Julián Pardinas Sanz, teniente fiscal de la Audiencia Provincial de Ourense: “Siempre he situado a la víctima por encima de todo”

VIOLENCIA DE GÉNERO

Teniente fiscal de la Audienca Provincial de Ourense y exfiscal de Violencia de Género

Julián Pardinas, en su despacho el pasado día 23 octubre.
Julián Pardinas, en su despacho el pasado día 23 octubre. | Óscar Pinal

Julián Pardinas Sanz (Ourense, 1953) cuelga la toga de fiscal, una con puñetas que le confeccionó la madre de su amigo Rafael Areán. Será el próximo viernes 14 de noviembre cuando se jubile con 44 años, 4 meses y 12 días -siempre hace gala de una excelente precisión- de vida laboral. El teniente fiscal y hasta hace poco delegado de Violencia de Género quiso siempre ser lo que es y, aunque por imperativo de edad deja la Fiscalía de Ourense, ve el futuro como una oportunidad para seguir aportando. Aún le queda mucha batería y cabeza, según confiesa.

Pregunta.Su último logro en los tribunales ha sido conseguir una absolución, algo curioso para un fiscal.

Respuesta.El Ministerio Fiscal tiene por objeto, según establece la Constitución, promover la acción de la justicia en defensa de la legalidad. Esa defensa de la legalidad, la mayor parte de las veces, te obliga a acusar, pero hay ocasiones, como en el incendio de A Chavasqueira, en las que entiendes que no hay prueba suficiente y, en consecuencia, tú no formulas acusación, aunque haya alguien, como en este caso el Concello, ejerciese la acusación particular.

P.También resulta curioso que deje la Fiscalía por imperativo de edad...

R.Sí, me voy por imperativo de edad. Comprendo perfectamente que estas son las reglas del juego. Cumplo 72 años, llevo dos años en prórroga, teóricamente a los 70 ya podría haberme marchado. Hay que dar paso a la nueva generación.

P.¿Una obligación más que un deseo?

R.¡Evidentemente! Soy muy feliz con mi trabajo; he tenido la inmensa fortuna de trabajar en algo que me ha gustado, es decir, he tenido vocación desde muy joven de ser fiscal. Desde que acudí a los primeros juicios cuando tenía 18 años, y nos llevó un profesor, Fernando Díez, el que fue secretario de la Audiencia de Ourense. Me encantó el papel del fiscal y desde joven yo pensé que tenía que serlo, y efectivamente lo conseguí, y he disfrutado muchísimo con mi trabajo.

P.¿Cómo se siente ahora?

R.Me siento triste por dejar lo que tanto he querido durante 45 años y preocupado, porque no sé qué me va a deparar el futuro. Veo que mi cabeza sigue funcionando, y me gustaría aprovecharla para algo. Supongo que encontraré mi camino, como todos los jubilados. En esta etapa me dispongo a disfrutar de la familia, de los nietos, y, si surge la oportunidad de algo, ahí estaré.

P.Yo le veo en plena forma. ¿Qué rol le gustaría seguir desempeñando: asesor, abogados, profesor …?

R.La vida relacionada con el mundo del Derecho ya se ha terminado. Pero sí, me gustaría hacer alguna cosa, pero no sé aún. Desde luego, me gustaría que se aprovechara más a la gente de mi edad y que está todavía capacitada. Es una pérdida para la sociedad, aunque, por otra parte, también entiendo que hay que dar paso a las nuevas generaciones. Es una época en la que nos jubilamos infinidad de personas, somos la generación del baby boom, y eso va a ser terrible, porque se queda absolutamente descapitalizada cantidad de profesiones, no solamente la nuestra. En el plazo de 10 años se va a jubilar más de un tercio de la carrera judicial y fiscal, que solamente se renueva a razón de 120 plazas al año. ¿Me gustaría dedicarme a algo más? Pues sí, sin duda que me gustaría. Participar en la vida política de alguna manera, a lo mejor, no lo sé.

P.¿Por qué fiscal y no, por ejemplo, abogado o incluso político? Es de verbo fácil y argumenta bien...

