El contramaestre Angel Pardavila, que hizo del deporte enseña

Conocí a Pardavila en un momento accidentado cuando él caminante de montaña, no se perdía marcha alguna por estos nuestros parajes. Fue en una camiñada de Montaña de Entrimo, de 50 km. , cuando él en a Illa me recriminó que como responsable de la organización había marcado el itinerario ahorrando cintas y que éstas trastocadas o arrancadas por las pastantes vacas o caballos bravíos que por esta sierra do Quinxo uno se topa, le llevasen, acaso por un despiste de su exceso de hambre deportiva, nada menos que al fondo de la sierra , allá donde se unen los ríos Castro Laboreiro y el de A Peneda, en la llamada Xunta dos ríos, en Olelas, lo que para él suponía caminar a paso atlético a lo menos 10 km. más. Comprendí su indignación y la tensión se deshizo en meta con las explicaciones pertinentes. Desde entonces tuvimos una especial relación en todas las subsiguientes marchas y las particulares que conmigo hacía donde mostraba afición y solidaridad con el menos fuerte.

Angel Padavila nació en Vigo en la barriada de Teis, frecuentó de chaval, como recogebolas ( ese hermoso apañabolas en nuestro idioma) las pistas que en esa barriada tenía el Club de Campo. Anduvo dando unos raquetazos cuando no entregaba bolas a los tenistas que frecuentaban los campeonatos internacionales Ciudad de Vigo: Santana, Gisbert, Arilla...y otros de elenco internacional que concurrían a estos prestigiosos torneos donde Santana, en el cenit de su fama, ponía como condición que no se encontraría antes de la final con su bestia negra Juan Manuel Couder, como Pardavila me contaba.

Se formó Angel en la Universidad Laboral de Gijón y ya como trabajador de la filial de Citroën en el Polígono Industrial pasaría a Allibert, después a Faurecia donde ejerció por muchos años de contramaestre de la fábrica de componentes para la marca francesa de automóviles, lo que antes había causado el traslado a esta ciudad, y finalmente era responsable del área meidoambiental de una empresa que cuida el entorno.

Después de una intensa actividad deportiva durante su vida laboral, ya en la jubilación hizo de las marchas un diario ejercicio que combinaba con la natación en el Pabellón este gran seguidor del Madrid, pero no menos del Celta, al que yo ponía en un brete cuando le decía a cuál prefería, pero me confesó que enfrentados, preferiría una victoria del su Celtiña en cuyas categorías menores militó este fibroso deportista que destacó en el fútbol de categorías superiores y que llevó el distintivo céltico-madridista hasta su últimos días. Conversando con él una semana ha, le encontré tan animoso como siempre y aun hasta hace poco a punto estuvo de echar unos raquetazos quien desde hacía unos años frecuentaba las canchas como recordatorio de sus años juveniles en el club de Campo.

A Angel Pardavila, fiel a sus principios, lo recordaremos tragando millas diariamente y más los fines de semana en cualesquiera de las pruebas de montaña que por esta Galicia se celebrasen, de lo que recordatorio tienen la esposa y los tres hijos de este singular padre que ya cuando del caminar seguía haciendo uso, aunque con las limitaciones que la enfermedad ponía, se paraba para comentar alguna jugada tenística o yo le ponía en la disyuntiva de si el Madrid o el Celta.

Se fue el amigo, que lo era, aunque conocido en circunstancias que no auguraban precisamente una amistad y acompañamiento en muchas montañeras, allá donde los suyos le recordarán por una singular forma de ver la vida y por los amigos que por acá dejó.