Montserrat Marí, una catalana en Japón:"La libertad era la única opción, pero tiene un precio que aún estoy pagando"
Montserrat Marí, dejó Barcelona en los años 70. Se fue en busca de otros horizontes, y un mundo más democrático, mas libre, y los encontró a 10.000 kilómetros, en el país del sol naciente. En Osaka, fundó el primer centro catalán reconocido oficialmente en el país. Como presidenta de la Federació Internacional d'Entitats Catalanes (FIEC) trabaja para mantener "vivencia de la identidad" y cultura catalana en el exterior.
Montserrat Marí, dejó Barcelona en los años 70. Se fue en busca de otros horizontes, y un mundo más democrático, mas libre, y los encontró a 10.000 kilómetros, en el país del sol naciente. En Osaka, fundó el primer centro catalán reconocido oficialmente en el país. Como presidenta de la Federació Internacional d'Entitats Catalanes (FIEC) trabaja para mantener "vivencia de la identidad" y cultura catalana en el exterior. En esta entrevista, repasamos su recorrido vital y profesional, las barreras culturales que ha superado y el papel esencial que juegan las entidades catalanas en el exterior en el siglo XXI.
Montserrat ¿Qué te inspiró a dar el paso de mudarte a Japón y cómo ha sido tu evolución personal y profesional en Osaka desde que llegaste?
Yo me fui de Barcelona en los años 70 y el mundo era diferente entonces. Los que nacimos en el franquismo buscábamos en el exterior un mundo más democrático y una visión más amplia de la vida. Salvador Espriu lo describió en sus versos “…nord enllà, on diuen que la gent és neta i noble, culta, rica,lliure, desvetllada i feliç….” y aunque en el poeta se queda .”Però no he de seguir mai el meu somni, i em quedaré aquí fins a la mort….” Muchos de nosotros nos fuimos a la persecución de este sueño.
Claro que no había tenido en cuenta que el norte es irremediablemente frio y después de algunos años regresé de Suecia al Mediterráneo. Ir hacia el oeste no era una opción pues para ir a las Américas es necesario tener motivos concretos o dejarse guiar por el mismo espíritu fronterizo que es el que también nos permite probar suerte en China y no lo tengo, así, pues, la opción del este, concretamente Japón, era la más atrayente. La influencia del japonismo había llegado a mi casa materna donde había música, tapices y libros que hablaban del país del sol naciente y el lirismo de Madama Butterfly me hizo obviar la crítica social de la ópera para hacerme creer que Japón podía ser un mundo más femenino y sofisticado. No me equivoqué, encontré una cultura muy sofisticada y el alma del país es ciertamente femenina tal como dice el primer jungiano del Japón, Hayao Kawai pero no por ello era menos machista que nuestra propia cultura. Las razones son diversas pero pueden resumirse en que ciertamente la nueva Constitución de 1947 garantizaba la igualdad legal pero no llegó acompañada de una profunda revolución cultural. Japón dio más prioridad al desarrollo económico y a la estabilidad por encima del cuestionamiento en temas sociales.
¿Cómo ha sido su vida en Japón?
Mi llegada a Japón fue hacer “borrón y cuenta nueva”. Tuve que readaptar mi escala de valores sin adoptar a pies juntillas la japonesa, y olvidarme del “ladies first” que había vivido en Inglaterra los últimos años. Lo que sí tenía claro era que me iba a resultar difícil trabajar bajo un sistema autoritario con orientación masculina y por ello, decidí establecerme por mi cuenta.
La libertad, era la única opción, pero es el camino con más riesgo social y económico que todavía estoy pagando porque incluso a estas alturas no puedo dejar de trabajar hasta horas imposibles siete días a la semana ni puedo dejar de atender simultáneamente las responsabilidades adquiridas que con la edad van aumentando. La dialéctica de Erich Fromm nos recuerda que a menudo la libertad viene acompañada de la soledad y no puedo negarlo. Los japoneses viven dentro de un marco diferente, el del grupo familiar o empresarial al que pertenecen. Las normas dentro del grupo son severas, pero si se obedecen a rajatabla, el sentimiento de soledad no existe, uno está arropado de por vida, aunque el peligro sea el de la alienación.
¿Cómo orientó su carrera profesional?
