Los domadores ourensanos se van de la Copa del Rey por un mordisco de los leones

LA CONTRACRÓNICA

Cerca de 7.000 almas disfrutaron de un partido nivelado, con lluvia y barro y un aroma noventero que no tuvo final feliz

Los jóvenes recogepelotas disfrutaron de un partido bajo la lluvia
Los jóvenes recogepelotas disfrutaron de un partido bajo la lluvia | Martiño Pinal

Un partido de esos que dura más de dos horas. Mucho más. El barrio de O Couto respiraba fútbol desde por la mañana. Se notaba en las conversaciones. Ni Santos Cerdán le hacía sombra. Incluso por el centro de la ciudad se veían bufandas del Athletic cruzándose con el entrenador azulón, Dani Llácer, por la calle Santo Domingo. Ganas de ver a otro Primera División y motivación para que David volviese a dar buena cuenta de Goliat, con un balón en lugar de la piedra bíblica.

Los aledaños del estadio empezaron a poblarse. Y a las 17:00 horas, la lluvia se presentó a lo grande. Justo a tiempo para el recibimiento de los equipos, con humo azul para los locales y con más expectación que saludos por parte de los visitantes. Y estos no perdieron tiempo para analizar con minuciosidad el césped. Agacharse, tocar, cuchichear. Todos menos un Padilla que se fue al área a hacer los rituales propios de un portero que busca la suerte en cualquier sitio. También con la vista al suelo el equipo arbitral. Sin peligro de suspensión, pero atentos como si fueran ingenieros agrónomos.

Mientras, la gente entraba con esa mezcla de ilusión y expectación. Dispuestos a saturar la galería fotográfica del móvil. Los inquilinos de la grada supletoria, con el chubasquero azul como aliado para no entrar hoy por Urgencias. Salida de los jugadores y a jugar una primera parte que no fue caviar precisamente. Y no solo por el tapete. En algún momento se vio una “guerra” de cánticos entre los unos y los otros, que se trasladó más amistosamente al descanso cuando el pachangueo habitual dejó paso a una en euskera seguida del riff de Dolores se llamaba Lola de Los Suaves. Ourense y Bilbao hermanados por melodías y corcheas.

Los gritos de “Nico” fueron los más escuchados. Quedó claro quien es el hermano más popular de los Williams. En la reanudación, la lluvia arreció aún más, lo que llevó a un caballero a espetarle a Munuera Montero un “arbi, ¿dónde compras la gomina?”, admirando un peinado impecable a pesar de los pesares.

Y en la segunda parte tampoco pasaron cosas, aunque lo rozaron ambos, Hasta Valverde tuvo un mosqueo gordo con el respetable, señal de que los hornos de Bilbao no estaban para bollos. El tiempo extra estaba servido. Media hora más para desnivelar la balanza y para que el Vicks VapoRub saliese a calentar en el botiquín de los “supletorios”.

La tensión se podía palpar y el enfado con el colegiado ganó peso. Más aún con el gol del Athletic, el que acabó siendo decisivo, se marcó con en descuento de la primera parte de la prórroga. El golpe lo acusó el Ourense CF y los asistentes a O Couto vestidos de azul. Tocaba una hombrada para no despertar del sueño. Pero fue imposible. Derrota con honores y eliminación en otro año copero que quedará en la memoria,

Saludos y a la caza de las camisetas del Athletic Club. A algún “león” se la pidieron ciento y la madre. Mientras, el público salía con pausa de un estadio que se fue apagando poco a poco. El futbolista azulón Rabadán, con su pelo rubio platino, se quedó entrenando sobre un césped feo, sí, pero que aguantó con dignidad. Era el adiós al glamour copero. Lo que queda ahora es la Primera Federación, lo que realmente paga las facturas. Durante muchos minutos, los domadores controlaron y asustaron a los leones. Pero es lo que tiene el rey de la selva, que un solo mordisco te deja tieso.

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