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LA NUEVA OURENSANÍA
Estudiaba Marianne Alejandra Barreto Tortolero Administración y dirección de empresas en Valencia, Venezuela, cuando su madre decidió emigrar con ella y su hermano, dirección A Coruña. “Teníamos un primo casado con una venezolana gallega”, explica sobre el árbol genealógico, “siempre nos abrieron las puertas”, comenta.
Su madre era abogada con una vida acomodada, pero veía el futuro limitado para los jóvenes como ella. Resulta curioso, pero su hermano retornó, ahora tiene varios centros de venta de material de pádel que ha ido creando con el tiempo. “No se acostumbró aquí y allí mantiene a todos sus amigos”, explica.
“Trabajé algún tiempo en hostelería como muchos de los venezolanos que venimos, hasta que conseguí acabar en lo mío”, revela. “En gestión de proyectos para una multinacional del sector textil en Coruña”, comenta, ¡venga va!, a ver si entre todos acertamos el misterio. Tres años después se mudó con su chico a Canarias, por motivos laborales de este gallego de Compostela. “No me lo pensé mucho, ¿calor?, allá voy”, explica.
“Retomé el proyecto de emprendimiento que tenía en Venezuela que empecé cuando estaba estudiando, aprendí a hacer una web desde cero”, revela. Su marca se llama 12 Lunas, y es una firma de accesorios, “joyitas de acero inoxidable”, describe. Vende Marianne una línea hecha por ella y la distribución de otras piezas que selecciona por su aire boho chic, que le encaja con su filosofía. No hay más que mirar la foto para saber de qué estamos hablando; collares con cuero y animales cérvidos, cadenas plateadas, pendientes hippies y anillos con inspiración celeste. Señala un adorno de cartílago Marianne al que llama ear cuff, tal como dicen los ingleses. Qué bien luce en su oreja, y cuánto se aprende sobre la marcha, confieso a la diseñadora que para algunas cosas ya soy vieja.
Ha hecho envíos a Inglaterra, Australia, Madrid, y muchos a Canarias, “por los turistas y el trabajo que desarrollé allí”, reconoce; le toca ahora expandir su voz estas tierras. A partir de seis euros se puede conseguir una de sus piezas, que produce aquí en Ourense. Todo lo hace online por el momento, “hay un trabajo largo por recorrer, acabo de llegar”, confiesa. “Trato de ser auténtica y transparente con la marca”, esboza intenciones, “más allá de vender el producto es transmitir la experiencia de realizarlo mientras cuido de mi bebé”, explica. Trabaja también Marianne de mañana de ocho a tres en una empresa de formación ourensana llevando las redes.
Vamos pues, a hablar de su familia, sabemos que conquistó a un compostelano, quién puso a quién el anillo es una incógnita. “Estando embarazada siempre pensábamos que en las islas no teníamos apoyo”, comenta; fue la razón principal de su retorno al norte. “Esta ciudad es muy cómoda y la gente es muy abierta, siento que está acostumbrada a la comunidad internacional”, opina.
Se considera auténtica Marianne y es verdad que en su selección random de palabras, gustos e inclinaciones figuran “mollejas, bolboreta y zamburiñas”, entre risas menta. “¡Uy, mi círculo de amistades es muy variado!”, admite, son de aquí, de allá y de todas partes, gente aficionada al crossfit, “es mi gran afición”, comenta.
“La vida está hecha de pequeños momentos como este”, tiene escrito en el brazo; se percibe claramente que nuestro encuentro aprecia. Honesta, diría de ella si me preguntasen, sin dobleces, como la luna llena.
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