EL MACHISMO NO CESA
La violencia de género no da tregua: 2,4 denuncias al día en Ourense
LA NUEVA OURENSANÍA
Es Yennys Pereira (Venezuela, 1973) una persona amueblada como pocas, en su objetivo de construir una nueva vida, en esta parte del planeta. Ella le atribuye sus éxitos a la suerte, pero no hay como hablar con ella para darse cuenta de que la fortuna, sin sacrificio ni visión de negocio, se queda en poco o nada. “Más que una tienda, compré una clientela”, reconoce sobre el reciente traspaso de floristeria Drácena, negocio al frente del cual ejerce como propietaria y empleada. Su marido le ronda de cerca, trayendo y llevando los ramos donde sea pertinente, andando, “en carrito” o en taxi. Ya sea Cudeiro que el centro de Ourense, con predisposición y buenas piernas, no importa la distancia.
Fue Ourense porque “aquí tenía una tía que vino por otra tía casada con un español de acá”, revela. Lo del Pereira de su apellido es de origen portugués, pero de esa raíz no extraemos nada. “No conocí a esa parte de la familia”, comenta. “Esa abuela paterna vivía en Maturín”, comenta sobre su verdadero origen, ciudad con hermosa catedral, conocida también como La Sultana del Guarapiche.
Migró ella primero hace dos años, “el 8 de mayo de 2022 con mi hermana”, comenta, la fecha no se le escapa. Dejó en La Guaira su apartamento con vistas al mar, y en Caracas su puesto de funcionaria. “Estuve dieciocho años en la administración pública, me paseé por todas las áreas.”, explica. “Compras, almacén, tesorería…”, menciona a modo de ejemplo, “departamentos del Ministerio del Poder Popular para las Comunas”, aclara.
Nos llama la atención ese nombre, que suena chavista y bolivariano, “se dedica a organizar todo lo que es la gente, las personas… cómo se organiza una comunidad, controlábamos hasta la estructura mínima”, comenta. “En esta callecita qué necesidades tienen, si hay niños abandonados…”, de nuevo nos ilustra, y opina que “en principio funcionaba muy bien”, nos remontamos con ella al 2009, pero a continuación nos explica que la cosa se fue pronto al tacho. “Con el declive, mi salario ya no alcanzaba ni para comer así que también vendía inmuebles”, añade.
A los ocho meses de llegar a Ourense consiguió los papeles para trabajar, a fuerza de llamadas, y decide finalmente quedarse. “Pensé que podría ayudar a mi familia un tiempo corto y volver”, confiesa sobre una inocencia pasada. Por muy ordenada que le pareciera España, que el reglamento de extranjería también tiene sus intríngulis, le quedó claro. Decide entonces traer a su esposo y sus tres hijos, de treinta, veinte, y diez años. ¡Qué precisión la de una criatura por década!, de nuevo sale a la luz esa vis de mujer bien organizada.
La historia continúa con sus hijos adultos haciendo trabajitos aquí y allá, hasta que el mayor dio con la floristería de manera inesperada. “Le comentó a la dueña que mi madre quería emprender”, comenta. Estaba por aquel entonces trabajando Yennys de interna en una casa. “Yo quería estar más tiempo con mi hijo pequeño, así que decido cambiar”, aclara. Especuló con montar un negocio en la calle Villar, donde reside, “un café y heladería”, explica, pero la oportunidad llegó desde Mariñamansa. “Yo tenía escasamente dos mil euros”, confiesa, como si fuera una lecherita, pero de las que mantienen intacto el cántaro. “Las floristerías aquí van en auge”, nos revela sobre la investigación que hizo en el concello antes de tirarse al agua.
“Negocié un pago inicial con la propietaria, y después una mensualidad de los ingresos que ella decía que la tienda generaba”, comenta. “Me lo pintó bien bonito y le tomé la palabra”, explica. “Fue real lo que me dijo”, y ahora casi son amigas más que viejas negociantas. “Me tendió la mano hasta ayer mismo con los ramos de difuntos”, explica, lleva Yennys muy bien la administración y en la creatividad, de mano de esta mujer, se está esmerando.
“Los impuestos, los seguros, los egresos, los ingresos…”, más habla Yennys de su corral más se da cuenta una que los cuartos sabe manejarlos. Su esposo susurra de fondo alguna cosa, y suena a sagaz y santo varón, que sabe reconocer al más capacitado para el mando. “Él también era funcionario allá, y aquí me apoya mucho, con la limpieza del local, y con los repartos”, explica. ¡Ay si el mundo se organizara como lo hacen en este pequeño jardín urbano! Luce lindo el escaparate en una plomiza calle de Zamora expuesta al trajín y al tráfico.
Está enchufada todo el rato al teléfono Pereira, apellido frutal, quizá algún día sustituya al actual Drácena. “Lo que más vendo son ramos de eventos y aniversario”, explica.
“Traballar”, dice en gallego, cómo no, estamos a lo que estamos. “Estoy entregada de lunes a lunes, no sé ni quién es el santo”, comenta sobre el patrón, los magostos y las carreras populares. “¡Las castañas, tenía añales que no las comía!, ¡muy sabrosas!”, reivindica con mucho rollo al hablar, sobre su nueva identidad en España.
Damos pues por finalizado el interrogatorio. Una flor, que no un florero, se despide desde su vergel, situado en el barrio de Mariñamansa.
Contenido patrocinado
También te puede interesar
EL MACHISMO NO CESA
La violencia de género no da tregua: 2,4 denuncias al día en Ourense
Los ingenieros agrícolas de Ourense renuevan su cúpula
Pepe Paz, presidente do Colexio de Enxeñeiros Agrícolas: “Temos que facer un novo rural con mais industrias agroalimentarias”
UNO MENOS QUE EN 2022
Ourense se acerca a su récord de colisiones provocadas por animales
CULTURA EN EL RURAL
La Red Provincial de Auditorios de Ourense alcanza los 7.500 espectadores
Lo último