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Doce formas de celebrar la llegada del nuevo año
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Cuando el calendario se queda sin páginas y el reloj se acerca a la medianoche, cada país recurre a sus propias costumbres para marcar el tránsito hacia el nuevo año. Hay despedidas íntimas y celebraciones multitudinarias, gestos heredados y formas de encuentro que se repiten año tras año. De Europa a América y de Asia al Caribe, el cambio de año trae consigue tradiciones diversas que se adaptan al clima y a la forma de entender la vida en cada lugar.
Empezamos por casa. El cambio de año en España está marcado por un ritual ampliamente compartido: las campanadas de medianoche y las doce uvas, seguidas al unísono desde los hogares o las plazas através de la televisión. La Puerta del Sol de Madrid vuelve se llena de gente para despedir el año viejo y recibir al nuevo.
Más al este, Italia sitúa el centro de la celebración en la mesa. La cena de Nochevieja reúne a familias y amigos alrededor de platos tradicionales, con especial protagonismo de las lentejas, asociadas desde hace siglos a la prosperidad y al deseo de abundancia para el año que comienza.
En Alemania, el último día de diciembre se vive con una combinación de costumbre televisiva y encuentro doméstico. Reunirse para ver el clásico "Dinner for One" se ha convertido en una seña de identidad que mezcla humor, tradición y continuidad generacional.
El protagonismo de la Nochevieja es aún mayor en Escocia, donde el Hogmanay eclipsa incluso a la Navidad. La celebración se articula en torno a visitas, encuentros y gestos simbólicos relacionados con la hospitalidad, la buena suerte y el comienzo con buen pie del nuevo año.
Algo más ruidosa resulta la despedida del año en Dinamarca, donde los saltos desde sillas, los petardos y las reuniones vecinales forman parte del ambiente festivo. El estruendo y el movimiento simbolizan dejar atrás lo viejo y entrar con energía en enero.
También en la Península Ibérica, Portugal acompaña la medianoche con pequeños gestos cargados de simbolismo. Comer pasas, brindar desde un lugar elevado o llevar monedas en el bolsillo forman parte de una despedida sobria, pero optimista, del año que termina.
En Grecia, el Año Nuevo se recibe colgando una cebolla en la puerta de casa como símbolo de crecimiento y renovación. La tradición incluye tocar suavemente la cabeza de los niños con ella para atraer la buena suerte durante el año que comienza.
En el hemisferio sur, Brasil vive el cambio de año al aire libre. Las playas se llenan de celebraciones multitudinarias donde la música, el color blanco y el contacto con el mar marcan una bienvenida multitudinaria al mes de enero.
La imagen más icónica de la Nochevieja en Estados Unidos se concentra en Times Square, Nueva York. Allí, la cuenta atrás y la caída de la bola convierten la medianoche en un espectáculo urbano seguido por millones de personas dentro y fuera del país.
En Colombia, el paso al nuevo año se acompaña de acciones simbólicas vinculadas a los deseos personales. El ambiente familiar y vecinal da forma a una despedida en la que cada gesto apunta a aquello que se espera del futuro inmediato.
La celebración adquiere un carácter especialmente comunitario en Ecuador, donde el final de diciembre se transforma en un acto colectivo. Calles y plazas se convierten en escenario de una despedida cargada de significado social y participación vecinal.
Ni siquiera el clima extremo frena la Nochevieja en Canadá. Allí, el frío convive con reuniones familiares y actividades al aire libre que refuerzan el sentido de comunidad y encuentro en la transición al nuevo año.
En Filipinas, la Nochevieja se llena de lunares, ya que los puntos evocan monedas y simbolizan la atracción de dinero y prosperidad. La tradición se acompaña de celebraciones ruidosas para espantar la mala suerte y empezar el año con buen augurio.
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