R.Vocación de fiscal la he tenido siempre, por tradición familiar. Por la rama materna, todos están relacionados con el mundo del Derecho. Mi padrino, abuelo, bisabuelo eran magistrados. Estaba ahí latente y, desde luego, la despertó totalmente aquel secretario judicial, profesor del Instituto de Ourense.

P.¿Y cuáles cree que han sido sus puntos fuertes?

R.No tengo ni idea. He tratado de hacer mi trabajo lo mejor posible y siempre con un horizonte: la víctima por encima de todo. Creo que es el punto fuerte de todos los fiscales, en última instancia, trabajamos por los derechos de la propia víctima.

P.¿Qué virtudes considera imprescindibles en un fiscal de violencia de género, su especialidad desde 1998?

R.Quizás la vocación de servicio, la templanza y la paciencia con la víctima. Hablar mucho con ellas, es muy importante, pensando siempre en ellas. No hay más.

P.Y, pensando en su relevo, ¿qué consejo le daría al que venga?

R.No tengo que darle ningún consejo, porque la persona que me va a sustituir está sobrada de conocimientos, no ya jurídicos, sino en el aspecto humano, con la misma delicadeza, la misma dedicación, la misma templanza, y las mismas condiciones que pueda tener yo. Por lo tanto, no soy la persona más indicada para dar ningún consejo, sino, a lo mejor, al contrario, para recibirlos.

P.¿Marisa Melero?

R.Sí.

P.¿Dónde encontraba la fuerza para seguir lidiando con el lado más oscuro del ser humano?

R.Tampoco necesitaba una fuerza especial. Es un trabajo como otro cualquiera, en el que ya sabías que todas las mañanas tenías que venir a tu despacho, encontrar o despachar lo que te encontraras, y, hombre, afortunadamente, hay dos formas de hacer cualquier trabajo en esta vida, es decir, de buena gana o de mala gana. Yo, como he tenido la inmensa fortuna de trabajar en lo que me gustaba, pues siempre he conseguido venir de muy buen humor, sabiendo que mi trabajo, al igual que el de cualquier otro fiscal, es un trabajo importante para la sociedad y hay que hacerlo lo mejor posible.

P.¿Pero en la violencia de género hay víctimas muy dañadas?

R.Yo he recibido en mi despacho a infinidad de víctimas de violencia de género y he aprendido de todas ellas, siempre con muchísima paciencia.

P.Una compañera suya será la próxima fiscal superior de Galicia. ¿Se rompe el techo de cristal?

R.Me consta que su designación no ha sido por su género, sino por su valía.

P.¿Cuál ha sido su mayor sinsabor?

R.El crimen de Taboadela. No conseguí sentar en el banquillo al investigado, el hijo del matrimonio asesinado.

P.¿El mayor éxito?

R.La detención y posterior condena del autor del homicidio de la joven Montserrat Martínez, una década después.

P.¿Un caso que le desvelara por su complicación?

R.El crimen de Nerea Añel, un caso con un encaje jurídico complicado. Llegué hasta donde pude.

P.¿Qué se lleva para casa?

R.Un sentimiento de gratitud para todas las personas con las que he trabajado tanto en Asturias como en Ourense. Algunos de ellos, desgraciadamente ya no están. Tengo un recuerdo muy especial de mi compañero y amigo Carlos Valenzuela o el exfiscal jefe Alfonso Vez.

Disculpe el atrevimiento

P.Si no fuese fiscal …

R.Piloto, pero se me daban mal las matemáticas.

P.¿A la derecha o a la izquierda?

R.A la derecha, siempre.

P.¿Se emociona con…?

R.Soy muy sentimental, con mi familia, con mis hijas, mis nietos, con los buenos amigos, con muchas cosas.

P.¿Desconecta con?

R.Nado todos los días desde hace 25 años. Voy al pabellón a las 7.00 am, como cantidad de adolescentes, y, tras 1.500 o 2.000 metros, te quedas como nuevo.

P.¿Algún otro deporte?

R.El golf.

P.¿Qué le gustaría que dijesen de usted?

R.El de una buena persona que hizo bien su trabajo

P.¿Su persona favorita?

R.Mi mujer. Ha sido mi bastón, mi apoyo, mi amiga … Todo. Mi vida, sin ella, no tendría sentido. Y después de ella, mis tres hijas, indudablemente.

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