EL MACHISMO NO CESA
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ENTREVISTA
La provincia de Ourense cuenta actualmente con dos embajadores que ejercen en plazas estratégicas de la diplomacia española. Son los hermanos Santiago y Marcelino Cabanas Ansorena, hijos del magistrado Marcelino Cabanas Rodríguez, originario de Bustavalle (Maceda). Santiago Cabanas fue nombrado embajador de España ante Estados Unidos en septiembre de 2018, tras ejercer en Argelia y Jordania, y vivir una etapa anterior (de 2005 a 2010) en EEUU como cónsul general en Miami. Su hermano Marcelino es el experto de la diplomacia española en África occidental, tras estar al frente de las embajadas de Camerún y Nigeria. Supera cada uno las tres décadas de servicio y han dado continuidad a la labor de su padre, quien ejerció como delegado de España en Naciones Unidas y secretario general de la Conferencia de Ministros de Justicia de los países hispano-luso-americanos.
"Mi padre, como gran jurista y gran gallego nos marcó mucho a todos los hermanos en nuestra trayectoria"
El embajador Marcelino Cabanas Ansorena, licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales, forma parte del Cuerpo Diplomático desde 1987, con un destino inicial en Bolivia como secretario de Embajada. A continuación ejerció en Noruega (1989) y Hungría (1992). Entre 1996 y 1998 fue vocal asesor en la Secretaría de Estado de Asuntos Europeos (SEUE), y en el bienio siguiente, secretario general de Asuntos Internacionales de Seguridad. En el año 2000 fue nombrado cónsul general en Rabat, representación que ejerció durante siete años. Entre 2007 y 2012 revivió las experiencias de su padre en Naciones Unidas, primero como subdirector general adjunto de la Subdirección General de Naciones Unidas del Ministerio de Asuntos Exteriores y después, desde 2009, como subdirector general de Naciones Unidas y Asuntos Globales. En 2012 regresó a África como embajador en Camerún, y desde 2017 está al frente de la diplomacia española en Nigeria, una de las dos primeras economías del continente y país africano líder en producción de petróleo.
Usted cumple este mes tres años como embajador de España en Nigeria y su hermano vivirá en septiembre su segundo aniversario como embajador en Estados Unidos. Su padre, el magistrado Marcelino Cabanas, que fue delegado de España en Naciones Unidas, ¿les marcó y animó a hacer carrera diplomática??
Sí, como buen padre, gran jurista y gran gallego nos marcó mucho a todos los hermanos en nuestra trayectoria vital y profesional. Mi padre nació en una aldea de Maceda, en Bustavalle, estudió en Ourense y en Salamanca, y luego hizo las oposiciones a letrado en Madrid. Pero gran parte de su carrera la hizo en el Ministerio de Justicia; siempre fue un gran jurista, pero también tenía una vocación internacionalista y multilateral. Perteneció a la Academia de Jurisprudencia de Galicia, creó la Conferencia de Ministros de Justicia Hispano-Lusos e Iberoamericanos y tradicionalmente viajaba a Nueva York, a la Asamblea General de Naciones Unidas, y allí desarrollaba una gran labor en todos los campos en los que era especialista; en el de la Justicia, pero también, y especialmente, en el campo de los Derechos Humanos.
Es decir, tenía una gran vocación multilateral y eso nos marcó a los dos hermanos y nos hizo plantearnos seguir la carrera diplomática, lo cual hemos hecho, ambos ya con más de 30 años de ejercicio. Así que, efectivamente nos marcó mucho.
¿Qué debemos recordar especialmente de la trayectoria de su padre?
Mi padre nació en 1918, estudió en Salamanca porque mi abuela, que era ourensana también de Maceda, se instaló posteriormente en Portugal, en Carregal do Sal (distrito de Viseu). Después de la carrera, con 21 años, sobre el año 40 se instaló en Madrid para preparar las oposiciones a letrado del Ministerio de Justicia. Y a partir de entonces desarrolló toda su vida en Madrid y en el exterior. Pero básicamente la dedicó al Ministerio de Justicia. Fue magistrado del Tribunal Supremo y a su jubilación se dedicó como asesor jurídico al mundo de la empresa.
