Duro varapalo para el Ourense

No caben paños calientes. El campeón de la Copa Federación está con un pie en la Tercera división si no le da un giro radical a su juego. Dio contra el Vecindario una imagen deplorable, agudizada especialmente desde que el rival, un equipo simplemente voluntarioso, se quedó con dos jugadores menos sobre el terreno de juego. Bastó con montar dos líneas de cuatro para provocar que los rojillos empezasen a colgar balones a lo loco, una especie de patio de colegio.

No vale incluso el nefasto papel de un colegiado que más bien debería estar en otras labores que en esto del arbitraje. Víctor González, con un historial que lo delata, se convirtió en una especie de pistolero de la tarjeta, sancionando con pena máxima una acción de Taranilla que si de verdad era penalti debería llevar la roja implícita.

Su acción le hizo recapacitar en vestuarios y buscó la recompensa dejando al rival sin dos jugadores en la reanudación. Fue un triste protagonista, pero ello no puede tapar el juego del Ourense. Encauzó el partido por medio de Anxo, pero luego llegaron dos desgracias seguidas, la jugada del penalti cuando Taranilla tenía el balón franco en sus manos y tal vez estiró la pierna sin necesidad y la lesión de Rives, que provocó una recomposición general en el equipo.

La segunda mitad fue neta de los de Tomé, pero sólo en territorio debido a que el rival se fue quedando sin efectivos. Se vio en este tramo el tembleque del conjunto local. Salvo Yebra y Anxo, que la querían, a la mayoría se le embotaron las ideas y acabó el equipo en el recurso fácil y que más favorecía a los de Pacuco, balones a la olla que eran francos para el Vecindario.

Triste empate, peor imagen, los rivales que se escapan... Y el domingo llega el Universidad.