Por un tema de formación y experiencia, fundé una entidad relacionada con la comunicación y las relaciones empresariales. Una parte fundamental de la comunicación son las lenguas, por lo tanto, tenemos un departamento para impartir clases y entrenar a los empleados de empresa que tienen previsto establecerse en Barcelona u otros lugares. También entrenamos a intérpretes de conferencias.
Otra sección que se dedica a la traducción se ha visto transformada con la llegada de la IA. Las empresas menos cuidadosas que persiguen bajar al máximo sus costos hacen sus traducciones automáticamente sin importarles mucho los resultados que no siempre son favorables. Sin embargo, nosotros seguimos trabajando para clientes que conocen la diferencia porque es obvio que la IA de momento es incapaz de tomar decisiones éticas y de contexto, no puede crear belleza estilística ni captar el tono y la intención profunda del mensaje o sea que intentamos beneficiarnos de los avances tecnológicos cuando son aplicables, sin perder lo que nos ha hecho merecedores del respeto de nuestros clientes.
A lo largo de tu experiencia en Japón, ¿cómo has vivido el reto de mantener tu identidad catalana en un país con una cultura tan diferente?
A decir verdad, mantener mi identidad nunca ha sido un reto. Es una realidad inherente que se refleja en todo lo que hago y lo que pienso pero que no viene nunca con la etiqueta de que las cosas son así porque soy catalana.
Otra cosa es la vivencia de la identidad en colectivos que están fuera de su territorio en cuyo caso se persigue y proyecta de forma activa para que el tiempo y el contacto con otra cultura de acogida no diluya la propia, o quizás también por la satisfacción de reencontrar expresiones culturales, sea gastronomía o arte entre otras, que nos hacen sentir que somos parte de una comunidad emocional.
En 1998 fundé el Centre Català de Kansai en Osaka, el primer centro con reconocimiento oficial en Japón y es a través de las actividades culturales que organizamos que intentamos dar respuesta a esa necesidad colectiva de la que hablábamos.
¿Cuáles son las dificultades que enfrenta la comunidad catalana en Japón, y cómo aborda la FIEC estas necesidades específicas?
Las dificultades de la comunidad catalana en Japón pienso que no son diferentes de las dificultades que tienen las personas procedentes de otros países. Japón no diferencia entre ser francés o catalán, por ejemplo, sino entre ser o no ser japonés y por lo tanto, todos entramos en la categoría de “gaikokujin” (外国人o sea, persona de un país que no es Japón).
Las dificultades son diversas empezando por la barrera del idioma, la burocracia, el acceso limitado a servicios o derechos, la integración social limitada y códigos sociales muy diferentes, entre otros.
La FIEC, por la función que le caracteriza no puede abordar la problemática concreta de los individuos que intentan establecerse o que ya viven en Japón si esta problemática no es compartida con otras personas del exterior independientemente de donde se encuentren. La FIEC lo que hace es representar la pluralidad después de una escucha atenta, digamos que es la que tiende autopistas para que las entidades de diferentes países estén mejor conectadas y para que el diálogo entre la administración y las entidades sea más fluido. El resultado de este diálogo, iniciado por la FIEC es lo que afecta positivamente a la comunidad catalana de Japón y en realidad, a las demás también.
¿En qué aspectos necesita mejorar la relación entre las entidades catalanas en el exterior y las administraciones públicas de Cataluña?
Hace muchos años decíamos que las entidades en el exterior éramos embajadoras de la cultura pero quizás tendríamos que reinterpretarlo y decir que somos una fuente de conocimiento, somos innovadoras, resilientes e indiscutiblemente dedicadas. Si nuestra administración lo sabe percibir y aprovechar se puede tejer una relación viva y constructiva para todos.
Se han hecho esfuerzos, pero pienso que la comunicación tanto horizontal como vertical debería mejorar. El proceso para otorgar ayudas económicas puede ser tedioso y desmotivador por lo que simplificarlo al máximo sería una gran ayuda. Es importante también que las administraciones reconozcan la diversidad y la necesidad de cada una de nuestras entidades y que se inviertan en relaciones a largo plazo porque es obvio que cada cambio de gobierno nos afecta.
