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CRÓNICA
Hay un grupo de personas al que no le preocupa cerrar las persianas durante el día ni que se acabe el stock de ventiladores en las tiendas de electrodomésticos. Suficiente es esperar a que el asfalto baje de temperatura para poder dormir unas horas. Y es que los sintecho de la ciudad están superando con muchas dificultades la ola de calor.
Entre ellos está Plácido, un hombre que vino a Ourense hace cinco meses en compañía de Gucci, su perro. Cada día, ocupa un lugar a la sombra en la calle del Paseo y pide dinero a los viandantes. Explica que no se puede poner al sol porque tiene alergia y le causa erupciones en la piel. Se remanga y enseña sus brazos: están repletos de marcas rojizas. “Ayer casi me meten en una bolsa de cadáveres, me duelen las heridas, no aguanto este calor”, señala Plácido.
Vino desde Asturias, donde residió un tiempo, pero su origen se remonta al centro de menores de A Carballeira. Allí pasó cuatro años y, cuando cumplió la mayoría de edad, tuvo que marchar. “Ahora estoy pensando en volver a Asturias solo porque no puedo soportar más días aquí. Me sube la fiebre”, lamenta.
El transeúnte cuenta que la noche no es más sencilla que el día: “Duermo en una tienda de campaña debajo de un puente. En ella hace más calor aún y tengo que salir con las esterillas para poder dormir. Mi perro tampoco aguanta dentro”, explica.
Su mascota no se separa de él. “Hasta tres matrimonios me lo quisieron comprar, pero no hay dinero suficiente para pagar esta compañía”, dice, y añade que prefiere “los animales a las personas, me acompañan siempre”.
Carmen también busca portales a la sombra para pasar el día en la ciudad. Va de un lado para otro con sus maletas, en las que lleva las cenizas de sus padres. Viste abrigada, con una manga larga, para los 40 grados de ambiente, pero afirma que se siente cómoda.
Para ella lo peor es dormir: “Ayer no me pude acostar hasta las 12 de la noche porque quemaba el suelo”, indica. Además, aunque suele elegir los jardinillos de Padre Feijóo -porque afirma que están casi todo el día a la sombra-, se enfrenta a la suciedad que aborda todas las esquinas. Cada vez es más difícil hallar un lugar, confiesa.
El hogar del transeúnte funciona del mismo modo que el resto del año, señalan fuentes municipales. Por tanto, los ingresos comienzan a las 20,00 horas, algo que poco alivia el pasar un día a pleno sol.
Carmen señaló que nadie le ofreció asilo durante el calor y desde las instituciones no se hizo pública ninguna medida para ayudar a las personas sintecho a estar en algún lugar ventilado. Sí se pudo ver, sin embargo, a algunos viandantes proporcionándoles botellas.
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