¿La familia ha conservado la vinculación con Galicia?
Mi padre siempre fue muy gallego, también en su manera de ser. Muy gallego y muy galleguista. Toda su vida se centró mucho en Galicia, también en sus últimos años (falleció en 2011). Ahí se recuperaba de sus dolores, males y enfermedades. Yo recuerdo durante toda nuestra niñez los viajes a Portugal, pero siempre con excursiones a Galicia. Nos llevaba a Maceda, Ourense, Allariz y también a Santiago y A Coruña, en donde teníamos familia. Mi abuela veraneaba en el siempre fresco sitio de Maceda.
Recuerdo los ríos trucheros, el castillo de Maceda, el Santuario de Os Milagros, Xinzo de Limia... Todos los alrededores de Maceda eran preciosos. Era todo bonito y recuerdo con mucha intensidad los días que íbamos a Ourense a conocer la ciudad, que es una preciosidad. Y luego mi padre, después de la jubilación, también acostumbraba ir a Galicia; como gran cristiano iba siempre a ganar el Jubileo a Santiago, y cuando estaba ya más enfermo le gustaba ir a tomar las aguas a la Isla de la Toja. Así que él nunca olvidó Galicia; estaba muy orgulloso de ser miembro de la Academia de Jurisprudencia de Galicia y era amante de la literatura y del arte gallego. Siempre tuvo a Galicia en su corazón y en su cabeza.
"Aquí hemos tenido religiosos que no querían regresar a España a pesar de los peligros"
Tiene una calle dedicada en Maceda. ¿A la familia le basta ese reconocimiento local?
Bueno, nosotros estamos muy orgullosos de que nuestro padre tenga una calle en Maceda, y para mí el mayor orgullo es que cada vez que íbamos a Maceda, y espero volver pronto, cuando las circunstancias y los viajes se reanuden, todo el mundo recordase a mi padre con cariño y en muchos casos con admiración. A toda la familia eso nos hace sentirnos muy cercanos a Galicia.
¿La covid-19 también ha transformado la vida en las embajadas?
Pues sí. Al igual que en todas las profesiones, hemos sufrido mucho, hemos tenido que transformarnos rápidamente y hemos estado sometidos a prueba. La pandemia llegó a África un poco más tarde que a Europa. Aquí habían sacado enseñanzas del sufrimiento habido en Europa, pero digamos que las secuencias fueron muy similares, con confinamiento y cierres y restricciones de viajes. En Nigeria, con 200 millones de habitantes y más de dos veces la extensión de España, teníamos médicos españoles trabajando para Médicos sin Fronteras o en hospitales en el norte, en donde hay terrorismo e inseguridad, y costó mucho repatriarlos.
En primer lugar querían quedarse hasta el final, sin abandonar sus puestos, y cuando hubo que sacarlos o ayudarlos a salir y asistir para que pudieran volver a España, fue muy difícil, porque había restricción de movimientos y muy pocos aviones de España. Se nos exigió mucho y creo que pudimos ayudar en lo posible a los españoles que estaban aquí.
Por otra parte, las medidas de distanciamiento social y de confinamiento han afectado a la Embajada. Tenemos que trabajar mucho más de forma telemática; por ejemplo, en vez de hacer exposiciones en salas de arte, las hacemos virtuales. En vez de clases presenciales, damos tutorías en español. Y en vez de hacer proyectos de cooperación sanitarios o educativos, tenemos que confiar mucho más en que se mantengan, en ayudarles y en guiar nuestra cooperación de forma telemática desde aquí, desde Abuja. Es un mundo nuevo, con un nivel de exigencia mucho mayor para todo el personal de la Embajada. Pero se ha reaccionado bien; estoy muy orgulloso de todo el equipo, que ha funcionado y ha podido seguir trabajando en todos los sectores de la Embajada, ayudando a los empresarios, reforzando la actividad cultural, naturalmente asistiendo a todos los españoles y a toda la colonia, y manteniendo la actividad notarial, registral, los visados... Estamos razonablemente satisfechos de cómo hemos podido responder.
¿Cuántas repatriaciones han coordinado desde Abuja?
