Biografía| La apasionante historia de los Santamaría: de Prexigueiro a Cuba

Benigno Santamaría Pérez nació en Prexigueiro, en la Comarca del Ribeiro, en Ourense, cuando finalizaba el siglo XIX. Con María, su madre, embarcó en Vigo y, tras una verdadera odisea marítima, llegó al puerto de La Habana cuando Cuba daba sus primeros pasos como país independiente.

Lois Pérez Leira - loisperezleira@hotmail.com

Publicado: 16 abr 2025 - 09:57

Los hermanos Santamaría con Fidel Castro|Archivo: Lois P. Leira
Los hermanos Santamaría con Fidel Castro|Archivo: Lois P. Leira

Benigno Santamaría Pérez nació en Prexigueiro, en la Comarca del Ribeiro, en Ourense, cuando finalizaba el siglo XIX. Con María, su madre, embarcó en Vigo y, tras una verdadera odisea marítima, llegó al puerto de La Habana cuando Cuba daba sus primeros pasos como país independiente.

Ribadavia en los años 30|Archivo: Lois P. Leira
Ribadavia en los años 30|Archivo: Lois P. Leira

En la isla conoció a Joaquina Cuadrado, nacida en Salamanca en 1902, con quien se casó en 1920. La nueva pareja se trasladó a Encrucijada, en la Provincia de Las Villas. Allí, Benigno trabajaba como jefe del taller de carpintería de la Central Constancia. En ese lugar nacieron sus hijos: Haydée (1922), Aída, Aldo, Abel (20 de octubre de 1927) y Ada. "En general compartíamos todo. Nosotros éramos un clan, los hermanos juntos, diría yo, que no en contra de nuestros padres, pero sí en defensa de nosotros mismos", nos cuenta Aldo y continúa. "Había que estar exactamente a las doce para almorzar, cada uno tenía su puesto y mi padre era el que dirigía la mesa." Los Santamaría vivían en una casa de madera con tres habitaciones, una de las cuales compartían Aldo y Abel. Una de las pocas diversiones de aquellos años era escuchar la radio. Como correspondía en aquella época, Benigno, cuando estaba en casa, ponía los noticieros para saber qué pasaba en el mundo, mientras que sus hijos preferían las transmisiones de boxeo. Tanto Haydée como Abel y sus hermanos tuvieron como maestro a Eusebio Lima Recio.

En esa escuela pública iban todos los niños del lugar, que eran casi cien. La escuela tenía un salón grande con piso de ladrillos. Eusebio Lima lo recuerda: "Aquel niño inquieto, de ojos azules y cabellos rubios, el mejor de mis alumnos, hacía preguntas muy profundas cuyas respuestas exigían análisis. Era el más destacado en clases y actos cívicos. Compartió conmigo cinco grados primarios, a partir de 1936. Un 24 de febrero, representó a un mambi y antes, un 28 de enero, había conquistado el Bico de la Patria, premio que confería el Ministerio de Educación a la mejor composición martiana". Los domingos, la diversión de Abel y Aldo era caminar hasta Encrucijada, donde daban un paseo por el parque y, de paso, miraban a las chicas que hacían lo mismo que ellos: pasear y mirarse de reojo. Si lograban alguna conquista amorosa, las invitaban a tomar un helado.

A mediados de los años treinta, Aldo se traslada con sus abuelos maternos a Salamanca, de donde eran originarios. Llega durante la Segunda República y vive los momentos difíciles de la Guerra Civil. Por la noche, era casi una rutina en su hogar escuchar las noticias de la guerra civil española. Cuba había enviado a muchos voluntarios a luchar por el bando republicano. Abel estaba muy interesado en todo lo que ocurría en España. En su casa, este tema formaba parte del debate diario. Por otro lado, Aldo estaba en España y la familia sentía preocupación por todo lo que sucedía. Tras el triunfo del franquismo, Aldo vivió una larga temporada bajo aquel régimen. Al regresar de esa larga estadía, Abel pasaba el tiempo preguntando sobre cómo era ese país: "Él se pone a interrogarme –nos cuenta Aldo– a preguntarme sobre allá, pues yo venía de una zona rural de España, había pasado mucho con el franquismo y tuve que trabajar muy duro siendo niño, en el lugar donde yo vivía; pero él decía lo contrario, que esto estaba muy mal".

