PREMIO FORQUÉ
José Manuel Lorenzo, más osado que valiente
Elegido en 2020 como uno de los cinco ediles del ayuntamiento de la ciudad suiza de Ginebra, el gallego Alfonso Gómez (Ponteceso) acaba de iniciar su turno de mandato al frente del consistorio de la segunda ciudad del país. Estará un año ejerciendo como regidor por el partido Los Verdes tras una vida dedicada a la política y las causas sociales.
¿CON QUÉ OBJETIVOS INICIA ESTE MANDATO AL FRENTE DE LA ALCALDÍA DE GINEBRA?
Hay dos puntos estratégicos. La urgencia climática es un programa que el nuevo equipo gubernamental ha puesto en marcha desde hace más de dos años lleva toda una serie de puntos que se puede resumir en, primero, adaptar la ciudad al cambio climático. El segundo punto es disminuir la producción de gas carbónico.
Y dentro de esa producción, la alimentación juega un papel importante porque representa el 30% de la producción de este gas en la ciudad. Con ese objetivo vamos a organizar además banquetes vegetarianos en los barrios, como los Banquetes Republicanos franceses del siglo XIX con diversas actividades, como si fuese un día de fiesta. También vamos a intentar organizar una semana con alcaldes de diferentes ciudades para ver cuáles son exactamente las medidas que han tomado contra el cambio climático. Y el segundo eje son los derechos humanos. Ginebra es la capital de los derechos humanos, está la sede de Cruz Roja Internacional, organizaciones de la ONU y también una gran cantidad de ONGs. Es la imagen de nuestra ciudad. Y el cambio climático va a afectar sobre todo a la gente más vulnerable; va a tocar los derechos humanos.
TIENE POR DELANTE UN AÑO INTENSO…
Sí, porque, además, cada uno de los cinco ediles que gobernamos la ciudad tiene sus tareas. Desde el principio de nuestro mandato estoy encargado de las finanzas, de los presupuestos y de las viviendas sociales. Y también me encargo de la organización de los recursos humanos. Son varias tareas que mantengo, pero durante el año de alcaldía, además hay esas tareas de representación y se pide al alcalde que empuje más un aspecto concreto del programa. Por eso en mi año de alcaldía no hablo de espacios verdes, por ejemplo, porque ese es el trabajo que llevamos a cabo desde hace tres años. Hemos implantado cantidad de árboles y suprimido algunos parkings para hacer microbosques. Pero además de eso van a venir esas tareas suplementarias y las tareas de representación, claro. Va a ser un año más complicado.
¿CÓMO FUE SU ACTO DE INVESTIDURA?
Fue muy emotivo. Me gustó mucho que viniesen las tamboreras colombianas porque representan un elemento del combate feminista muy importante. Tocaron durante un momento con los gaiteiros de “Irmandade Galega na Suíza”. Fue muy especial. Creo que por primera vez en el mundo tocaron los gaiteiros el himno ginebrino y le queda muy bien. Espero que en las próximas ceremonias oficiales se toque así (risas). También estuvo la Banda Municipal de Ginebra. Fue muy emotivo porque estaba la familia, vino mi madre, mi esposa y los niños. Y sobre todo porque también vino mucha ciudadanía, especialmente muchos gallegos que no conocía.
LA SUYA ES UNA HISTORIA DE EMIGRACIÓN, COMO TANTAS EN GALICIA. ¿CÓMO FUE SU VIAJE VITAL HASTA LLEGAR A ALCALDE DE GINEBRA?
