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El arreglo de urgencia en los dos viaductos de la A-52 hermanos del que se derrumbó en la A-6 para corregir daños en la impermeabilización y alargar la vida útil de estas infraestructura ante el “grave peligro existente” genera preguntas sobre qué tienen en común los de Allariz y A Valenzá con el de O Castro, y el porqué de estas obras.
Habitualmente se hacen operaciones que permiten asegurar y prolongar la vida útil de las estructuras. Esta que se acaba de aprobar de emergencia por algo más de seis millones de euros en los puentes ourensanos llama la atención por la urgencia (fue tramitado en Consejo de Ministros como contrato de emergencia). En ningún momento significa que haya que cambiar completamente estas estructuras, pero sí que a raíz del accidente en el de la A-6 el pasado mes de junio se puso el foco en ellas. Apenas una semana después de que cayera el viaducto de la A-6, sus “hermanos” de la A-52 ya eran supervisados a fondo por operarios de mantenimiento, y así estuvieron buena parte del verano. Aunque entonces el Gobierno lo redujo a meras inspecciones “ordinarias”, de aquellos análisis ha acabado resultando que se detectaran daños en la impermeabilización del tablero, lo que produce filtraciones, que en el caso de Castro acabó provocando el derrumbe de la estructura junto a otras casuísticas.
El de Castro derrumbado, y los ahora reformados de Allariz y A Valenzá, son de una tipología estructural singular e idéntica. Se construyeron en el mismo periodo, finales de los 90, por la misma empresa (FCC) y con el mismo modelo de dovelas prefabricadas (vigas isostáticas con cables que las sustentan) que hoy ya no se utiliza. El mayor defecto es que es más frágil respecto de otras en caso de que falle algo. Este tipo de sistema permitió construcciones muy rápidas. Se prefabricaban las piezas de cada viaducto y se montaban, se pasaban unos cables por el medio, se tensaban mucho hasta que el cable apretaba las piezas y luego se construía por encima el tablero del viaducto. Algo así como tener un collar de cuentas y apretar hasta que queda rígido.
El riesgo es que el único sistema estructural que sostiene la infraestructura son los cables. Si estos fallan, no se sostiene. Los cables tienen también un pretensado exterior. Los cables no discurren por el interior del hormigón de la estructura, sino que están al aire en un cajón hueco, y discurren por ese hueco. No están protegidos dentro del propio hormigón. Así, con las filtraciones son más vulnerables. De estar embebidos dentro del hormigón, tendrían mayor protección, como sucede en la mayor parte de puentes.
El presidente de la Xunta, Alfonso Rueda, aseguró sobre la impermeabilización de los viaductos de la A-52 que “el Gobierno tiene la responsabilidad en las infraestructuras que ejecuta de revisar la buena ejecución y después las revisiones para garantizar la seguridad. Lógicamente, apoyo que se revise”. En todo caso, criticó que no se emplee esa misma tramitación de urgencia para reconstruir el de O Castro.
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