TERCERA VICTORIA CONSECUTIVA
El Arenteiro es otro equipo y derrota a Osasuna Promesas (2-0)
Los gestos, las miradas y la voz de Kur Kuath transmiten felicidad. Lo suyo le ha costado. A él y a su familia. Nacido en Sudán del Sur en plena guerra civil (por aquel entonces, Sudán a secas), el destino le llevó a afrontar un exilio a Egipto y a pedir asilo en Estados Unidos. En solo tres años vivió lo que un ciudadano medio no vive en tres vidas. Empezar de cero en el país de las oportunidades fue un reto donde el baloncesto apareció para darle una mejor vida profesional y personal. Con esa “mochila” cargada de experiencias vive sus primeros días en Ourense. El nuevo pívot del COB, de 24 años, no oculta su entusiasmo mientras recuerda todo lo pasado y ansía todo lo que está por pasar.</nav> </header> “Lo primero que pensé cuando abrí la puerta y entré en el Pazo el pasado sábado fue ‘¡guau!’, el ambiente era fantástico. El pabellón tiene un gran tamaño, así que entrar aquí fue como recordar los partidos que jugaba en la NCAA, con mucha gente en las gradas y un ambiente de fiesta”, recuerda el “5” cobista.
Su nueva casa. No sin una dosis de sorpresa. Esos caprichos que tiene el mercado de fichajes. Tras cumplir su formación universitaria en EEUU, en dos instituciones de prestigio como Oklahoma y Marquette, Kuath puso rumbo a su primera experiencia profesional, al sur de Grecia. Su destino, el Lavrio, un club de la primera categoría con más dinero que pedigrí. “No me esperaba jugar en dos países diferentes en tan poco tiempo. Es increíble ver como las cosas pueden cambiar de un momento a otro. Creo que venir al COB es un cambio para bien, una mejor ocasión para mostrar mi juego. Entrenador nuevo, un buen equipo, una afición que nos va a apoyar al máximo... He hablado con mis padres y les he dicho que Ourense es un lugar perfecto para seguir creciendo.”
Sus padres. Familia. Palabras que se repiten en la conversación y que hacen que el tono de voz de Kuath cambie ganando un plus de emoción. “Si estoy aquí es por ellos”, destaca. Lo tiene presente cada día. Y será así de por vida. “Con dos años, mis padres decidieron llevarme con mis hermanos mayores a Egipto, lejos de una guerra que ya empezó antes de que yo naciera. Era un lugar peligroso para vivir. Pelearon por conseguir el asilo en Estados Unidos e intentar una vida mejor para toda la familia. Llegamos al estado de Utah sin nada, pero sabiendo que era una oportunidad para todos nosotros. Aprecio profundamente todo lo que han hecho para darnos una segunda oportunidad. Fue difícil, claro. Llegar tan joven a un país nuevo, con una cultura tan diferente. Pero estoy agradecido y feliz por estar en esa posición”.
Nyok Daw, su padre. Aliet Deng, su madre. Nyandeng y Ayung, sus hermanos mayores. Majok y Ayen, los menores. “Nací justo en el medio, el último de los hermanos que nació en Sudán del Sur”, explica.
Todavía no le ha dado tiempo a explorar si tiene compatriotas en Ourense. Pero tiene claro que lo hará. Sabe que el baloncesto es lo prioritario, que el COB es su misión, pero también quiere vivir la experiencia al máximo. “Hasta el momento estoy muy contento en la ciudad y con la gente. Es una cultura diferente, una vida distinta. También la comida. Me gusta probar cosas nuevas, tengo ganas. Lo primero que comí en Ourense fue una carne asada muy rica y una lasaña. Y calamares. Ya he escuchado hablar sobre el pulpo. Estoy deseando tomarlo. En estos primeros días en la ciudad he estado entrenando e instalándome, pero cuando esté más asentado quiero ir probando restaurantes”.
Vivencias que llegarán gracias al baloncesto. El deporte como puerta a una vida mejor. También a una educación, algo prioritario para su familia. “Estudiar en las universidades de EEUU es muy caro. Gracias al baloncesto he tenido la oportunidad de poder entrar en esos programas tan prestigiosos y formarme. Para mis padres la educación era algo fundamental y están muy orgullosos. He conseguido ser el primero en la familia en graduarme”.
Kuath sigue acumulando sesiones de trabajo con sus compañeros. Fue un fichaje que pidió expresamente el entrenador, Félix Alonso. “Es muy importante la confianza del técnico. Un halago”. Ya se visualiza de corto en partido oficial. Cuenta las horas para que llegue el duelo ante el Andorra de este sábado. ¿Qué jugada me imagino para mi estreno con el COB? Un mate a dos manos. Un ‘póster’ estaría bien. También algún tapón. Tengo muchas ganas de jugar ya. Ya las tenía ante el Iraurgi y más con los aficionados diciéndome que tenía que hacerlo pronto. Tengo que trabajar duro, aportar mi energía en la pista, hacer lo que el equipo necesita. Ya me han dicho que el Andorra es un gran equipo pero me gustan los retos”. Lleva 24 años demostrando esta última frase.
Además ya ha hecho como suyo el llamamiento del club a la afición. “Les animo a que el sábado vengan al pabellón, empujen al equipo, creen ese fantástico ambiente que vivimos el otro día”. Más cobista que el lobo.
Un jugador y una vida para contar y ser contada. Sabe que la pista dictará sentencia. Así es el deporte profesional, pero se ha preparado a conciencia para no dejar escapar las oportunidades. Kur Kuath ha atravesado un largo camino para ser feliz y hacer feliz a los suyos. La siguiente etapa ya ha comenzado y es en Ourense.
Kur Kuath tiene sus orígenes grabados a fuego. Le han seguido en cada viaje, en cada travesía, cada vez que se vistió de corto y todos los momentos que lo pasó mal en esa “montaña rusa” particular que ha sido su casi cuarto de siglo de vida. Una vez terminada la guerra, regresar a Sudán del Sur se convirtió en una prioridad. Y por fin, en agosto del 2022, volvió a su país natal. De nuevo fue el baloncesto el que le abrió la puerta. Y es que la selección nacional roza la clasificación para el próximo Mundial 2023. Un hito histórico que trasciende lo deportivo y en el que Kuath está poniendo su grano de arena. “Fue algo especial. Pude visitar a parte de mi familia, aunque los tengo desperdigados por buena parte del mundo. En un futuro, cuando mi carrera se estabilice, me gustaría crear allí algo para los niños relacionado con el deporte. Una pista para jugar, material...”, avanza.
Disputó dos partidos, ante Egipto y ante República Democrática del Congo. Con el escudo en el pecho defendió a una tierra que tuvo que abandonar de niño obligado por los disparos y las explosiones. Para no olvidar. En el banquillo del combinado de Sudán del Sur, un ilustre. Luol Deng, un jugador de mucho nivel en la NBA y dos veces All Star, pule el talento de Kuath en las ventanas FIBA.
Ahora, el pívot del COB no quiere que ese retorno sea flor de un día. En lo deportivo, el sueño mundialista está al alcance de la mano. Los suyos comienzan a acaparar noticias y enlaces reclamando su sitio en el mejor baloncesto del planeta. En lo personal, “quiero ver a mis abuelos tarde o temprano”. Esperan en Sudán. A secas. Una frontera geográfica que no pudo atravesar en su primer viaje pero que ansía cruzar lo antes posible.
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