CONOCE A JESÚS MENÉNDEZ

Abel, apenas terminó la primaria, a los trece años, comenzó a trabajar en la central. Fue mozo de limpieza, despachador de mercancías y finalmente oficinista. Debido a su preparación, pasó a ser ayudante de un tío suyo, que era casi el administrador del "ingenio". Allí pudo conocer más a fondo la situación que atravesaban los trabajadores. En ese entorno rural e industrial, vislumbró la urgencia de un cambio, escuchando en las reuniones sindicales las palabras del famoso "General de las Cañas", Jesús Menéndez.

El mítico líder obrero Jesús Menéndez vivía en Encrucijada, era descendiente de bisabuelos esclavos. En 1928, su hermano mayor lo llevó a trabajar a la Central Constancia (hoy Abel Santamaría), donde ocupó el cargo de purgador de tercera en el departamento de fabricación del azúcar. En 1932, el país comenzó a organizar los sindicatos en las centrales azucareras, que inmediatamente se sumaron a la lucha por aumentos salariales, la jornada de ocho horas y otras reivindicaciones. Jesús contribuyó a formar y dirigir el gremio de la Central Constancia. El IV Congreso de la Unidad Sindical-Habana, en 1934, radicalizó su accionar y no abandonó las cosechas de tabaco. Su prestigio lo llevó a ser postulado por el Partido Comunista, siendo elegido Representante a la Cámara en las elecciones de 1940.

En la imagen, Abel Santamaría| Archivo: Lois P. Leira
En la imagen, Abel Santamaría| Archivo: Lois P. Leira

En una ocasión, durante una visita a la Central con el objetivo de organizar a los trabajadores, Jesús Menéndez fue expulsado por el administrador. Abel, junto a otros compañeros, se solidarizó con ese prestigioso líder sindical, protestando airadamente por la actitud de la patronal. Para Abel, su permanencia en Constancia era un freno a su desarrollo intelectual y político. Tenía interés en continuar el bachillerato para luego ir a la universidad.

En 1946 se traslada a La Habana con la ayuda de su primo Fito Vázquez Cuadrado. Fue a vivir a una habitación en la azotea de una casa en la calle Virtudes, 214.

Por mediación de Fito, consiguió trabajo en las oficinas de una empresa textil. Al mismo tiempo, se inscribió en el Instituto de Segundo Enseñanza. Allí estableció una amistad con Rosa Fernández Méndez, quien terminó siendo su amiga entrañable. Años después ella lo recuerda: "Usaba gafas redondas con armazón de carey y el nariz era más bien grande, la boca de labios muy rosados, bien dibujada y en contradicción con los ojos, siempre reía mostrando sus dientes grandes. Era alto, robusto, de tez blanca y rosada". Después de aquel primer trabajo, pasó a las oficinas del taller de reparaciones de la agencia de autos Pontiac. De día trabajaba y por la noche seguía sus estudios. Le gustaba la psicología, aunque tenía la intención de estudiar ingeniería.

Según su amiga Rosa: "A Abel le gustaban las fiestas, el baile, tenía muchas amigas y una cierta atracción para las mujeres, pero no era de enamorarse fácilmente. Más bien se ilusionaba con una chica y, cuando salía varias veces con ella, parecía aburrirse".

Poco tiempo después de comenzar a trabajar en la empresa, fue nombrado contador tesorero de la agencia de autos. Esto le permitió tener un mejor salario y alquilar un apartamento con Haydée en el Vedado. La vivienda quedaba en la calle 25, número 164, apartamento 603, entre Infanta y 0. El apartamento tenía dos piezas, una habitación, una sala-comedor, cocina y baño.