Desde la Embajada llevamos dos países, Nigeria y Benín, que es más pequeño y de habla francesa. Calculo que hemos dado asistencia, es decir, logrado que se pudieran incluir en vuelos humanitarios de compañías especiales, a unas 40 personas.
Cuando se empezaron a ver los peligros de la pandemia y los cierres, hubo muchos españoles que salieron. De los que se quedaron, fue especialmente difícil el traslado de unas 30 personas desde Nigeria y de una decena desde Benín. Eran casos difíciles, porque vivían lejos, y porque las comunicaciones entre los 38 estados federales del país se vieron afectadas. Debido al corte de rutas y comunicaciones entre estados, hubo que hacer caravanas para lograr sacarlos. Había mujeres embarazadas que era absolutamente necesario sacar del país. A varios médicos que se encontraban en el norte tuvimos que ayudarles primero a llegar desde Borno, que es el estado en el que están los terroristas de Boko Haram, hasta Abuja, y una vez aquí intentar incluirlos en los aviones de repatriación de las compañías con permisos excepcionales. Como Nigeria no es un país con mucha colonia española, fueron unas 30 personas, pero cada caso resultó una aventura. Tuvimos la colaboración de las líneas áreas y de las autoridades nigerianas, y pudieron regresar todos a sus residencias habituales en España, con lo cual estamos muy satisfechos.
¿Ya ha regresado a Nigeria la mayoría de los voluntarios de las ONG?
Algunos cooperantes han vuelto. Yo siempre digo que cooperantes, religiosos y médicos son personas que tienen una vocación especial. Incluso en los momentos difíciles les cuesta mucho dejar sus puestos. Antes de estar aquí fui embajador en Camerún y en República Centroafricana, donde hubo una guerra civil, y son los últimos en salir, porque ellos son muy conscientes de que trabajan por vocación e incluso en las condiciones más difíciles piensan que son necesarios y no quieren dejar sus trabajos. Lo he vivido en República Centroafricana y lo he vuelto a vivir aquí. Les decíamos que van a cerrar las fronteras y solo iban a tener dos o tres oportunidades de coger un avión si querían regresar a España. Pero nos decían, es que todavía no ha llegado el médico que me va a reemplazar.
Y con los religiosos todos sabemos lo que ocurre. Aquí hemos tenido religiosos que no querían regresar a España a pesar de los peligros, y de hecho, un religioso de Lagos que estaba cuidando a enfermos de covid-19, lamentablemente se infectó y falleció. Ya no había aviones para regresar a España, fue a un hospital público y murió, después de estar trabajando hasta dos días antes. Te encuentras casos que son héroes locales. Dentro de la tragedia hay que reconocerles una vocación y un espíritu de sacrificio y de solidaridad excepcionales.
"Tengo muchas ganas de volver y me gustaría mucho que mis hijos conocieran también sus orígenes gallegos"
¿En países como Nigeria y en el continente son creíbles los datos oficiales de positivos y fallecimientos?
Es difícil comparar. Aquí la pandemia llegó más tarde. Todo lo que ocurrió en España en marzo, el estallido, el confinamiento, cerrar fronteras y espacios aéreos, aquí se hizo en abril y mayo. Las cifras son menores. En Nigeria, los datos que recibimos de la Agencia de Prevención de Enfermedades están en 45.000 casos positivos, 930 fallecidos y 300.000 tests realizados. Pero lo primero que hay que tener en cuenta es que aquí no existe tanta capacidad para hacer tests. Son pocas pruebas teniendo en cuenta que hay 200 millones de habitantes.
La gran diferencia aquí, y en los países africanos del entorno, es la estructura de la población, que es muy joven. El 50% de la población de Nigeria tiene menos de 21 años. No soy un experto en epidemias, pero el coronavirus afecta menos a los jóvenes que a los mayores. Aquí no hay residencias de ancianos y la pandemia está afectando mucho más a la gente joven, que tiene mayores resistencias y muchos anticuerpos, después de pasar otras epidemias como la malaria y otras enfermedades. No digo que haya que tener un cierto grado de escepticismo con las cifras, pero sí que las cifras contabilizadas son menores porque también es menor la capacidad de hacer test y de contabilizar.
