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SOLIDARIDAD
El comedor social es uno de los recursos más conocidos de Cáritas, aunque no es el único. En los últimos años se han volcado, por ejemplo, con los programas de empleo, por ejemplo, o los mayores del rural.
Pero, sin duda, es el que más usuarios mueve. “En este 2024, se han atendido a más de 1.000 personas”, asegura Elena Pérez, educadora social y responsable del comedor.
El grueso son los beneficiarios del túper. “Generalmente, son personas solas o familias con menores a cargo que tienen trabajos precarios (temporalidad,
bajos ingresos, economía sumergida no deseada) y precisan de la ayuda del comedor, debido al gasto que tiene que hacer en el alquiler de la vivienda, facturas de suministros, encarecimiento de la compra y necesidades de menores en caso de tenerlos”, explica la trabajadora social Sonia Adán. En estos últimos años, los migrantes procedentes de Venezuela, Colombia y Cuba han disparado la demanda.
Con respecto a las personas que acuden a los servicios de desayunos y comedor presencial, “están solas, sin hogar, sin ingresos o con ingresos procedentes de prestaciones, en situación de vulnerabilidad y en algunos casos con problemáticas asociadas, como el consumo de drogas o problemas de salud mental y sin red de apoyo familiar”.
En este último trimestre, están en las 350 raciones al día, pero hubo momentos a lo largo del año con 600. Esas cifras tan elevadas fueron la tónica en 2022 y 2023, periodos muy complicados para la entidad en los que la mayor demanda coincidió con disminución de recursos económicos y humanos. Las trabajadoras sociales observaron “un incremento de los problemas de salud mental de los usuarios de los distintos servicios, una de las consecuencias de las post-pandemia”.
“El año 2024 se ha caracterizado por un primer semestre de cifras muy altas, que fueron descendiendo progresivamente a lo largo del año, pero las cifras actuales son bastante altas para una ciudad como Ourense”, destacan Pérez y Adán.
Advierten que en estos últimos años, “desde el servicio podemos ver un deterioro grave en la salud física, pero sobre todo psíquica de las personas que atendemos, que se ve agravada por la falta de recursos y dispositivos especializados”.
No hay un máximo disponible de tiempo, tal como ocurre con otros servicios como el hogar del transeúnte. “Se valora desde la entidad la situación de cada persona o familia para continuar”, asegura Sonia Adán.
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