Cuando se produjo el golpe militar de Fulgencio Batista, el 10 de marzo de 1952, fueron de los primeros jóvenes en manifestarse contra el golpe. Abel conoció a Fidel en un acto realizado el 1 de mayo de ese mismo año, durante la conmemoración del asesinato del obrero Carlos Rodríguez. Jesús Montané sería quien los presentara en ese acto. Al terminar el evento, un grupo de jóvenes continuó el entusiasta parloteo, donde Fidel y Abel coincidieron en que había que hacer algo urgente contra la dictadura. Así nació una gran amistad entre ambos revolucionarios, que posteriormente serían los jefes del movimiento moncadista.

Desde ese día, la casa de los Santamaría se convirtió en el cuartel general de los martianos. Era una especie de pequeño templo patriótico: había un retrato de Chibás, una figura de Martí y otra de Maceo. En la biblioteca de Abel, había libros de Lenin, de Martí, incluso tenía El Cantar del Mío Cid y Don Quijote. En ese lugar llegaban todos los días los jefes de las células que se iban formando: Boris Luís Santa Coloma, Raúl Gómez García, Pedrito Miret, Tizol, Alcalde, Tascende y Montané, entre otros. El apartamento era pequeño, pero se hacía grande; a veces eran hasta veinte personas comiendo en ese lugar conspirativo. Mientras Fidel caminaba por la sala hablando con todos, adoctrinaba y hacía preparativos.

La familia Santamaría | Archivo: Lois P. Leira
La familia Santamaría | Archivo: Lois P. Leira

Por esos tiempos, Abel consideraba muy importante su formación política e ideológica. Se sentía profundamente martiano en lo político y en lo ideológico, se inclinaba por las ideas del marxismo-leninismo. Aldo Santamaría asegura que las lecturas y estudios que Abel hacía de Marx, Engels y Lenin, en general del socialismo, fueron muy importantes en su verdadera formación. Su hermana Haydée nos relata: "Abel estudiaba a Martí y no tuvo ningún conflicto con el marxismo, ningún conflicto para aspirar a la sociedad socialista y comunista. Las inquietudes políticas de Abel eran muchas. Además leía de todo. Leía mucho sobre la Revolución Francesa, y naturalmente sobre la Revolución Rusa y todos aquellos que supieron defender la gran Revolución de Octubre. Era un joven que tenía muchas cualidades, pero había una que sobresalía: su calidad humana extraordinaria. Él tenía una serie de inquietudes políticas grandes y además ya era un estudioso del marxismo en ese momento."

Él tuvo la oportunidad de adquirir libros y Fidel lo orientaba mucho. Abel tenía una gran fe en sus compañeros. Exigía a cada uno ser profundamente martiano. Leía a todos, no solo a Lenin. Las inquietudes eran tremendas, tan tremendas, que a veces lo considerábamos romántico". Mientras se organizaban los preparativos conspirativos, la preparación militar y la recaudación de fondos, Fidel le confiesa a Abel cuál era exactamente el objetivo militar a atacar, para encender la ola revolucionaria.

El Moncadista Pedro Trigo, quien lo conoció profundamente, nos cuenta: "Abel Santamaría, a quien conocí entonces, me pidió un día que citara a los hombres de mi grupo para reunirse con ellos. Se interesó por nuestro nivel de escolaridad y preguntó enseguida cuántos leíamos a Martí. Algunos lo hacían, otros no. Y dijo Abel que todos debíamos leerlo porque él sería el guía de la acción que llevaríamos adelante y porque era extraordinaria la vigencia de su pensamiento, no solo para esos momentos, sino para el futuro".

Fidel y Abel consideraron que las condiciones estaban dadas para la acción armada y comenzaron a tomar todas las medidas para iniciar el "copamiento" militar. Los martianos se trasladaron hasta la ciudad de Santiago de Cuba en varios vehículos. El 25 de julio, día festivo en Santiago, se concentraron en distintas casas para descansar y recibir las órdenes correspondientes. Abel fue el segundo jefe del incipiente ejército revolucionario.

Haidee Santamaría | Archivo: Lois P. Leira.
Haidee Santamaría | Archivo: Lois P. Leira.

