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REPORTAJE
La neoyorquina Lizzy Grant, más conocida como Lana del Rey, acaba de publicar "Ultraviolence", trabajo donde ahonda en ese papel de mujer fatal, con cierta fijación por los muchachos problemáticos, porque al fin y al cabo, dice, ella es también, "algunas veces", una chica mala.
Tras las ventas millonarias de "Born to die" (2012), su primer trabajo como Lana del Rey, la cantante de 28 años quería dar un giro desenfadado a su carrera, marcada por canciones llenas de enfermiza melancolía y desengaños. Temas como "Video games" o el homónimo "Born to die" cogieron a traspié a gran parte de crítica, entre la que generó alabanzas por su audacia pero también recelos por el exceso de "intensidad trágica" de aquella jovencita.
"Ben Auerbach estaba muy interesada en mi y me hizo sentir interesante otra vez. Estoy en otra etapa de mi vida, más relajada pero más inspirada, porque he evolucionado más que la música", señala Del Rey tras el concierto que ofreció el pasado sábado en el festival Vida de Vilanova y la Geltrù (Barcelona), el único que ofrecerá en España.
Mientras escucha con atención las preguntas que el periodista le hace en castellano, Lana se mete la uña roja de su mano entre los labios, sin morderla. Si se le habla despacio lo entiende, e incluso lo chapurrea, porque pasó unos meses en Santander de niña y además tiene amigos cubanos en Miami que le ayudan a no perderlo del todo. "Me encanta mi idea de la cultura española, apasionada, sexy, exótica", enumera sin saltarse ni uno de los tópicos esta artista que actuó en España los últimos tres años.
Las letras de sus temas, algo que no cambió mucho en su nuevo trabajo, suelen hablar de desamores, chicos descarriados, relaciones complicadas con hombres maduros, incluso de cierto sadomasoquismo como en la reciente "Ultraviolence". "Mi vida personal ha sido muy tumultuosa y mi carrera. también. Es impredecible, porque nunca hay una continuidad. El tono general de mi vida es así, agridulce", desvela.
Pero Lizzy no se vale de Lana como "alter ego" para protegerse de nada ni nadie. "Somos la misma persona. Lana del Rey es quien realmente soy, aunque puede que yo (Lizzy) no sea tan tradicional. Mis valores, mi estilo de vida son más alternativos. Cuando era niña siempre supe que iba a tener un nombre diferente, pero ahí es donde las diferencias terminan. Mi personalidad es la misma entre ambas", asegura críptica.
Uno de los pilares de la carrera de Lana del Rey es su imagen de mujer fatal, que tan subyugadas tiene a sus fans adolescentes. Se ríe cuando se le pregunta si es una chica mala. "A veces. De alguna manera me gusta acercarme a como realmente soy. Pero eso causa un caos en mi vida personal. Pero sí, algunas veces", zanja con cierta picardía la cantante americana.
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