Los viticultores ourensanos lloran por sus viñas

Entre lágrimas, Pilar Higuera, propietaria de la bodega ecológica Lagar de Sabariz, cuenta como ha perdido “todo el trabajo de un año” por el granizo caído en el Ribeiro.

Publicado: 02 sep 2021 - 05:11 Actualizado: 02 sep 2021 - 19:33

Pilar Higuera muestra sus viñas destrozadas. (FOTO: MARTIÑO PINAL)
Pilar Higuera muestra sus viñas destrozadas. (FOTO: MARTIÑO PINAL)

Las granizadas caídas el pasado martes castigaron especialmente a la zona de O Ribeiro, afectando principalmente a bodegas y cultivos de autoconsumo. En el caso de los pequeños productores, como el de Pilar Higuera, propietaria de la bodega ecológica Lagar de Sabariz, en la localidad de San Amaro (Carballiño), estos daños son especialmente importantes, ya que es su medio de vida y ha perdido la práctica totalidad de su cosecha.

Higuera, que vive en el pazo que está dentro del viñedo, no pudo contener las lágrimas mientras narraba lo sucedido: “La granizada me lo ha destrozado todo, el Ribeiro está llorando. “A todo el que bebe nuestros vinos quiero decirles que cuando encuentren salinidad, lo que están encontrando son nuestras lágrimas”, clama.

Recuerda cómo ella vivió el momento en el que el granizo arrasaba sus viñas: “Fueron 10 minutos de piedra seca, sin lluvia, que es más destructiva. Las bolas de granizo eran como cerezas, tuve que meterme en casa porque me dolían los impactos en la cabeza”. Además de las viñas, tuvo que hacerse cargo de sus animales y también sus árboles frutales se vieron gravemente dañados.

Además, sus cultivos son completamente ecológicos y biodinámicos, prescindiendo de todo producto químico en el proceso de elaboración. “Aunque yo no utilice pesticidas, la naturaleza no distingue entre mis viñas y las de los demás”, lamenta Higuera.

Achaca al cambio climático todos estos episodios que producen tantas pérdidas y espera que las administraciones puedan ayudar “sobre todo a los pequeños productores, que vivimos de esto y perder la cosecha de un año puede suponerlo todo”. “Al igual que yo, muchos otros pequeños viticultores de la zona del valle del Avia lo han perdido todo”, comenta.

Además, dice que los desperfectos no han terminado, ya que toda esta humedad producida por las precipitaciones hace que la actividad fúngica se dispare, produciendo diferentes enfermedades en las plantas que echarán a perder el resto de la cosecha con la que no terminó la tormenta. Esto castiga especialmente a las bodegas ecológicas, ya que “al prescindir completamente del uso de pesticidas, no tenemos forma de controlar el nivel de hongos que se van a producir en los viñedos”.

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