Antes de la pandemia, Nigeria ofrecía buenas oportunidades para la inversión empresarial en renovables, construcción, infraestructuras, ingeniería... ¿Siguen existiendo?
Sí, sí, a los nuevos tiempos la gente tiene que acostumbrarse. Los empresarios están haciendo un gran esfuerzo de readaptación. Aquí hay preocupación y muchos de los empresarios que viven en Lagos me llamaron inmediatamente; algunos se fueron a España, pero digamos que lograron mantener sus actividades, salvo en los primeros quince días, en los que hubo un lockout total, como en España. Al pasar a la fase en que se permitía reanudar las actividades económicas, primero esenciales y luego el resto, las empresas han vuelto a trabajar.
En el sector de la construcción hay españoles, y en el agrícola y la agroindustria tenemos importantes empresas trabajando y cultivando productos con semillas españolas. Ayudamos a salir a los ingenieros agrónomos españoles que estaban enseñando a los ingenieros nigerianos a cultivar según los métodos españoles, pero una vez que salieron han dejado en mano de sus colegas el cuidado de las fincas.
Es curioso, aquí tenemos unas empresas que están cultivando los tomates extremeños; traen las semillas de Miajadas-Trujillo, que se dan muy bien, y han enseñado a los ingenieros a cultivar mediante los sistemas de goteo y de aprovechamiento del agua que se utilizan en Extremadura. Tienen ya las primeras cosechas, con muy buenos resultados. Los empresarios españoles han tenido que aprender a delegar un poco más, y a coordinar y a vigilar sus empresas desde lejos. Pero por el momento están resistiendo bien.
¿En la construcción y en las grandes infraestructuras se mantiene el potencial?
Desde luego; es un país con mucho potencial, y ya no solo Nigeria, que pertenece y es uno de los promotores de la integración económica de África del Oeste. Dentro de la Comunidad de Estados de África Occidental (Cedeao) hay libertad de movimientos y de personas. Es un mercado de 15 países que alcanza ya los 350 millones de personas. Y, pensando más en el futuro, se ha firmado un tratado de libre comercio entre todos los países de la Unión Africana. Ya ha sido ratificado por todos; Nigeria fue de los últimos.
Está ratificado por todos salvo por Eritrea, pero bueno, es un caso excepcional, con lo cual cuando funcione habrá un mercado de mil millones de personas. Cualquier producto que se fabrique en un país como Nigeria podrá exportarse primero a las regiones de la Cedeaoy también a todo África. Así que, a pesar de que la covid-19 ha provocado una restricción de viajes y un movimiento nacionalista al inicio, yo creo que a largo plazo las dos grandes tendencias, que son la liberalización y la globalización, se mantendrán y en África habrá un mercado muy considerable. Para España es un mercado cercano y con muchas posibilidades.
Después de tres años en Nigeria, ¿se aproxima para usted un cambio de destino?
Ya he estado como embajador acreditado en Camerún, en Chad, en República Centroafricana, ahora en Nigeria y Benín, y también acreditado ante la Organización de Estados de África Occidental, así que sí, llevo ya mucho tiempo, con lo cual debería volver pronto. En principio pensaba regresar este verano, esos eran los planes y la idea, lo que pasa es que el covid ha afectado también a la planificación del servicio exterior y ha retrasado un poco los cambios en esta Embajada. Yo estoy siempre a disposición del Ministerio de Asuntos Exteriores y de mi ministra, y calculo que después de tres años aquí estoy ya más en la rampa de salida que en la de entrada. Creo que será ya mi último año aquí.
Mi idea es volver a España y recuperar la vida familiar, y también un poco mi país, porque siempre que voy tengo poco tiempo. Cuando vuelva a España con más tiempo, regresaré a Galicia y a Ourense en particular ya que tengo muchas ganas de volver y me gustaría mucho que mis hijos conocieran también sus orígenes gallegos; ellos han estado allí, naturalmente, iban con su abuelo a La Toja, Santiago y A Coruña, pero lamentablemente Ourense no lo conocen tan bien y es uno de los viajes pendientes que tengo. Me gustaría llevarlos a Ourense y al pueblo donde nació su abuelo, a Maceda y a Bustavalle.
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