El Miño, lugar de reunión de intrépidos nadadores

Un grupo de amigos ourensanos lleva cerca de dos décadas nadando en el río casi a diario. Estas travesías están motivadas por el amor al Miño, que les lleva a zambullirse tanto en verano como en invierno, cuando el agua está a ocho grados.

Publicado: 15 ago 2021 - 06:37 Actualizado: 17 ago 2021 - 09:07

Casi 20 años de descensos a nada por el Miño

Cuando el río Miño sale en la conversación, es posible que a la mente de los ourensanos acudan la imagen de los puentes, de las playas fluviales, o los recuerdos de sucesos protagonizados por la corriente. Pero para cierto grupo de amigos, el río de la ciudad es un lugar de encuentro diferente.

La pandilla liderada por Fernando Carvajal desafía la leyenda de que el Miño es un lugar peligroso. Desde hace casi 20 años descienden a nado por el río casi a diario. Habitualmente son cuatro o cinco, pero en ocasiones se juntan más de 15 valientes para afrontar la travesía. Fernando comenta que estas reuniones surgieron espontáneamente. “Gústanos o río, algún chamaba a outro amigo, e agora xuntámonos durante todo o ano”, relata Carvajal. Y es que los chapuzones no se limitan al verano: en invierno se zambullen en el Miño con el agua a apenas ocho grados de temperatura.

El Miño es un punto de unión para ellos, pues algunos se conocieron a raíz de esta actividad iniciada hace dos décadas. Entre los miembros de la cuadrilla, algunos aprendieron a nadar en el río. Pero hay otros que “levamos pouco tempo, un par de anos acudindo ás xuntanzas”. Fernando Carvajal y sus compañeros destacan que lo que hacen “non é perigoso” y que prácticamente cualquier podría acudir, pero coinciden en que hay algunas directrices a seguir.

Mejor acompañado

Para Fernando, es muy aconsejable “vir con alguén que controle a zona e sobre todo non poñerse nervioso”. “Baixando con tranquilidade ninguén debía ter problema”, señala el nadador, a la vez que explica que “tamén depende dos caudal do río, a menos caudal máis roca, hai que saber ler ese factor”. Carvajal insiste en la importancia de “respetar ó río e non deixarse dominar polos nervios, podes dar dúas brazadas, esgotarte e entrar en pánico”.

La opinión de los compañeros de aventuras de Fernando es la misma y ofrecen otros consejos. Uno de los integrantes del grupo, al que cariñosamente llaman Popi, destaca que “calquera consello en calquera incursión ó río debe estar orientado á seguridade”. Para él, las sensaciones de una persona ese mismo día son tan importantes como saber nadar. Popi indica que los nadadores “deben saber afrontar os perigos do río, como as rocas e as correntes, ademais de ser cautos e respetar o río”.

Este grupo de amigos es consciente de lo necesarios que son el respeto y la prudencia antes de zambullirse al Miño, algunos equipados con aletas, neoprenos o gafas de buceo. El recorrido comienza en un rincón rocoso a unos metros de las piscinas de Oira, y el final depende del día. En esta ocasión terminan a la altura del Puente romano en 20 minutos, pero si el caudal del río es elevado, alargan el trayecto otros 40 minutos hasta Outariz.

La travesía alterna secciones tranquilas con tramos rocosos y de corrientes más fuertes. En ellos se dejan llevar por el río, evitando zonas problemáticas, ya que conocen muy bien estos rincones del Miño. Al ser arrastrados, pueden disfrutar de una vista distinta a la terrestre: una espectacular panorámica de los puentes de la ciudad, primero a lo lejos y después pasando por debajo de ellos. Denominan a la Ponte Vella su particular “arco del triunfo”. Para encarar la salida del río en otra zona de rocas, hacen un último esfuerzo contra corriente. Como broche de oro, regresan a trote desde allí hasta Oira.

Contenido patrocinado

stats