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Va de barrios
Faltan cuatro meses para las elecciones municipales y los políticos de todos los colores ponen el pie en la calle para conocer el estado de los barrios y prometerles a los ciudadanos esas mejoras que ansían, en algunos casos, desde hace unos cuantos mandatos.
La Región recorre con los vecinos las calles y los proyectos más castigados por el abandono de los mandatarios. Empezamos por A Ponte, uno de los barrios más populosos (viven más de 8.000 ourensanos) y también de los más reivindicativos. La humedad y la carcoma se adueñan de la Plaza de Abastos, que espera su apertura, y copa los titulares recientes. También la eterna desgracia de la locomotora, que nadie repara. La entrada al lado pontino es toda una declaración de intenciones: bienvenida a un barrio cercado por vallas metálicas desde hace cinco años.
“Non é normal que haxa beirarrúas que son dunha administración e outras do Concello. E que para arranxar unha beirarrúa, os veciños teñan que chamar a uns ou a outros. A Alcaldía tiña que coordinar todo isto”, explica Fernando Moure, de la asociación Andén Primeiro. El vecino se refiere a las vallas colocadas en una acera del Puente Romano: el lío administrativo hace que entre Xunta y Concello se echen la pelota sobre sus respectivos tejados para ver quién la arregla. De momento, sigue el asedio a la entrada de A Ponte.
La ruta continúa hasta el ilusionante proyecto de una Plaza de Abastos abandonada lentamente. Hasta los grafitis se adueñan ya de la infraestructura, que por dentro está vacía. “Isto xa vén de lonxe. Agora o alcalde dixo que abrirá en 15 días, pero sabemos xa que iso non vai ser posible. Queremos ser positivos e farémoslle a petición aos que veñan. Hai moitos negocios e empresarios que queren traballar. Esta rúa antes tiña vida e agora só vemos carteis de ‘Se alquila”, dice Arturo Baliño, de la asociación cultural Vía Vella, frente a la Plaza de Abastos. El barrio espera su mercado desde hace ocho años y el Concello dice ahora que lo volverá a sacar a concurso, pese a que Jácome prometió en agosto que estaría operativa ya este mes de enero.
La ruta sigue por las arterias principales de A Ponte, como la avenida de As Caldas, con negocios cerrados desde hace tiempo y un estado deteriorado de las aceras. Los vecinos se animan a apoyar el pie en la acera, donde se tambalean las baldosas. “Aquí hay muchas caídas. Solo que la gente no denuncia”, advierten.
Al desembocar en la actual estación de tren, el sonido de los cláxones avisa de otra queja habitual de los vecinos. “Este acceso á estación impide que a veciñanza do outro lado do barrio poida dirixirse ás súas casas. Non é un muro físico, pero realmente é un muro, porque tes que dar a volta á estación. E cando chega un tren, o barrio está bloqueado polo tráfico”, dicen los vecinos. “Esto es la selva”, advierte Ana Gloria Rodríguez, de la Asociación Vía Vella, sobre el caos. Justo detrás, el emblema ourensano que es la locomotora, languidece por la dejadez municipal.
Durante el recorrido, y a pesar de ser un día de semana tranquilo, varios vehículos aparcan en la acera y en los accesos a la estación para apear a pasajeros. Los accesos habilitados no convencen a nadie.
La ruta sigue hasta el centro de salud. La falta de aparcamiento es un estrés para los usuarios, especialmente para los de movilidad reducida. Ir al médico significa pararse en el acceso a la estación, en una vía sin aparcamientos, y con tráfico habitual desde primera hora de la mañana. “Aquí a las nueve de la mañana se monta un girigay”, dice Ernesto Larrea.
La falta de contenedores soterrados sigue el recorrido. “Levan averiados anos, o alcalde comprometérase a arranxalo en pouco tempo. Pero seguen sucios e rebosantes de lixo”, señala Ana Gloria Rodríguez.
Al final de la ruta espera una sorpresa: la rúa da Casilla, una jungla en la que la vegetación se come las aceras y los desprendimientos de tierras de los últimos temporales convierten la zona en un barrizal. Los gatos callejeros campan a sus anchas en este paraje abandonado. Ni siquiera el cartel de “Prohibido aparcar” se libra de la maleza.
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