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ANÁLISIS DE LA SEMANA
Antonio Nespereira ofrece su visión de lo que ha sucedido en Ourense a lo largo de esta semana.
Este año el sorteo del gordo de Navidad vino con cuatro meses de retraso u ocho de adelanto, según se mire, pero con el resultado habitual para Ourense. La lotería nos ha contentado con premios de segundo orden o ni eso, apenas con la pedrea. Alfonso Rueda, el presidente de la Xunta, ejerció de niño de San Ildefonso (hasta rima el nombre) y divulgó la lista de conselleiros pero sin el soniquete de los chavales que sacan la bolita y leen número y premio. Él ya no comparece sino que su gabinete remite a los medios la nómina con los nombres, currículum y las fotos que parecen para un anuncio de Vitaldent. A la docena de elegidos rápido se le mira el ADN local y resulta que solo uno valdría para llevar la chapita de Ourensanía que hizo la otra Diputación por centenares. Un conselleiro de doce es el resultado del desequilibrio habitual aquí, dadme muchos votos y a cambio os daré algo. Como el gordo no ha tocado los populares se contentaron con la pedrea de las direcciones generales y cargos de escalafón menor. Como cuando vas a la feria de Valença do Minho y el vendedor te ofrece toalhas de segunda escolha, con ligeras taras en el tejido, que no valen para vender en mostrador, pero sí en el telderete. Está por ver cómo le irá a Ourense con esta selección. En principio, al PP le irá muy bien, ya que dimitirán un montón de diputados para quedarse solo con el cargo de la Xunta. Entrarán hasta suplentes de la candidatura del 18F. Esa sí que es lotería.
Los populares tienen mucho que hacer, empezando por el Concello de Ourense y su papel de bastón, pero es viejo este asunto. En la institución local sigue todo manga por hombro y Netflix prepara guión: de los creadores de “todos los funcionarios son unos vagos”, llega ahora “por eso no les pago”. Amazon Prime entra al argumentario con “Mira qué bien le va a la ciudad con Jácome de alcalde”, que tendrá una segunda versión titulada “Todos tienen la culpa menos yo”. Económicamente el Concello debe estar carcomido ya que no tiene ni para pagar la nómina íntegra a parte de sus empleados. Bomberos y policías locales se plantaron en la sede municipal amagando con un encierro pero salieron poco después con el compromiso de crear una comisión para valorar el caso. Más contundencia no se les puede exigir. A los empleados municipales ya les van al bolsillo, con mermas de más de un 30% en algunos salarios, pero de momento es mejor callar, no sea que se enfade la hidra y se tome la justicia en forma de venganza. Por cierto, él y sus asesores siguen cobrando la paga íntegra, pero un manto de silencio lo cubre todo. Lo que ha sido de toda la vida los derechos democráticos y la libertad de manifestación. A fin de cuentas sabemos que ante hechos semejantes de otros regidores los trabajadores del Concello habrían mantenido también un comprensible silencio. ¿Verdad?
Las ilusiones de un grupo de peruanos que llegaron a Ourense para trabajar se topó con la burocracia o con quien les convirtió en ilusos por creer que llegaban a la Arcadia feliz. Este periódico tiró del hilo y se destaparon los débiles cimientos de la operación. Una de las conclusiones fue que el departamento de Extranjería tenía goteras de gestión. Falta de medios u otras circunstancias se sitúan en el debe. El asunto llegó al Congreso de los Diputados buscando apoyos para reforzar los servicios. La Región informó del caso y copias del periódico se distribuían en el Parlamento. Ya que todo lo que pasaba en Extranjería parece que les era ajeno a Gobierno y oposición, al menos sus señorías se van enterando de lo suyo por el periódico.
PP, PSOE y BNG están en las Antípodas y ahí deben seguir porque un pacto no debe ser un pasteleo. Sin embargo es muy higiénico el acuerdo como el que ya se ha dado en la Diputación en dos ocasiones en este mandato, el último el viernes. A falta de confirmación en fuentes sanitarias, no se han descrito sarpullido o fibrilación ventricular por este acuerto. Sí debe provocar esos y otros síntomas aún peores en el Concello de Ourense donde, si cabe, es más urgente el pacto. Allí les deben salir cuernos y rabo, como al demonio.
Emilio González Afonso nació en Verín en 1954, por lo tanto están ahí las 70 castañas que le convierten en jubilado. Médico de profesión y subdelegado del Gobierno desde julio de 2018 se ha convertido en un ex aunque la web del Ministerio de Política Territorial y Memoria Democrática le mantiene la foto sentado en el sofá de piel marrón de su despacho. Emilio se va de forma discreta, como fue su mandato. Se va por imperativo administrativo porque asi son las cosas en algunos departamentos. Él no ha gozado de la prebenda de estar enamorado y valorar hasta qué punto esa situación emocional condiciona seguir en la pira funeraria en la que se ha convertido la política, como su referente de partido y hasta hace nada superior jerárquico, Pedro Sánchez. Emilio vuelve a tomar vida corpórea como un civil más, alejado también del fonendoscopio o del bastón de mando municipal que ostentó siendo alcalde de Verín. Pasa a la reserva, como muy reservado ha sido lo suyo al frente de la Subdelegación. Pasó de puntillas por un cargo cada vez con menos proyección pública. Un puesto contagiado de todo lo que hoy se estila en política: decir que sí a todo y Emilio nunca fue un rebelde para eso. Lo hubiesen laminado, estando enamorado o no. Feliz descanso, Emilio.
En otros tiempos aún se podían decir cosas que ahora nos pueden situar al borde del delito. Decir, incluso hacer. Un profesor, allá por la lejana adolescencia, solía animarnos a meter mano. Tenéis que meterles mano, nos instaba. A los libros, matizaba de inmediato. Metedles mano, manoseadlos, tocadlos sin pudor, decía como salivando de vicio, con la misma intención del profesor de literatura John Keating en “El club de los poetas muertos”. Los ejemplares saltaron de los anaqueles y tomaron vida en la calle el pasado día 23, su fiesta. Allí cientos de manos los tomaron con respeto, los ojearon sin disimulo, abriendo páginas al azar, para ver si se sentían seducidos por autor y texto. La tecnología está convirtiendo algunos usos en labores artesanales, pero muy gratas. Hay sitio para todos, libros de papel o electrónicos, lo importante es leer. No está todo perdido, como la posibilidad de seguir metiendo mano. Con perdón.
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