María José Sotelo Iglesias: "Creo que el prejuicio de los colegios religiosos viene de la política"

Entrevista

Es la nueva Superiora General del Instituto Calasancio Hijas de la Divina Pastora

María José Sotelo, religiosa ourensana.
María José Sotelo, religiosa ourensana.

La ourensana María José Sotelo Iglesias está aterrizando en un cargo a nivel mundial: esta religiosa de O Couto acaba de ser elegida nueva Superiora General del Instituto Calasancio Hijas de la Divina Pastora, las Calasancias, con presencia en diez países de cuatro continentes. En la comunidad del Santo Ángel, de la que fue alumna y profesora, celebran el nombramiento de la compañera. Ya piensa en la “ruta” por las diferentes comunidades para testar las necesidades, especialmente en la labor educativa.

¿Cómo le llega esta oferta y por qué acepta la petición de liderar a las Hijas de la Divina Pastora?

Me llega por sorpresa y la acepto con sentido de servicio al Instituto en el que estoy. Me lo piden las hermanas y encantada, sabiendo las consecuencias de esfuerzo y preocupaciones que supone.

¿Cuál es su preocupación? ¿Qué retos se marca?

En el Instituto tenemos muchos retos. El de los colegios, porque nos dedicamos mucho a la educación. Casi el 100% son colegios nuestros y obras educativas. El reto de la educación es muy importante, es la plataforma en la que la sociedad puede mejorar y los jóvenes pueden adquirir unos valores que la convivencia social necesita. El reto de la misión compartida también está ahí, compartir con los laicos. También la atención a los más necesitados. Tenemos el reto de transformar nuestros colegios en lugares de acogida, cercanía, sencillez… Son nuestros valores carismáticos. Y también la cuestión de que cada vez somos menos religiosas en la Iglesia.

Falta relevo generacional en la Iglesia. ¿Cómo se afronta desde dentro esta cuestión?

Faltan religiosas. Todavía tenemos un grupo de mediana edad y de jóvenes que están acompañando la misión, pero lo afrontamos como toda la Iglesia. Intentando que la misión no se venga a menos, que los colegios sigan adelante a través de formulas que ya existen. Es decir, empapar a la gente que está a nuestro lado, a los laicos, del carisma religioso.

Es un cargo importante, representará a la congregación religiosa en todo el mundo.

Sí. le llamamos Instituto pero es la congregación. Estamos en diez países y cuatro continentes.

Las calasancias están muy vinculadas a la educación. ¿Cree que hay prejuicios en llevar a los hijos a un colegio de monjas? Y si existen, ¿han ido a más en los últimos tiempos?

Sí, ese prejuicio existe en la sociedad. No sé si va a más o no, pero en nuestro país existe fundamentalmente. En otros países no existe ese prejuicio. Se crean esas divisiones de la privada y la pública que ya viene de lejos, pero en la práctica real a nosotros no nos faltan alumnos. Los prejuicios creo que vienen de los debates políticos más que del debate social.

Las religiosas también son misioneras. Tienen gran presencia en América Latina, por ejemplo. ¿Cómo se vive su labor en países en conflicto?

Tenemos muchos retos ahí, en unos países más que en otros. A veces nos encontramos con muchas dificultades porque en algunos países las situaciones políticas van cerrando puertas y acorralando a la Iglesia. Como religiosas y como el pensamiento de la Iglesia, no podemos dejar pisotear los derechos humanos. Es el reto de la Iglesia. Además, en España hay países de los que no se habla.

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