Cualedro despierta de la pesadilla

INCENDIOS EN OURENSE

Los vecinos del municipio de Cualedro recuerdan, con el susto todavía en el cuerpo, el miedo vivido los pasados días al ver como el fuego rodeaba sus casas y granjas, de las que algún ciudadano fue evacuado por la proximidad de las llamas

Cartel de entrada al pueblo de A Xironda totalmente calcinado por las llamas que rodearon la carretera
Cartel de entrada al pueblo de A Xironda totalmente calcinado por las llamas que rodearon la carretera | Iago Cortón

Existen más de 50 kilómetros entre la capital ourensana y el municipio de Cualedro, pero la realidad que las separa es todavía mayor. No se puede apreciar la magnitud de los hechos hasta que te adentras entre las carreteras que atraviesan los pequeños pueblos que se han visto sorprendidos por el fuego, que ha destruido por completo los montes que los rodean. El verde que caracterizaba a la naturaleza gallega se ha convertido en esta zona de la provincia en un terreno negro, en el que ya no se diferencia el rojizo de las hojas secas frente al verde vibrante de las que todavía se resistían a los fuertes rayos del sol, que las atravesaban en los cálidos meses de verano. Ahora, solo se respira el olor de un fuego que ha arrasado numerosas hectáreas y se pisa un terreno que tardará años en recuperarse, que deja en la suela de los zapatos la huella imborrable del dolor y la impotencia de los que lo perdieron todo. Los caminos estrechos que llevaban en dirección a este municipio, dejaban ver el rastro que había seguido el fuego. A ambos lados se observaban árboles totalmente calcinados, en una carretera que hace escasos días se convirtió en la principal vía de acceso para los servicios de emergencias encargados de frenar y apagar las llamas.

A nuestro paso por uno de estos caminos, nos encontramos con José, que en su tractor iba de camino a recoger sus colmenas, también afectadas por el fuego. “Lo que quedó sin arder es porque el aire venía desde el norte, si llega a venir del sur no quedaba nada. Nunca había vivido una situación similar a esta, aquí hubo fuego hace cuarenta años, pero no así. Ardió todo, Cualedro quedó totalmente rodeado. No había suficientes helicópteros y avionetas, el dejar extender el fuego es criminal”, afirma José mientras echa la vista a laderas calcinadas por el fuego. Cuando llegamos a Cualedro, entramos en el bar del pueblo, donde numerosos vecinos tomaban el café de media tarde y conversaban con rabia sobre la situación en la que se habían visto inmersos hace escasos días, sobre lo que se pudo hacer o no y las consecuencias que está situación les ha traído para sus terrenos. Uno de ellos es Marcial, un hombre de avanzada edad al que la Guardia Civil tuvo que sacar de su casa porque tenía el fuego a las puertas de su inmueble. “Tengo una casa grande a la que el fuego no llegó, pero sí a la finca de alrededor. Me ardió una hectárea y está todo quemado. Hace un año también estuvimos luchando contra el fuego, pero esta vez me echaron de casa por lo cerca que estaban las llamas”, recuerda Marcial, quien tuvo que dejar su casa y marcharse con miembros de su familia que vivían en Portugal.

Precisamente de este mismo país vecino es Ana Isabel, quién mientras da vueltas a su café solo afirma que pensaba que lo había perdido todo y que “lo pasé fatal, el fuego avanzaba a muchísima velocidad. La gente ayudaba, pero había caos por todos lados. Los bomberos no daban hecho, había pocos helicópteros y aviones”. Aun con el susto en el cuerpo, también es capaz de reconocer factores que pudieron evitar un mal tan grande como el que vivieron en esta zona de la provincia. “No hay muchas limpiezas de montes, los vecinos van yendo a mayores y el rural está abandonando. Pero esto también tuvo manos de incendiarios. El fuego saltaba, estabas en un sitio y ya estaba ardiendo en otro punto cercano”, afirma Ana Isabel, dueña de una granja en la que tenía más de 2.000 animales que consiguió salvar, quemándose unicamente una cisterna.

En A Xironda, Cualedro, Amaranta también recuerda el susto vivido. “La gente todavía está muy alboratada. El problema es que va a pasar el tiempo, nos vamos a olvidar y va a volver a pasar. Estos días fueron de desesperación total”, manifiesta Amaranta. En nuestra ruta nos encontramos con Pilar y Concepción, que afirman que “nadie se imaginaría que esto ardería así. Pensábamos que sería como otros años, en los que arde algún trocito de monte. Esta vez se fue levantando aire y cuando nos dimos cuenta ya lo teníamos al lado. Si no es por los chavales que estaban de vacaciones y los de aquí que colaboraron, esto hubiese sido peor. Algunos vecinos se vieron muy apurados por la llegada del fuego a sus casas”, asienten Pilar y Concepción.

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