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El pasado fin de semana el baloncesto nacional bajó el telón de la temporada con la disputa de la Final Four, en Girona. Allí estuvo un ourensano. Guillermo Ríos es, con 29 años, uno de los mejores árbitros del grupo de "élite" de la Federación Española de Baloncesto (FEB) y sigue haciendo méritos para llegar a la Liga ACB.
"La verdad es que fue un momento muy bonito. En una temporada lo máximo es arbitrar una Copa Princesa, una Copa de la Reina o la Final Four". Y Ríos estuvo en las dos últimas. La guinda, la lucha por el ascenso a la ACB: "Arbitrar un partido con ese ambiente, con 6.000 personas, y con esa repercusión fue una experiencia única". Tira por tierra el mito de la presión ambiental: "Tener un pabellón lleno gusta mucho más, te hace estar mucho más concentrado. Cuando arbitras en un pabellón pequeño y es una sola voz la que te increpa o te habla se hace más difícil que en pabellones más grandes donde al final lo único que escuchas es ruido. Igual que cuando las aficiones animan motivan a los jugadores, también motivan a los árbitros a estar en partido y a querer hacerlo bien".
Guillermo Ríos está totalmente asentado entre los mejores colegiados de la FEB: "Esta sería mi sexta temporada. Un año pedí una excedencia por mi oposición y al año siguiente, cuando volví, me costó un poco recuperar el ritmo, pero los tres últimos he ido cogiendo progresión y la verdad es que estoy ahora mismo es uno de mis mejores momentos".
Esa progresión sabe que podría llevarlo a la Liga ACB, pero su discurso es siempre prudente: "El sueño de cualquiera siempre es llegar a lo máximo, pero también es muy importante sentirte a gusto y estar valorado en la categoría en la que estás. He conseguido estar en la Copa de la Reina o en la Final Four y eso es en lo que me centro, en hacer mi trabajo y en ser respetado por mis compañeros, por los jugadores, por los entrenadores, por los equipos. Pienso en hacer bien mi labor y aspirar a lo máximo que puedo, el resto ya depende de muchos factores que no puedo controlar. El sueño está siempre ahí, pero no es una obsesión, ni mucho menos". Y añade: "A veces arbitrar en estos torneos es un premio a la temporada, pero la ACB es una liga privada, que está en contacto con la Federación, pero no es algo directo el arbitrar ahí y acabar ascendiendo. Esto significa que tu trabajo durante la temporada ha sido bueno y que ha sido valorado por el comité técnico de árbitros y de ahí en adelante el resto no está en la mano de uno".
No hay número fijo de ascensos ni fecha fija, pero a mediados del mes de julio podría saberse qué árbitros suben a la ACB: "Es mejor no estar pendiente de eso. Si se diese, perfecto. Yo estoy concentrado en la temporada que viene".
Vacaciones primero y pretemporada después: "Intento no desconectar nunca y tener siempre un verano activo para ya a mediados de agosto empezar a prepararme más físicamente y repasar bien el reglamento y todas las interpretaciones nuevas que hay cada año".
El tono de voz no engaña: "Estoy personal y profesionalmente muy bien. Cuando las cosas salen bien y desde el exterior se percibe por tus jefes, por los compañeros o hasta por los equipos que te ven en partidos de importancia y entiendes que tenerte en la pista les puede dar ciertas garantías es algo que se agradece mucho".
No se moja también cuando habla de los "gruñones" o las "protestonas" de las ligas: "Hay de todo, claro, pero en general hay siempre un respeto muy grande tanto dentro como fuera de la pista. Ellos se están jugando su sueldo y hay momentos de tensión, pero siempre desde el respeto".
Esta temporada se encontrará en la liga con el equipo de su ciudad: "Me alegra muchísimo que el COB regrese a la categoría que le corresponde como mínimo. Desearle lo mejor, claro que sí". Y podría darse el caso de que lo arbitre en algún partido: "Desde hace algunos años se ha quitado lo de que no haya árbitros de la misma comunidad que los equipos. En la anterior campaña del COB ya lo arbitré en algunos partidos".
Lo que le falta, y le gustaría, es arbitrar en casa, en Ourense y en el Pazo: "Mis padres y mi familia ya me han ido a ver arbitrar varias veces fuera y en Galicia, pero es verdad que cuanto más cerca sea mucho mejor".
Lo seguirían su familia y también los árbitros que lo tutelaron cuando era impensable llegar al nivel actual: "Tengo muchos referentes de la categoría en la que estoy (prefiere no personalizar), pero también los árbitros con los que empecé en Ourense, como Camiña, Freán, Manuel Delgado... que me han ayudado mucho". Ahora es él, Guillermo Ríos, el "espejo" para que Ourense tenga cantera también con el silbato de baloncesto.
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