Colombia y Venezuela copan el número de asilados en Ourense

EMIGRACIÓN

A los refugiados acogidos en la provincia se sumará en breve un grupo que huye de la guerra en Mali y que se unirán a los escasos africanos de un colectivo mayoritariamente sudamericano

Publicado: 29 jul 2024 - 06:30 Actualizado: 29 jul 2024 - 15:12

Una venozalana prepara unas arepas, comida típica de su país, en el Campo da Feira de Ourense.
Una venozalana prepara unas arepas, comida típica de su país, en el Campo da Feira de Ourense.

Hace poco más de un siglo, en 1920, un total de 20.659 ourensanos partieron hacia América buscando un futuro mejor para ellos y sus familias. En las siguientes décadas, la provincia continuó con ese bum migratorio, llegando a convertirse entre 1946 y 1962 en la cuarta de España que más salidas registró. Los tiempos cambian y ahora el camino es a la inversa: los ourensanos que antes se marchaban al extranjero son los que en la actualidad reciben a unos inmigrantes que también buscan una vida mejor.

A partir de esta semana, está previsto que empiecen a llegar a la provincia 50 de los refugiados que recalaron en Canarias huyendo de la guerra de Mali. Los primeros 16 vendrán a la ciudad el jueves y desde el 19 de agosto otros 9, según la información remitida por fuentes de Delegación del Gobierno en Galicia. Ya en septiembre, Allariz acogerá a otros 25.

En la actualidad, el 80% de los solicitantes de asilo en Ourense son ciudadanos de Colombia y Venezuela, según explica Óscar Diéguez, trabajador de Cáritas. Ambos países viven sumidos en una situación de inseguridad, de hecho, están los dos empatados en el puesto 140 del Índice de Paz Global, lo que los sitúa como los menos pacíficos de toda Sudamérica.

Una vez llegan aquí, tienen que pedir cita en la comisaría para manifestar su voluntad de solicitar el asilo. “El proceso para conseguirla se puede demorar hasta dos o tres meses porque hay un volumen enorme”, explica Diéguez. Tras ello, los emplazan para un segundo encuentro en el que les asignan un número de identificación de extranjero y pueden residir legalmente en España mientras no se decide sobre la petición. “Si llegas hoy, más o menos en septiembre u octubre consigues la primera cita y la segunda, que es casi inmediata, y podrías empezar a trabajar aproximadamente a partir de mayo del año que viene mientras no se resuelve la situación”, cuenta Diéguez.

Formación universitaria

Uno de los grandes obstáculos a la hora de encontrar trabajo es la gran dificultad que tienen para acreditar la formación universitaria que poseen en sus países, por lo que muchos se ven abocados a empleos para los que estarían sobrecualificados. Lo que sí que logra la mayoría es homologar el bachillerato en un plazo corto, alrededor de tres meses. “El acceso al mercado laboral está muchas veces condicionado por los estudios y pasan de trabajar de ingenieros de planta a un supermercado, algo que sin duda es digno, pero que supone un cambio importante”, señala Diéguez. En este sentido, el perfil de los solicitantes de Venezuela y Colombia es el de personas jóvenes, de entre 30 y 40 años, formadas y el mayor porcentaje es el de parejas con hijos.

La mayor dificultad que se encuentran es el tema de la vivienda. “El mercado está como está y poder acreditar un contrato no es posible porque acaban de llegar y no pueden trabajar, por lo que se ha convertido en una odisea”, cuenta Diéguez. En este sentido, explica que algunos recurren a conocidos que tienen aquí, pero incluso ha visto casos en los que para alquilar les piden seis meses o un año de adelanto, lo que supone un desembolso de golpe de 7.000 y 8.000 euros. “El que tiene posibilidades porque ha traído algunos ahorros o tiene una familia pudiente en su país opta por esa solución, pero en la mayoría de casos se van a casa de un conocido que los acoge unos meses hasta que estabilizan la situación”, añade.

Pese a las complicaciones, casi la totalidad asegura que les merece la pena por la seguridad que tienen en Ourense porque “la tranquilidad no se paga”. “Hay alguno que me contó que le ofrecieron un trabajo, pero que tenía que entrar a las siete de la mañana y no podía andar por la calle de noche, entonces les explico que aquí no hay problema”, narra Diéguez. Asimismo, una de las ventajas con las que cuentan para adaptarse al lugar es el conocimiento del idioma.

Distinto perfil

Las solicitudes de asilo de países africanos son muy minoritarias en la provincia. El perfil es distinto a los de Colombia o Venezuela, ya que algunos de ellos no están alfabetizados en su país, especialmente en Marruecos, por lo que el idioma supone una barrera. “Tenemos que empezar por las letras, la construcción de palabras o por los verbos y cuando más o menos está dominada esta parte empezamos con la conversación, es un trabajo a largo plazo”, cuenta Diéguez. En el caso de los que provienen de Argelia y Marruecos tienen la ventaja de que hablan algo de francés, pero en el caso de Senegal, si son de ciudades sí que hablan la lengua gala, pero si residen en algún pueblo hablan wolof, un idioma local que apenas tiene parecido con el castellano.

A diferencia de los latinos, son menos los que ostentan titulación universitaria, en su caso son también personas jóvenes, pero la mayor parte viene sin familia. “Son muy, muy buenos trabajadores, sobre todo en empleos más físicos, una vez que entran en la empresa se quedan porque lo hacen genial”, manifiesta Diéguez.

Contenido patrocinado

stats