José Antonio López Martín, perito tasador y judicial, y amante del motor

Ayer, 8 de septiembre, ha fallecido mi padre: el Sr. López, o simplemente López para muchos de sus amigos.

Hace 63 años aterrizó en Vigo con una oferta de trabajo para ser responsable de taller en la antigua SEAT. Desde aquel empleo como Jefe de Taller llegó a tener varios talleres en esta ciudad como propietario.

Amante del motor desde niño, participó en varios rallies de coches en Galicia, compitiendo en el VI Rías Baixas allá por 1968. Pero donde realmente brilló fue en el mundo de las motos. Motero de los de antes, llegó a ser presidente de la Federación Gallega de Motociclismo, del Moto Club Vigo y creador de la primera Vuelta a Galicia. Junto a su esposa Angelines (mi adorada madre), organizaron y dirigieron cientos de carreras de motocross y trial.

En su vida profesional también destacó como perito tasador y judicial, recorriendo infinidad de talleres por toda Galicia.

Como padre, fue el hombre más fuerte que he conocido nunca. Aunque no era muy dado a besuquear, sus cinco hijos siempre supimos que habría dado la vida por nosotros.

Fue un hombre de una generación invencible, donde los valores, el esfuerzo, el respeto, el trabajo, la familia y el buen hacer eran los pilares sobre los que se construía la vida.

Como persona, fue generoso, valiente y gran amigo de sus amigos.

Como esposo, de los de aquella época en que la mujer era la columna vertebral del hogar, supo apoyarse en ella para que sus cinco hijos saliéramos adelante con humildad y respeto hacia los demás.

Como abuelo, ofreció un amor incondicional, aunque a veces pareciera oculto y secreto.

Y como español: el más grande. Quería a España con toda el alma, con los valores de siempre, sin necesidad de explicarlos.

Quiero terminar este homenaje recordando la pasión que compartimos: el vino. Brindamos juntos muchas veces —quizá nunca suficientes— con grandes y nobles caldos. Papá, hoy brindaré por ti, y lo haré cada 8 de septiembre el resto de mis días.

Espero que, cuando llegue mi hora, tengas el vino a buena temperatura.

Descansa en paz y dale un beso enorme a mamá.

Tu hijo,

Julio Andrés