Bueno, cada una es diferente. No quiero que se me considere como elemento representativo porque cada historia es particular. Mis padres llegaron con 19 y 24 años. No especialmente por necesidades económicas, sino de voluntad de querer respirar, como decía el poema de Celso Emilio Ferreiro, de esa “longa noite de pedra”. Vieron la oportunidad de venir a Suiza. Pero siempre me transmitieron la importancia de ser de dónde somos, mantener las raíces en aquel “curruncho” de Corme y Cabana y, al mismo tiempo, ser de aquí, del país que nos acoge. Yo vine con casi cinco años, me quedé aquí tres años y luego me volví a Galicia y me vine de manera definitiva cuando acababa de cumplir los 14, creo. Y luego, pues fue la vida misma. Siempre fui muy activo en las asociaciones, aunque es cierto que siempre guardé en mente volver a Galicia, pero mientras esté aquí, soy de aquí. Hice todo lo que tenía que hacer, estudios, mis obligaciones de ciudadano. Siendo muy crítico con Suiza, que también tiene desventajas, como Galicia las tiene, claro, y también soy muy crítico cuando estoy allí. Ese es el recorrido. Y para llegar a alcalde… Bueno, yo siempre utilizo esa paradoja de que para coger un tren hay que ir a la estación. Eso se hace poco a poco. Nunca tuve la meta de ser alcalde, sino que cogí el tren. Es cierto que siempre fui muy activo en política. Me interesa desde los diez años, cuando vivía con mi abuelo. Él fue represaliado, era maestro y durante muchos años no pudo enseñar, estuvo en la cárcel… Era un oponente de la dictadura. Y ese interés lo guardé cuando viajé a otros países con la Cruz Roja, estuve en Irán, Somalia o el Cáucaso. Siempre me interesé sobre la historia y sigo leyendo mucho, sobre todo de historia reciente para comprender lo que han vivido los pueblos y cómo han evolucionado. Y muy interesado, claro, por la historia de mis países.
SE HA CONVERTIDO EN EL PRIMER ALCALDE, NO SOLO GALLEGO, SINO TAMBIÉN ESPAÑOL. ¿QUÉ SUPONE ESTE DATO PARA USTED?
Es una evolución totalmente normal en la ciudad. Es interesante para saber si una sociedad sobre todo tiene elementos que contribuyen, que favorecen o al menos no desfavorecen la integración de la población que emigra a su país. Y Ginebra en eso está muy bien. Tiene defectos y hay asuntos que hay que mejorar, eso está clarísimo, porque no toda la inmigración tiene un resultado totalmente positivo. La vida no es un largo río tranquilo, como se dice en francés. Desde hace casi 200 años, en el cantón de Ginebra el 40% de la población no tiene el pasaporte suizo. En la ciudad, no lo tiene el 50%, yo sí lo tengo. Eso quiere decir que las políticas públicas de integración son importantísimas para que haya cohesión social.
TRAS 50 AÑOS, ¿CÓMO HA VISTO EVOLUCIONAR TANTO SUIZA COMO GALICIA?
Los dos países han evolucionado mucho. En el 73 apenas se acababa de dar el derecho de voto a las mujeres en este país. Y hoy, en el gobierno de Ginebra, que somos cinco ediles, tres son mujeres. Ahí hay una evolución importante. También la ciudad ha crecido mucho, sobre todo estos últimos años, lo que conlleva un cierto desequilibrio. Ha habido un crecimiento bastante importante tanto de la ciudad como del cantón. Y evolucionó también mucho en la toma de conciencia de la ecología, sobre todo estos últimos 30 años, que hace que el partido Los Verdes sea importante. Pero ese crecimiento conlleva también distancias sociales importantes y es también uno de los retos de la ciudad y del país. Y a Galicia la veo un poco de la misma forma. Entre la Galicia del 76 y hoy, es un país más moderno, con una población con un nivel de formación mucho más alto y eso se ve también en los gallegos que vienen aquí. Desde hace 50 años ha habido una gran evolución.
SIENDO ALCALDE POR EL PARTIDO LOS VERDES Y VIENDO CÓMO ESTÁ EL MUNDO EN MATERIA AMBIENTAL, ¿TENEMOS ESPERANZA COMO HUMANIDAD?
De todas formas no nos queda otra. Hoy el combate es para limitar de 1,5 a 2 grados la temperatura. Si no lo conseguimos, está claro que va a ser un un desastre ecológico. Pero si no lo conseguimos tendremos que luchar para que el aumento sea de cuatro grados de media y no de siete. Tenemos que cambiar nuestra manera de consumir, nuestra manera de producir, porque no nos queda otra que limitar las temperaturas, en un momento dado tenemos que parar este aumento del gas carbónico, porque si no la vida en la tierra será casi imposible. Decía Gramsci que frente al pesimismo de la inteligencia, el optimismo de la voluntad. Me gusta mucho esa frase porque conscientemente veo que nuestra manera de producir no ha cambiado mucho, seguimos utilizando mucho el avión, consumiendo muchos productos cárnicos, los transportes individual motorizados de materias carbónicas. Eso lo veo, pero hay que tener la voluntad de cambiar porque no nos queda otra.
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