El interés cabría en un breve
Pasó lo que pasó
Tener criterio cansa mucho
Durante esta semana, La Región ha puesto de actualidad la candidatura de Ourense como sede de la futura Agencia de Inteligencia Artificial, ponderando las oportunidades y las capacidades para hacerse con el preciado organismo por el que compiten A Coruña y Santiago en primera instancia y luego otras ciudades españolas. Sería pretencioso decir que el periódico lidera una demanda de estas características, pero también sería hipócrita afirmar que su papel no está siendo relevante. Los medios no están (creo) para redimir a la sociedad de sus pecados, tampoco ser Moisés para guiar a su pueblo apartando las aguas del Mar Rojo, pero sí para colocarle delante de sus narices la pertinencia o la improcedencia de determinadas demandas. También para identificar a quienes pueden, llegado el caso, arrimar el hombro. Es ahí donde cae el manto de la noche, donde no quedan ni sombras chinescas para hacer los juegos con los claroscuros ante la pared. El periódico no ha tocado a rebato para que algunos representantes salgan en tromba a defender el interés común. Se ha limitado a convocar a quienes pueden tener capacidad de opinar sobre un asunto de enjundia. La redacción se adentra en la agenda para solicitar opiniones, invitando a que se expresen, incluso reivindiquen algo que puede ser bueno para Ourense. Es ahí donde queda claro que las opiniones hay que quitarlas con fórceps, donde se pone de manifiesto que unas palabras a favor del bien común en la ciudad es hacer una maniobra de reanimación cardiopulmonar.
Nunca toca
Siempre hay en Ourense como mejor disculpa un “no sé que esperas si aquí no viene nada”. Es esa endémica resignación que nos persigue porque “nunca nos dan nada”, como si los logros del progreso viniesen siempre en un billete de lotería premiado y no por la exigencia de lo que corresponde. Si estas actitudes, cronificadas hoy, hubiesen prendido hace siglos Ourense no tendría ni catedral. Pasará con la elección de la sede para la Agencia de Inteligencia Artificial lo que con otras decisiones: pesarán sus condicionantes técnicos, pero también la capacidad de mediación, negociación o presión política. O todas ellas. Es en los despachos donde se inclinan las balanzas y en ese sancta sanctorum hace mucho que no entra nadie de Ourense con cierto peso.
Muditos
No le consta a la Xunta peticiones, mucho menos presiones desde Ourense para la elección gallega que competiría con el resto de ciudades de España que tienen idéntico propósito. La preocupación es relativa en los sillones del poder, a donde llegan dardos de las otras urbes que compiten por atraer el futuro organismo público. ¿Qué esperar entonces de los catorce diputados (ocho del partido que gobierna Galicia y los otros de la oposición) que representan a la provincia? Tan amigos de las fotos y la trompetería en las romerías e inauguraciones de ferias resulta curioso no conocer aún opiniones suyas ni individuales ni colegiadas sobre este asunto, sobre todo de los populares. Esperarán órdenes y las acatarán, no sea que los criterios en la defensa de Ourense sienten mal en Santiago o en el resto de ciudades. Mientras puedan seguir así hasta hacen bien porque de sobra saben que a quienes tienen que rendir cuentas no es a quienes los votaron, sino a quienes los colocaron en las candidaturas para que los elijan.
Igual que aquí
Entre las ciudades que compiten para contar con la futura agencia está Granada, que apuesta muy fuerte y en distintos frentes. El periódico El Ideal de Granada publicaba el jueves una información que decía así: “La secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial, Carme Artigas (…) ha ensalzado la unidad de las instituciones granadinas en la candidatura como sede de la Agencia Estatal de Supervisión de la Inteligencia Artificial. “Cuando veo la unidad entre las Administraciones digo: ‘Ya sois ganadores’. No sé si la agencia vendrá a Granada o a otro punto, pero habéis articulado un proyecto colaborativo. Ya estáis en el mapa del mundo”. En Ourense dudo que La Región pueda publicar algo así. Y no sería por ganas, obviamente.
La Molinera, una sede para no agonizar
La Molinera es la sede propuesta en la candidatura para la Agencia de Inteligencia Artificial. La historia de esta dotación también es muy de aquí. El histórico edificio y sus alrededores fueron salvados de la ruina al inyectarle un millón de euros de fondos europeos y convertirlo en Centro de Coñecemento, dependiendo del Concello de Ourense. Superados un montón de avatares, que no infortunios, logró tomar forma en el mandato del 2015 al 2019. Con pocos medios pero mucho interés el centro era un hervidero de ideas en el campo tecnológico. Luego llegó Jácome y en el proceso de descomposición iniciado entonces lo reservó para su Centro de Inteligencia Artificial de la Señorita Pepis. Acabó cerrado el asunto y su responsable desertando. Ahora se propone como sede de la eventual agencia, cumpliendo con ello los criterios exigidos en la convocatoria. El Concello cedería el inmueble, quizá la única solución al deterioro al que lo ha sometido el alcalde.
El portafotos
Manuel Reigosa es rector de la Universidad de Vigo y está liderando el proyecto para que pueda prosperar Ourense al menos como candidata gallega a acoger la sede de la Agencia de Inteligencia Artificial. La semana que entra se verá con los rectores de Santiago y A Coruña, ciudades que también aspiran a la misma nominación. Cada uno jugará sus bazas y Reigosa ha hecho una apuesta por el campus de la ciudad, ofensivamente considerado en ocasiones como “periférico” dentro de la propia Universidad. En una entrevista publicada el miércoles se mostró convencido de las capacidades ourensanas para pintar algo en la decisión final, pero modulando sus palabras, más propias del terreno de la diplomacia. Sabe que cualquier puñetazo encima de la mesa puede hacer saltar por los aires las opciones ourensanas y un rector no suele estar para quemarse en los intereses locales. Un día antes, estas mismas páginas recogían las opiniones de Elena Rivo, vicerrectora del Campus, que dijo: “Fue una decepción que Santiago y A Coruña rompiesen el pacto universitario”. Y agregó: “Si no nos ponemos de acuerdo entre nosotros, perdemos fuerza. Es triste porque competimos con el resto de España”. Triste, sí.
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