Iván Raña, el deporte más puro

Entrevista

41 años y jamás se apartó del camino. Estar en la cima una y otra vez no le despegó de la base de su pensamiento que es dedicar toda su vida al deporte.

El triatleta Iván Raña (Foto: Xesús Fariñas)
El triatleta Iván Raña (Foto: Xesús Fariñas)

Llega a la cita tras un largo entrenamiento en bicicleta. Hablamos mientras comemos, sabiendo que cuando se levante tendrá que volver a entrenar. Sin embargo no mete prisa al entrevistador. Al contrario. Es un hombre que infunde calma, paz, y a la vez un torrente de vitalidad. Es una pasión que le acompaña desde la infancia, cuando empezó a sentir el deseo y a la vez la necesidad de dedicarse al deporte. Y no a uno, sino a todos los que estaban a su alcance: el ciclismo, la natación, el atletismo. Deportes del cuerpo y de la mente, como el ajedrez, o para medirse con las máquinas como los rallyes. Es un deportista total, el paradigma del deporte en estado puro del que no se ha apeado ni un solo momento desde que empezó siendo niño.

1. ¿Había ambiente deportivo en su casa, cuando era niño?

En casa éramos cinco hermanos y a mis padres les gustaba el deporte y la naturaleza. Mi padre era paracaidista, corría, andaba en bicicleta. Mi padre nos sacaba al monte, allí en Ordes e íbamos andando hasta Cerceda por el monte ya cuando yo tenía cuatro años. Yo creo que cuando te ves envuelto en ese ambiente desde tan pequeño es difícil que no te guste el deporte. Ya forma parte de ti. No me imagino qué habría sido si hubiese nacido en otra familia.

2. Imagino entonces que ya era un deportista destacado durante su etapa escolar

Sí, era campeón gallego de natación, de atletismo, campeón de España de Triatlón, jugaba al ajedrez... pero me suspendían en gimnasia en el instituto.

3. ¿A qué edad empezó a practicar deportes de competición?

Con cinco o seis años. Empecé compitiendo en natación y también en las carreras populares que había por los pueblos

Imagino que las ganaba

Casi todas. Eran, la carrera del mejillón, la del lacón... todas así. Y el premio era siempre una grandísima merienda. Recuerdo que en Callón había un triatlón que al terminar te llevaban a la lonja y allí te hartabas de mejillones, empanada, tortilla. A los nueve años empecé a entrenar en natación en la piscina de Santa Isabel, en Santiago, dos días a la semana. Con doce años me conoció un entrenador y me ofreció entrenarme, habló con mis padres y me fui a vivir con él a los catorce años.

4. ¿Cómo fue? ¿firmaron un contrato?

Imagino que vería en mí posibilidades y habló con mis padres. Su idea era realizar una planificación a largo plazo pero con un objetivo: o ser campeón del mundo. En aquel momento no había triatlon en los juegos olímpicos todavía. Su idea era que él me entrenaba, se encargaba de mi manutención, de todo y luego tendría que devolverle el dinero cuando empezase a ganar carreras. Y así fue. Me fui a vivir con él a Bertamiráns, entrenaba muy temprano, antes de ir al colegio, salía corriendo para que no me pusieran falta por llegar tarde, a veces tenía que entrar por la ventana, luego seguía por la tarde, hacía las tareas de casa... fue un entrenamiento no solo deportivo.Ese fue mi primer entrenador y es mi entrenador actual.

5. ¿Siempre estuvo con el mismo?

No. Con veintitantos años empecé a pensar que me estaba estancando y creía que tenía que hacer cambios, empecé a investigar cómo entrenaban en distintos países, no sé los australianos, por ejemplo y lo que pasó es que me di cuenta que había mucho postureo. Di la vuelta al mundo buscando algo para acabar donde empezaste.

Vilarpiñeiro (Vedra). 26/08/2020. Entrevista para La Revista al triatleta Iván Raña. Foto: Xesús Fariñas
Vilarpiñeiro (Vedra). 26/08/2020. Entrevista para La Revista al triatleta Iván Raña. Foto: Xesús Fariñas

6. ¿Cual fue tu primer título en triatlón?

Gané la primera absoluta en Castrelo de Miño, con 17 años. Hablo de triatlón. Ya había ganado antes el campeonato de España juvenil en Aviles. Pero además del triatlón hacía natación, atletismo, pista en atletismo, como 3.000 metros obstáculos, mountain bike, ciclo cross, piragüismo, ajedrez... yo había todo lo que podía. Eso te daba una formación, una preparación que cuando llegaba el momento de competir en una modalidad tenías simplemente que afinar.

7. Fue a su primera olimpiada con 21 años y con 23 ganó la medalla de oro en el campeonato del mundo ¿Qué pasa después?

Uff. Cuando ganas un campeonato del mundo tienes una sensación extraña. Ya no hay nada por arriba, nada más alto que alcanzar. A partir de ahí cambia tu vida. De repente empiezan a interesarse por ti los periodistas, los patrocinadores, tu sencilla vida deportiva empieza a complicarse con esas otras actividades. Al principio me estresó un poco, porque no era capaz de mantener mi ritmo de entrenamiento al que estaba habituado y tuve que adaptarme. Ahora lo entiendo como parte del trabajo y creo que si lo tomas como un entretenimiento, como algo que puede ser incluso divertido, te va a venir hasta bien.

8. Y ahí nació Iván Raña el orgullo del deporte en Galicia ¿Cómo lo encajó?

Con la debida modestia. Creo que es bueno y ha sido bueno para muchos chavales que como yo viven en pueblos, y que ven en mí que es posible ganar un campeonato del mundo, cuando no tienes ni una piscina en muchos kilómetros a la redonda, ni una pista de atletismo, que es posible ganarle a los alemanes, que en cambio las tienen al lado de casa, y dinero a expuertas de patrocinadores.

9. Además del entrenamiento tan duro, como deportista tiene que enfrentarse cada día al paso del tiempo, ¿Cómo lleva esto, lo de hacerse mayor?

El mayor reto de un deportista no es la edad, sino la motivación. La rutina es un gran enemigo y forma parte de tu día a día. Yo me conozco todos y cada uno de los baches que hay en todas las carreteras por las que entreno. Lo importante es saber motivarte. Quizás por eso yo practico muchos deportes al mismo tiempo, incluso corro en rallyes, porque la clave está en tener a tu cerebro motivado. Yo me sentí viejo con 26 años, cuando volví a Ordes, volví a entrenar por las mismas carreteras, escuchaba “tienes que buscarte algún trabajo, porque con la que está cayendo...” Iba en bici y pasaba frío. Hoy no. Salgo a andar en bici y me gusta sentir el fresco. Ahora lo siento como una caricia. Porque he vuelto a asumir retos. No importa la edad. Hoy tengo más energía que con 26 años.

10. ¿Dónde está el límite en la vida de un deportista?

Precisamente en lo que te decía antes. En el momento en el que pierda su motivación. ¿Dónde está el limite en la vida de una persona? El problema es que creas que tienes un límite, que te dejes influir cuando te lo dicen. También me decían que era demasiado joven, con 23 años para ganar el campeonato del mundo. Yo hoy levanto más peso que nunca, hago ejercicios mejor que nunca y tengo un objetivo para alcanzar que es lo que me motiva.

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