El Cuartel Moncada, en 1953, era la sede del regimiento Antonio Maceo en la ciudad de Santiago de Cuba, capital de la provincia oriental. En la madrugada de ese día, 135 combatientes, vestidos con uniformes del Ejército, se preparaban para el ataque. Se organizaron en tres grupos: el primero de ellos, con Fidel al frente, atacaría la fortaleza. Los otros dos grupos, comandados respectivamente por Abel Santamaría y Raúl Castro, intentarían tomar dos importantes edificios cercanos al cuartel: el Hospital Civil, donde atenderían a los heridos, y el Palacio de Justicia, donde estaba la Audiencia, desde cuya azotea se apoyaría la acción principal. Abel, con su grupo, llegó en dos automóviles tomando por asalto el hospital. A los pocos minutos, comenzaron los disparos. La falta de coordinación hizo que Abel no supiera lo que estaba ocurriendo en el cuartel Moncada. Con retraso, llegaron Melva y Haydée, que salieron en el último coche. Ante la fuerte resistencia de los militares, Fidel ordenó retirarse. Mientras, Abel y su grupo, entre ellos el gallego Julio Trigo, siguieron resistiendo. Después de quedarse sin municiones, los insurgentes se vieron obligados a rendirse. En esta heroica acción, tres hijos de Galicia fueron asesinados: Abel Santamaría, Julio Trigo y Juan Manuel Ameijeiras (Mel).

El propio Fidel, cuando pronunció el histórico discurso de "La historia me absolverá", relató lo sucedido:

"En medio de las torturas les ofrecían la vida, si traicionaban su posición ideológica y se prestaban a declarar falsamente que Prío les dio dinero. Y como ellos rechazaban indignados la propuesta, seguían siendo horriblemente torturados. Les trituraron los testículos y les arrancaron los ojos, pero ninguno claudicó, ni se oyó un quejido ni una súplica. Incluso cuando les privaron de sus órganos viriles, seguían siendo mil veces más hombres que todos sus verdugos juntos. Las fotografías no mienten y esos cadáveres aparecen destrozados. Intentaron otros métodos; no podían con el valor de los hombres y probaron con el valor de las mujeres. Con un ojo humano ensangrentado en las manos, se presentaron un sargento y varios hombres en el calabozo donde se encontraban Melba Hernández y Haydée Santamaría, y dirigiéndose a la última, mostrándole el ojo, le dijeron: 'Este es de tu hermano, si no dices lo que no quiso decir, le arrancaremos el otro'. Ella, que quería a su valiente hermano por encima de todo, les respondió con dignidad: 'Si ustedes le arrancaron un ojo y él no lo dijo, mucho menos lo diré yo'. Más tarde volvieron y las quemaron en los brazos con colillas encendidas, hasta que para rematar, llenos de despecho, le dijeron nuevamente a la joven Haydée Santamaría: 'Ya no tienes novio porque lo matamos también'. Y ella les contestó, imperturbable: 'Él no está muerto, porque morir por la patria es vivir'. Nunca se ha puesto en un lugar tan alto de heroísmo y dignidad el nombre de la mujer cubana."

En los anales del crimen merece mención de honor el sargento Eulalio González, del cuartel Moncada, apodado "El Tigre". Este hombre no tenía el menor remordimiento en jactarse de sus tristes hazañas. Fue él quien con sus propias manos asesinó a nuestro compañero Abel Santamaría. Pero no estaba satisfecho. Un día, al regresar de la prisión de Boniato, donde tenía una cría de gallos finos en los patios, subió al mismo autobús donde viajaba la madre de Abel. Cuando ese monstruo comprendió de quién se trataba, empezó a relatar en voz alta sus proezas, y dijo bien alto para que lo oyera la señora vestida de luto: 'Pues yo sí saqué muchos ojos y pienso seguir sacándolos'. Los sollozos de esa madre, ante la afrenta cobarde que le hacía el propio asesino de su hijo, expresan mejor que ninguna palabra el oprobio moral sin precedentes que está sufriendo nuestra patria."

A esas mismas madres, cuando iban al cuartel Moncada preguntando por sus hijos, con cinismo inaudito les respondían: '¡Como no, señora! Vaya a verlo al hotel Santa Ifigenia donde se lo hospedamos'. O Cuba no es Cuba, o los responsables de estos hechos tendrán que sufrir un escarmiento terrible. Hombres desalmados que insultaban groseramente al pueblo cuando se quitaban los sombreros al paso de los cadáveres de los revolucionarios."

