PRIMERA DIVISIÓN
El Madrid respira sin fútbol (2-0)
Los resultados de ayer devuelven a los puestos de descenso al equipo de Eusebio, cuyo buen juego no se refleja en las estadísticas
El Celta regresó en la tarde a los puestos de descenso a Segunda B tras vivir durante unas horas fuera del pozo merced al empate sumado el sábado en el campo del Cartagena. Es la cuarta igualada de una temporada en la que el conjunto celeste únicamente ha conseguido sumar una victoria (Recreativo de Huelva, 1-2). Más allá de las buenas sensaciones que los célticos han logrado transmitir en algunos partidos más bien, en fases concretas de los mismos, la realidad dicta que ya han pasado casi dos meses de competición y la realidad no puede ser otra que la lucha por la permanencia. El análisis de la actualidad celeste obliga a mirar hacia atrás. La actual es la tercera temporada consecutiva del Celta en Segunda. En las dos anteriores sufrió para asegurar la salvación, aunque el objetivo inicial siempre fue el ascenso. Ahora, el presupuesto es casi cuatro veces menor que hace tres años y la mitad que el del curso pasado. Por tanto, la lógica invita a pensar en que los resultados no se pueden mejorar con un plantel netamente más barato. La realidad, en este caso, no se contradice con la lógica, aunque sí con el discurso de cuerpo técnico y futbolistas. Hay tiempo. Falta suerte. Las victorias llegarán. Parecido, mucho, a lo que se decía hace un año, hace dos. La estadística es más cruel. El Celta es antepenúltimo. Sólo ha ganado un partido de ocho y sigue sin vencer en Balaídos. Además, con una apuesta teóricamente ofensiva, sólo ha sido capaz de marcar siete goles. Sólo la UD Las Palmas (4), el Cádiz (6) y el Nástic (6) han mostrado una capacidad realizadora peor que los vigueses. Los resultados (o la falta de ellos) ponen en entredicho la labor de Eusebio Sacristán, a pesar de que desde Praza de España se ha defendido siempre su labor. Y es que no sólo se debe tener en cuenta esta campaña, sino también la pasada, en la que el vallisoletano sustituyó a Pepe Murcia. Entonces, dirigió dieciséis partidos con un balance de dos (sufridas) victorias, nueve empates y cinco derrotas. Si a esto le añadimos la estadística de este curso, el resultado es una cifra pírrica de triunfos, tres, en nada menos que veinticuatro partidos. Son mayoría los empates, trece, y ocho las derrotas. Pero el equipo todavía piensa en cotas mayores. Para que sus deseos se hagan realidad, toca derrotar al Rayo, segundo en la tabla, el domingo que viene.
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