores de algunos países de Europa, pero desde que la cuadrilla de Atilano empezó a hacer escuela en tierras gallegas se han ido haciendo con el negocio. "Hay alguno que viene pero poco a poco han dejado de venir porque no les compensa, porque si estamos nosotros por aquí pues el trabajo les escasea más", aclara.
En plena época de esquila, Atilano hace un barrido por las explotaciones ovinas de Ourense y Lugo, empezando por el sur de Galicia, donde el volumen de ovejas es mucho mayor. "Lo normal de un esquilador son 200 ovejas al día trabajando en el mismo sitio".
Atilano ha quedado en la nave de ovejas de Elvira Macía, que tiene desde hace ya 24 años en Chaguazoso. Los esquiladores empiezan a montar todo lo necesario para garantizar el máximo confort, tanto para ellos como para las ovejas. Cuatro esquiladores preparan los tableros sobre los que raparán la lana de las ovejas, con sus afeitadoras inglesas y arneses para que soporten el peso de su propio cuerpo, evitando forzar la espalda.
Una vez listos los puestos de trabajo, con la ayuda de Elvira y su marido van sacando lotes de ovejas. Por delante tienen hasta 180 ovejas que rapar. Con música de fondo al ritmo de ska o rock, las ovejas van pasando por las cuchillas. "Escuchamos de todo menos cumbias", apuntillan entre risas. "Les relaja, están más tranquilas porque también eliminan ruidos externos que las puedan alterar, y a nosotros nos ayuda a concentrarnos mejor en la faena que estamos haciendo". El espectáculo de movimiento, olores y sonidos durará toda la tarde.
"Tenemos técnicas para que estén más tranquilas. Las ovejas, en cuanto les sacas las cuatro patas del suelo, se creen que están en un sofá y se quedan tranquilas. A veces, otras no". Delicadeza pero también rapidez, los esquiladores consiguen rapar la lana de unas 20 o 30 ovejas por hora, un proceso que tiene lugar ante la atenta mirada de Elvira, la dueña del rebaño.El trato y la relación de los pastores con sus ovejas en Galicia es muy especial, algo que Atilano conoce perfectamente: "Hay que tener mucho cuidado de no hacerle daño en la piel, aquí a la gente les gustan las ovejas, viven con ellas y no quieren que les aticen cortes".
La función de los cogedores es muy destacada, ayudan a colocar las ovejas en una postura idónea. En el caso de hacer algún corte indeseado en la piel de la oveja, los esquiladores vierten sobre ella una mezcla de ceniza de madera de haya con especias, que crea una costra inmediata sobre la herida y la ayuda a cicatrizar.
"Da gusto velos traballar, se non estivera contenta con el, co seu traballo, non viñan tantos anos seguidos", describe Elvira, que ya perdió la cuenta del tiempo que lleva echando mano de Atilano. Cada año cuida de su rebaño, esquilando la lana que les sobra para que estén más cómodas de cara al calor del verano. La primavera es la mejor época para rapar a los animales, ya que cuando hace frío, las ovejas aprietan más la lana para mantener la temperatura. "Si hace calor abren la lana para que pase el fresco, y al abrirla está más recta y el corte es más limpio".
Al final de la jornada de trabajo, Elvira recoge un total de dos sacos enormes de lana, que a día de hoy no se puede comercializar. "Este ano fixeron un convenio no Concello cunha empresa, que non pagan pero recóllena. E o ano pasado viu un señor para recollérnola, aínda que o ano pasado non nos pagou nada xa".
Después de más de tres horas de arduo ajetreo, Atilano y sus esquiladores rematan su faena y recogen su material para dejarlo limpio y preparado para continuar al día siguiente en otra granja diferente.
En cuanto a las tarifas, explican que pueden variar. "El precio puede rondar entre los 2,50 y los 3 euros por oveja, aunque esto depende de muchos factores, como el número de animales del rebaño o el trato recibido por parte de los dueños".
Las ovejas de Vilariño de Conso se han quitado un peso de encima. La cuadrilla de Atilano se retira a descansar tras una tarde de faena, para comenzar un nuevo día por las explotaciones ovinas de Ourense.
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