Celia Hart Santamaría, hija de Haydée, en una entrevista señaló: "Y a pesar de las torturas que ella tuvo que padecer, el horror de ver los ojos de mi tío Abel sobre una bandeja, utilizados como chantaje para que denunciara a los compañeros, Haydée afirmó que los hombres no eran malos, ella en el Moncada entendió que era el sistema el que tenía que ser cambiado, no el hombre."

Haidee en la cárcel | Archivo: Lois P. Leira
Haidee en la cárcel | Archivo: Lois P. Leira

Después de salir de prisión, Haydée participó, junto a su hermano Aldo, en la fundación del Movimiento 26 de julio, formando parte de su dirección política. Organizó y participó en el levantamiento del 30 de noviembre de 1956 en Santiago de Cuba, en apoyo al desembarco del Granma. Fue la encargada de la realización de la primera edición clandestina de La historia me absolverá. También realizó tareas en las montañas como combatiente.

En 1958 viajó al extranjero a cumplir funciones orientadas por los revolucionarios desde la Sierra Maestra. Fue una de las mujeres más destacadas del ejército rebelde junto a Celia Sánchez y Melba Hernández. En la guerrilla había numerosas mujeres.

Aldo Santamaría | Archivo: Lois P. Leira
Aldo Santamaría | Archivo: Lois P. Leira

El 4 de septiembre de 1958 se formó en la Sierra Maestra el pelotón "Mariana Grajales" del Ejército Rebelde, compuesto exclusivamente por mujeres combatientes. Con el triunfo de la Revolución Cubana, Haydée fundó en 1959 una institución cultural que sería emblemática entre los intelectuales críticos de todo el mundo: la Casa de las Américas. Integró la Dirección de la Federación de Mujeres Cubanas desde su fundación en 1961, así como formó parte de la Dirección Nacional del Partido Unificado de la Revolución Socialista y, al constituirse el Comité Central del PCC en 1965, pasó a trabajar en su Departamento de Relaciones Exteriores. Viajó a la mayoría de los países socialistas, también a Francia y España, así como a varios de América Latina y el Caribe, en misiones encomendadas por la dirección de la Revolución. Participó en varios congresos internacionales, como el Primer Congreso de Escritores y Artistas (1961), en el Congreso de la FDIM en la URSS (1963) y en el Congreso del PCUS (1966).

Haidee en Sierra Leona | Archivo: Lois P. Leira
Haidee en Sierra Leona | Archivo: Lois P. Leira

Integró la presidencia de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), reunida en La Habana en 1967, para coordinar la lucha insurreccional en todo el continente. En 1968 visitó la República Democrática de Vietnam, donde se entrevistó con el presidente Ho Chi Minh. En 1974 le fue impuesta la Orden Ana Betancourt, en 1975 fue reelegida miembro del Comité Central del PCC y en 1976 fue seleccionada Diputada a la Asamblea Nacional del Poder Popular y miembro del Consejo de Estado. En 1980 le fue entregada la Orden al Mérito con Grado de Comendador otorgada por el Gobierno de la República Popular de Polonia. Haydée Santamaría falleció el 28 de julio de 1980. Estuvo casada con Armando Hart Dávalos, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Director del Centro de Estudios Martianos, ex Ministro de Cultura.

ALDO SANTAMARÍA CUADRADO

Aldo nació en Encrucijada como sus otros hermanos. Cuando era niño, fue enviado a Salamanca, donde vivió casi 20 años con sus abuelos maternos, regresando en la década de los cuarenta. Cuando ocurrieron los sucesos del Cuartel Moncada, Aldo se encontraba en su pueblo natal. Al enterarse, decidió trasladarse inmediatamente a Santiago de Cuba, pues intuía que su hermano era un participante activo en esa acción. Allí fue detenido por unas horas por los sicarios de la tiranía y supo la terrible noticia: el asesinato de Abel y la prisión de su hermana Haydée "Yeyé".