¿Qué papel juega el Casal Català de Kansai en la vida de los catalanes en Osaka y qué tipo de vínculos busca crear con la propia sociedad japonesa?
El Centre Català de Kansai, intenta apoyar a la comunidad catalana y catalanófila ofreciendo apoyo, servicios prácticos y un espacio de encuentro y de acercamiento.
A diferencia de otras entidades para las cuales las actividades de cohesión son importantes, nosotros, sin descuidarlas, damos prioridad a las actuaciones de proyección de la cultura catalana y pienso que nos hemos convertido en un referente. Así pues, fuimos invitados a formar parte de la junta directiva del European Film Festival que tuvo lugar en Osaka durante 20 años, hemos representado la cultura catalana en convenciones europeas organizadas con otros centros europeos y a través de nuestros concursos de traducción de libros ilustrados al japonés, hace 20 años que damos a conocer nuestra literatura infantil y los autores de nuestro país. Estos son solo algunos ejemplos.
En tu experiencia, ¿cómo ha cambiado la comunidad española y catalana en el país en los últimos años y qué tendencias has observado en cuanto a su integración?
En los años 1970 y 1980 se estrecharon las relaciones bilaterales entre Japón y Cataluña y muchas empresas japonesas se establecieron en Cataluña, pero, por el contrario, el número de personas que se establecieron en Japón era escaso. Principalmente se trataba de diplomáticos, profesores o personas con pareja japonesa. Después del año 2000 se despertó un mayor interés por la cultura japonesa, especialmente por el manga y animé y observamos cómo empezaron a llegar personas más jóvenes. La crisis económica en España entre el 2008 y el 2014 hizo que algunas personas buscaran trabajo en el extranjero incluyendo Japón. En la década de 2020 según fuentes diplomáticas, el número de españoles alcanzó la cifra de 2.000/2.500 personas.
El perfil de las personas que se han establecido en Japón se ha diversificado. Las becas y los programas de intercambio han traído a gente joven. También encontramos profesionales relacionados con el sector audiovisual o educativo y emprendedores en el ámbito cultural, turístico o gastronómico.
Desde tu rol como empresaria ¿cómo ves las oportunidades para los emprendedores catalanes en este mercado y qué barreras culturales o administrativas han sido más desafiantes para ti?
Cuando yo empecé a trabajar estaban de moda las misiones comerciales y anualmente teníamos diversas procedentes tanto de Cataluña como de otras comunidades. Trabajábamos con asociaciones de empresarios, administraciones y cámaras de comercio. Obviamente, también teníamos misiones japonesas de empresarios que querían establecer contactos con sus homólogos catalanes o españoles.
Cuando se despertó el interés por el mercado chino, la tendencia cambió y de las misiones pasamos a servicios personalizados para empresas concretas.
Los empresarios o grupos empresariales que se han beneficiado de la relación bilateral son aquellos que han comprendido la idiosincrasia japonesa y que han tenido la paciencia y la perseverancia necesarias. Son aquellos que han sido capaces de auto cuestionarse para hacer cambios en su oferta o en su manera de negociar por buena que fuera para otros países y se han adaptado a Japón. Lo curioso es que después de hacerlo muchos han comentado que estaban mejor preparados para enfrentarse a otros mercados internacionales.
Puedo afirmar que como profesional en Japón, he pasado por el mismo proceso y por lo tanto, intentamos siempre que nuestro trabajo exceda las expectativas de nuestros clientes. De lo primero que tomé conciencia es de la importancia del espíritu del Wa en la cultura empresarial. A pesar de que Japón ha ido evolucionando, se sigue dando prioridad a las relaciones armónicas. He impartido innumerables talleres al respecto tanto en Cataluña como en otros lugares del Estado y me doy cuenta de que no han caído en saco roto porque hace algún tiempo vi que se había publicado un libro sobre este tema y me consta que los autores, independientemente de su propia experiencia, estaban familiarizados con mis talleres.
¿Cómo ves el futuro de la FIEC y de los Casals Catalans en el exterior, especialmente en lugares tan distantes y distintos?
Las entidades catalanas del exterior irán evolucionando con los tiempos y las necesidades y la FIEC también lo hará para seguir luchando para que los derechos de la comunidad catalana en el exterior sean equiparables a los de los ciudadanos y ciudadanas de Cataluña.
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