Carlos Blanco: "La gran mayoría de los instrumentos de mi colección ya no existe"

El etnomusicólogo, inventor de instrumentos, poeta y, sobre todas las cosas, “caminante”, es el protagonista de un concierto didáctico

Blanco, junto a uno de los exóticos instrumentos a cuyo estudio dedica su vida (XESÚS FARIÑAS).
Blanco, junto a uno de los exóticos instrumentos a cuyo estudio dedica su vida (XESÚS FARIÑAS).

El Centro Cultural Marcos Valcárcel acoge hoy, a las 19,45 horas, un “concierto didáctico” de Carlos Blanco Fadol, organizado por el Obradoiro de Instrumentos musicais de la Diputación de Ourense. Blanco es etnomusicólogo, compositor, inventor de instrumentos musicales y poeta, pero prefiere definirse como “caminante”. Entre otros logros, posee una colección de más de 4.000 instrumentos, fundó tres museos y creó un sistema musical para ciegos, bandas sonoras y documentales, logrando con todo ello dos candidaturas al Premio Príncipe de Asturias.

¿Qué ofrecerá a los asistentes a su concierto de hoy?

Les mostraré instrumentos que nunca imaginaron que pudieran existir. Este espectáculo se sale un poco de lo tradicional, porque viajé por los cinco continentes investigando las formas musicales, y pienso ofrecer un compendio de lo que descubrí como caminante. Y haré participar al público gracias al único instrumento con el que puedes interpretar el Himno de la Alegría sin conocimientos de música. Además, presentaré un videoclip que compuse en nombre de mi abuelo por el 100 aniversario de su partida de la aldea de Brantuas (A Coruña) hacia Uruguay y también mi libro “La sonrisa oculta de la música”. Por lo tanto, no se puede catalogar ni como concierto ni como conferencia, es simplemente el resultado de un largo recorrido y de una vida extremadamente dura. Me fui de Uruguay a los 20 años con una guitarra y 10 pesos. Y mi trayectoria se condensó en un reconocimiento mundial, pero la verdad es que no me fue bien siempre. Fue una lucha constante, con tesón, esa garra charrúa que generalmente se aplica al fútbol.

¿Cuáles son las piezas más singulares de su colección?

Tuve la suerte de contar con mecenas muy poderosos que me aportaron piezas que impactan a la gente. Tengo instrumentos que funcionan al caer el agua o mediante el fuego, el segundo órgano de bambú que se hizo en el mundo, instrumentos hechos con restos humanos... El 70% de los instrumentos de mi colección ya no existe, y se usaba durante la guerra y para inducir estados de trance o enamorar a alguien. Por ejemplo, empleando el arpa que extrae palabras y permite crear declaraciones de amor.

¿Cómo enfoca sus museos?

Su contenido didáctico es abrumador. Me centro en los instrumentos de cada zona y también en el exotismo, y me dirijo a colegios, institutos y universidades. En Alicante, por ejemplo, dedico una vitrina entera a instrumentos de la Comunidad Valenciana, y muestro instrumentos que pueden crear los escolares en unas horas.

¿Qué le aportaron sus viajes por todo el mundo?

Una amplitud de mente escandalosa. Te das cuenta de que los seres humanos somos mucho más parecidos de lo que nos quieren hacer creer: estamos todos unidos por un vínculo común. Si todo el mundo viajara, se incrementaría la solidaridad; y, si yo tuviera algo de poder, pondría a todos los gobernantes una mochila para que caminen por los pueblos del mundo y se quieran hacer amigos de personas que ni siquiera hablan su lengua.

¿Qué siente por Galicia?

Me siento muy orgulloso de mis raíces gallegas. En Uruguay, miraba el horizonte e imaginaba la tierra de mis ancestros a través del océano. Desde hace mucho, me planteo venir a vivir aquí y hacer lo mismo desde el otro lado del mundo.

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