Desde entonces, su vida estuvo ligada para siempre al destino de los moncadistas. Fue miembro de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Julio y su delegado en Matanzas. Estuvo preso en el llamado Presidio Modelo de Isla de Pinos. En 1957 se incorporó al Ejército Rebelde en la Sierra Maestra, donde fue designado por Fidel para prestar servicios en la Comandancia General, y meses después como director de la Escuela de Recrutas Ciro Redondo, en Minas de Frío, siendo ascendido a Comandante.

Con el triunfo de la Revolución, Aldo asumió mayores responsabilidades y nuevas tareas como oficial rebelde. Estuvo destinado en Minas de Frío hasta 1961, año en que fue designado al frente de las Fuerzas Blindadas. Luego participó en la misión internacionalista en Argelia y la jefatura de la Armada Revolucionaria, cargo que desempeñó durante casi dos décadas.

Haidee y Celia con Fidel Castro | Archivo: Lois P. Leira.
Haidee y Celia con Fidel Castro | Archivo: Lois P. Leira.

Ocupó importantes tareas en la Secretaría del Ministerio de las FAR. También fue diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular. Fundador del Partido Comunista de Cuba, miembro de su Comité Central desde su creación en 1965 y hasta 1988, Aldo Santamaría dedicó toda su pasión a la última gran tarea encomendada: la creación de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana, de la que fue elegido Vicepresidente y secretario ejecutivo en la Primera Conferencia Nacional. Era Vicealmirante retirado. Falleció el 19 de mayo de 2003.

Carta enviada desde la prisión por Haydée Santamaría a sus padres

Ya estoy en Guanajay. Desde que llegué, iba a escribirles, pero ya sabían de mi estancia aquí por Elena y Manuel, y sabían que estoy muy bien. Creo que hace como 15 días estoy aquí y pensé que era mejor esperar unos días para escribirles y contarles algo de esto, y como son las cosas para venir [a visitarme], y si podían hacerlo y si dejaban entrar niños, para que me trajeran a Carín [sobrina de Haydée, en ese entonces una bebita]. Pueden decirles que los pueden traer, y las visitas son los domingos de 2 de la tarde a 6.

Quiero que sepan que estoy muy bien, por lo que ustedes no se preocupen en venir. Todos los domingos vienen muchas personas y nos traen de todo, además, la comida es buena, así que no deben tener preocupaciones. Si creo que el domingo que vengan, que no debe ser más de una vez al mes, me lo comuniquen antes, para que ese domingo no vengan más visitas para así poder estar con ustedes y no tener que atender a más gente que sí viene todos los domingos por ser de aquí. Por eso, deben avisar antes de venir; les repito, estoy de lo mejor, si no fuera por la preocupación de ustedes por mí, y por saber el dolor que tienen al pensar que no tendrán más a Abel, [Abel Santamaría, hermano de Haydée, asaltante del cuartel Moncada junto a Fidel, capturado, torturado y asesinado por los torturadores de Batista], con ustedes, pudiera decirles que soy casi feliz. Si ustedes pensaran como yo sobre Abel, pudieran también, si no ser felices, no ser tan desgraciados como sé que son. Mamá, Nino, [sobrenombre cariñoso empleado por Haydée con su padre Benigno Santamaría], sé bien que nada que les diga les quitará esta terrible pena, tal vez cuando pasen los años me entenderán, cuando tengan de verdad la seguridad de que ustedes son padres privilegiados, que siempre tendrán a ese hijo, y lo tendrán tal como era, bueno, joven, hermoso, jamás ese hijo será como tendrán a los otros, estos otros se convertirán en viejos, feos, agrios. Abel fue, es y será ese hijo que no envejece, siempre seguirá con su cara tan linda, siempre seguirá para ustedes, para todos nosotros con su fuerza, con su infinita ternura, será quien nos haga ser de verdad buenos, será siempre el guía, y para ustedes, será el hijo más cercano. Piensen bien que ya ustedes han sufrido cambios, cambios tan grandes y bellos, que aunque fuera por eso solo me conformo, soy casi feliz; Abel los ha hecho cubanos, Abel ha logrado que ustedes amen esta tierra, amen la hermosa tierra donde nació, y creo que es lo único que él amaba más que a ustedes. Como ustedes pueden pensar, no tendrán más a Abel, pero si él desde Santa Ifigenia les ha dicho: quieran a Cuba, quieran a Fidel, y ustedes, aunque antes él se lo pidió, es hoy cuando han entendido esa verdad, y yo, si no los viera más a ustedes, sentiría la felicidad de tener siempre padres, porque han sabido ser padres de Abel. Mamá, Nino, y tú sobre todo Mamá, si me dijiste tantas veces que yo nada más quería [a] Abel, que era el único que me importaba en la familia, y hoy vivo, no soy desgraciada; [¿]Porqué tú no vas a vivir, no ser desgraciada[?]. Van a vivir más que nunca para él, vas a amar lo que tanto amó; puedes dedicarte a defender lo que era la razón de su vida: los trabajadores de Constancia [Central azucarero Constancia. La Revolución Cubana lo bautizó, luego del triunfo, Abel Santamaría Cuadrado], no los Luzarragas [apellido de los terratenientes explotadores de la zona donde vivía la familia Santamaría Cuadrado]. Mamá, ahí tienes [a] Abel, [¿]No te das cuenta Mamá[?]. Abel no nos faltará jamás. Mamá, piensa que Cuba existe y Fidel está vivo para hacer la Cuba que Abel quería. Mamá, piensa que Fidel también te quiere, y que para Abel, Cuba y Fidel eran la misma cosa, y Fidel te necesita mucho. No permitas a ninguna madre te hable mal de Fidel, piensa que eso sí Abel no te lo perdonaría. Haydée [escrita en 1953, después del asalto al cuartel Moncada, al llegar al cárcel de mujeres de Guanajay].

