Mónica Franco, de rebicha a fabeira entre la villa de Lobios y Andorra

Tiene una historia de ir y venir desde el principado soberano Mónica Franco Vivas, que nació en el microestado de los Pirineos siendo nieta de gallegos. “Andorra era muy seco y yo tenía problemas de salud de niña, a mis padres les recomendaron aire húmedo”, explica. Por esa razón vivió su temprana niñez en Lobios, y se fue de nuevo allá, donde España encuentra a Francia, con diez años.

Tras veinte años como administradora en un banco y secretaria con una célebre abogada andorrana, se queda Mónica en la calle y decide mudarse a este lado. “El 31 de octubre de 2021, el día de los muertos”, comenta graciosa e inquietante. “Yo soy medio meiga aunque no sepa hacer nada”, afirma. No podemos acreditar sus dotes, pero sí que transmite Mónica clarividencia con su mirada.

Típico de Andorra, por favor, le preguntamos. “Dinero negro, mafia rusa, ‘el banco intervenido’, Jordi Puyol, Arantxa Sánchez Vicario…”, todas esas palabras salen en nuestra conversación, si bien vamos a concretar algo. “Allí no hay paro ni ayudas, y si a los tres meses no trabajas te quedas sin seguridad social”, espeta. “Bueno, y una cosa curiosa, que se tienen que poner de acuerdo el Bisbe de la Seu d’Urgell con Emmanuel Macron para cualquier cosa”, añade.

“Andorra xa foi o que foi, ahora está para ‘os ricos, ricos’”, opina, “pero no te olvides de que los que levantamos aquello fuimos los portugueses y los gallegos”, comenta con orgullo, para ejemplo la historia de sus antepasados.

De sus raíces

Cuenta Mónica que su abuela era partera de Vilameá de Riocaldo y además de criar a sus cinco hijos, amamantó a la hija de una vecina que no tenía leche, pues si no, no venía arriba la pequeña. “Hoy en día aún está aquí esa señora”, comenta. Qué orgullo y qué cosa de otro tiempo, lo de la nodriza o ama de crianza.

Sus mayores migraron para Andorra; allí el abuelo se dedicó a la construcción, no solo en el principado, también por Portugal o en el gran París; lo que vino después fue su propia historia.

“Me encuentro sin trabajo justo después de tener a mi hija”, explica, y a continuación relata pleitos que tuvo con la que era su jefa, que la justicia resolvió a su favor, indemnizaciones incluidas. “Cuando se produce una incorporación tras una baja de maternidad los despidos deberían estar prohibidos”, opina.

El caso es que al ser su marido portugués “de Vila Verde, de Braga”, y tener todos los suyos Lobios en el corazón, decidieron volverse. Su marido montó una empresa de construcción aquí, y ella por su lado un negocio.

“Yo ya tenía Rebichos, mi marca de ropa infantil, pero ahora con la tienda ampliamos a mayores, con Fabeiros”, explica. En su establecimiento vende prendas para niños, pero también cierto catálogo de mercería, juguetes, regalos o curiosidades varias. Lleva más de un año operativo y petándolo en verano, reyes y fiestas locales. “Ana fent” (ir haciendo), comenta en catalán; habla también gallego, portugués, inglés, francés y, gracias a Eros Ramazzotti, italiano.

El original nombre del negocio responde a palabras que le resuenan desde niña. “Fabeiro hace referencia al que de comer ‘moitas fabas’ creció y se hizo mayor”, ilustra. Seguimos sin poder explicar en español qué es un rebicho, y mejor así: dejar que las palabras existan sin traducción en otras lenguas.

“Soy apasionada en todo lo que hago, la meta siempre es un presente, todos los días”, comenta. Entramos en su tienda para curiosear, un poco de casualidad, y efectivamente en veinte minutos Mónica Franco Vivas se sacó el alma en un pis pas y nos la ofreció en un plato.