El aviso de los bomberos de Ourense: “Los propietarios tienen que ponerse las pilas con sus casas”

El jefe de bomberos de la ciudad alerta de los peligros de incendio por el mal estado de los edificios

La calle Hernán Cortés, donde ardió una vivienda okupada hace dos semanas.
La calle Hernán Cortés, donde ardió una vivienda okupada hace dos semanas.

El Casco Vello suele ser, en la mayoría de las ciudades, uno de los principales reclamos para los turistas, para lo que es necesario que se encuentre en buen estado. En la capital provincial ourensana, la situación dista de ser la ideal, principalmente por el mal estado de las construcciones, que genera muchos riesgos asociados. El jefe de bomberos de Ourense, José Ramón Sánchez, asegura que este año tuvieron que intervenir hasta en seis ocasiones por incendios en la zona, que siempre se saldaron sin daños personales por su pronta actuación.

Destaca que el perfil es siempre el mismo: viviendas okupadas, sin instalación eléctrica, en las que los fuegos se originan por negligencia humana. Para frenar estos incidentes, destaca que la solución pasa por mejorar las condiciones de los inmuebles. “Son los propietarios los que tienen que ponerse las pilas con sus casas, porque tienen viviendas en mal estado”, manifestó, y agregó que para que esto suceda es necesario un impulso por parte de las administraciones. También recuerda que muchas de estas viviendas cuentan con “expedientes de ruina abiertos desde hace bastante tiempo”.

Sánchez subraya que los seis incendios registrados este año se saldaron de la mejor manera posible, aunque alerta de mayores peligros por la orografía de la ciudad. “El casco histórico es muy sinuoso y muy particular a nivel de accesos, con casas muy pegadas y cada día está más vacío, con lo cual es mucho más difícil saber con tiempo un estado de alarma”, valoró.

Julio Fernández vive en el Casco Vello desde que tiene uso de razón, y relata que “la situación ha empeorado mucho” en los últimos años. “Hay un abandono bastante grande en el casco histórico, con todo el tema de las pintadas. Hay muy poca limpieza, no hay ninguna preocupación, a la gente que quiere reformar le ponen un montón de impedimentos, y por eso va habiendo cada vez más deterioro”, señaló. Con todo, considera que la convivencia es “buena”, aunque señala otros aspectos que mejorar, como “la agresividad de los fines de semana”.

A unas calles de distancia vive Irene Somoza, quien carga principalmente contra la falta de higiene. “Hai rúas, como a Liberdade, que estiveron moitísimo tempo sen pasarlle auga. En verán foi bastante desagradable porque había cheiro”, señaló. Sobre los casos de okupación, no lo ve como un problema siempre y cuando “se respete a convivencia, pero en algúns casos sí que manchan a rúa, orinan nela e molestan ó vecindario”.

El Casco Vello pierde vecinos y es el menos habitado de la Comunidad

Todos los indicadores muestran el declive que desde años sufre el Casco Vello de la ciudad. El creciente número de viviendas vacías va de la mano con la marcha de los vecinos hacia otras zonas con mejores condiciones residenciales. La Federación Galega de Inmobiliarias (Fegein) señala que el complejo histórico de la capital provincial mantiene su éxodo poblacional, ya que su habitabilidad “únicamente suponía ya un 8,8% de la población de la ciudad hace una década, y ahora solo supone un 5,6%”. Su situación tampoco es mejor a nivel comercial, y es que “el uso principal es residencial en un 95,23%”.

Esta situación ya lo convirtió, según Fegein, en el menos habitado de toda la comunidad. Otras ciudades sí que apostaron por revitalizar estas zonas históricas, como hizo Vigo, que en las últimas décadas dotó de actividad a un espacio que se encontraba en caída libre. El titular de Fegein, Benito Iglesias, apunta que esta problemática tiene múltiples aristas, y que todas confluyen hacia un deterioro de la ciudad que también acelera su pérdida de población y su contracción económica. “Miles de jóvenes ourensanos se han ido en las últimas décadas por falta de oportunidades laborales”, manifestó, y agregó que la urbe se convirtió en “una ciudad sin proyecto de futuro y sin horizonte”.

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