ABEL EN LA MEMORIA

Abel Santamaría, el segundo comandante de la revolución, hoy es recordado con su nombre en diferentes lugares públicos de toda Cuba. En La Habana, su casa se ha convertido en un pequeño museo donde se exhiben algunas de sus pertenencias. También se realizan actividades de investigación sobre su vida. En 1968, cuando nacía la Nueva Trova Cubana, Silvio Rodríguez junto a otros nuevos cantautores pasó unos días en la casa de Haydée. Ella les contaba, durante sus conversaciones colectivas, cómo fueron los sucesos del Moncada. Esos días fueron muy fructíferos para todos. Mientras Haydée cocinaba, les iba contando, por partes y con mucha precisión, todos los detalles de cómo sucedieron los acontecimientos. En cada conversación estaban los recuerdos de su hermano asesinado.

Es así como Silvio Rodríguez, al oírla contar estas historias, compuso su Canción del elegido, en homenaje a Abel Santamaría.

Haidee con Pablo Milanés | Archivo: Lois P. Leira
Haidee con Pablo Milanés | Archivo: Lois P. Leira

Canción del elegido (Silvio Rodríguez)

Siempre que se hace una historia se habla de un viejo, de un niño o de sí, pero mi historia es difícil: no voy a hablarles de un hombre común. Haré la historia de un ser de otro mundo, de un animal de galaxia. Es una historia que tiene que ver con el curso de la Vía Láctea. Es una historia enterrada. Es sobre un ser de la nada. Nació de una tormenta en el sol de una noche, el penúltimo mes. Fue de planeta en planeta buscando agua potable, quizás buscando la vida o buscando la muerte –eso nunca se sabe–. Quizás buscando siluetas o algo semejante que fuera adorable, o por lo menos querible, besable, amable. Él descubrió que las minas del rey Salomón se hallaban en el cielo y no en el África ardiente, como pensaba la gente. Pero las piedras son frías y le interesaban calor y alegrías. Las joyas no tenían alma, sólo eran espejos, colores brillantes. Y al fin bajó hacia la guerra… ¡perdón! Quise decir a la tierra. Supo la historia de un golpe, sintió en su cabeza cristales molidos y comprendió que la guerra era la paz del futuro: lo más terrible se aprende enseguida y lo hermoso nos cuesta la vida. La última vez lo vi irse entre el humo y metralla, contento y desnudo: la familia la iba matando canallas con su cañón de futuro.

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