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CICLÓN CHIDO
Raquel Trigo, la vecina de Sandiás que trabajaba como profesora en Mayotte y que se quedó atrapada tras el paso del ciclón Chido por la zona, pudo volver a casa por Navidad después de un largo viaje de dos días en el que el cansancio y la desesperación se convirtieron en los principales protagonistas.
Tras más de una semana con recursos mínimos, ella y otros 26 españoles pudieron abandonar el archipiélago afectado para emprender lo que sería un arduo camino hacia sus hogares. La familia y los propios afectados no tenían la esperanza de volver a España antes de comienzos de 2025. Como confirmó a este periódico la hermana de Raquel, Rocío Trigo, hace unos días la información que tenían desde el Ministerio era que únicamente “estaban intentando localizar a la gente herida o con algún problema para evacuarlos, sin plan para mi hermana y los demás”. Esta situación dio la vuelta cuando el pasado domingo 22 de diciembre, Raquel y sus compañeros se presentaron en el aeropuerto de Mayotte para ejercer presión sobre el Consulado cuando se corrió la voz de que algunos aviones militares estaban sacando a personas de la zona afectada.
Una vez conseguido su primer objetivo, desde la isla francesa de Reunión, Raquel tuvo que buscar de manera independiente y sin ninguna ayuda por parte de las instituciones, los vuelos y conexiones correspondientes que la llevasen hasta Ourense. Y como ella, el resto de españoles con sus respectivos destinos. Reunión, Mauricio, París, Barcelona y Vigo. En el caso de Raquel, fueron cinco los transbordos que tuvo que hacer para llegar a su casa. Consiguió pisar Ourense finalmente en un viaje que comenzó el sábado a las 20,00 horas y que no llegó a su fin hasta dos días después. En Sandiás la esperaban sus familiares y amigos, ilusionados por volver a verla antes de lo previsto, aunque indignados por la gestión institucional de lo ocurrido. Para ellos, si Raquel está ahora en casa es “únicamente gracias a la presión ejercida por ellos mismos”. De esta forma lo aseguró nuevamente Rocío, quien pudo abrazarla finalmente la noche del 23 de diciembre.
La ourensana llegó a su hogar cansada después de vivir el esperpento del paso del ciclón y todo lo sucedido posteriormente, que la mantuvo en tensión hasta la víspera de Nochebuena, cuando por fin sintió la tranquilidad del hogar. Lo hizo también con la alegría de quien puede pasar finalmente una fecha tan señalada como lo es Navidad en casa, rodeada de sus seres queridos e ilusionada por volver a disfrutar de algo tan básico como una buena comida.
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